La cita
Empezar a ver mundo por Par¨ªs parece muy buena idea. Pero all¨ª Laura Sanz se encontr¨® con el horror inesperado, la explosi¨®n de gas, la muerte perentoria, inaplazable: su cita en Samarra
Es un cuento suf¨ª muy conocido. Un criado del sult¨¢n de Bagdad tropieza en el mercado con la Muerte, que le hace un extra?o gesto. Asustado, pide permiso a su amo para huir a Samarra y dar esquinazo a la parca. Despu¨¦s es el propio sult¨¢n quien se encuentra con la Muerte: ¡°?Por qu¨¦ amenazaste a mi criado?¡±, ¡°No le amenac¨¦, di un respingo de sorpresa al verle en Bagdad porque esta noche tengo cita con ¨¦l en Samarra¡±. O¨ª la historia por primera vez en la pel¨ªcula de Peter Bogdanovich Targets. La narraba mi adorado Boris Karloff, en el filme un viejo actor del cine de terror harto de encarnar monstruos, obligado a enfrentarse en la vida real a un serial killer, el monstruo aut¨¦ntico. Recuerdo bien su voz cavernosa ¡ª¡°?Saa...maa...rraaa!¡±¡ª y un divertido gesto de susto al verse por sorpresa en un espejo... Poco despu¨¦s, la polic¨ªa franquista me detuvo y acab¨¦ en Carabanchel. Tras d¨ªas de aislamiento informativo encontr¨¦ por fin un peri¨®dico y en ¨¦l un titular que dec¨ªa: ¡°Ha muerto Boris Karloff¡±. La p¨¦rdida del monstruo amigo me llegaba en pleno terror de la realidad y se cumpl¨ªa mi primera cita en Samarra.
Laura era toledana, ten¨ªa tres hijos y nunca hab¨ªa salido de Espa?a. Su marido, un rom¨¢ntico (los hombres suelen serlo, por eso se suicidan tantos), le prepar¨® como regalo sorpresa del nuevo a?o un viaje a Par¨ªs. Empezar a ver mundo por Par¨ªs parece muy buena idea. Pero all¨ª se encontr¨® con el horror inesperado, la explosi¨®n de gas, la muerte perentoria, inaplazable: su cita en Samarra. Ahora pienso en la angustia de ese hombre enamorado, culp¨¢ndose sin culpa de lo ocurrido. Pienso tambi¨¦n en los tres ni?os, esperando ya in¨²tilmente el regreso de su madre. Y no puedo evitar preguntarme d¨®nde me aguarda a m¨ª la segunda y definitiva cita en Samarra.
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