La en¨¦sima metedura de pata de Felipe de Edimburgo
Famoso por sus inapropiados comentarios, el marido de Isabel II se enfrenta a sus 97 a?os a nuevas cr¨ªticas tras el accidente de coche que protagoniz¨®
Ni siquiera la jubilaci¨®n del nonagenario Felipe de Edimburgo, anunciada hace dos a?os, ha conseguido desligar al consorte real de la pol¨¦mica p¨²blica que viene arrastrando el personaje. Hace poco m¨¢s de una semana, el marido de Isabel II ocasionaba un aparatoso accidente automovil¨ªstico que finalmente no tuvo consecuencias graves para ninguno de los implicados, aunque s¨ª suscit¨® un t¨ªmido debate sobre la idoneidad de que siga conduciendo a sus 97 a?os. Siempre genio y figura, el duque fue retratado dos d¨ªas despu¨¦s al volante ¡ªy sin cintur¨®n de seguridad¡ª del todoterreno que ha suplido al anterior veh¨ªculo siniestrado. ?Un nuevo desaf¨ªo de ese pr¨ªncipe que siempre ha hecho las cosas a su manera?
La prensa nacional ha difundido ampliamente los detalles del accidente registrado en la tarde del 17 de enero en las inmediaciones de la mansi¨®n campestre que la reina posee en Sandringham (condado de Norfolk, costa este de Inglaterra). Incluidas las quejas de la mujer que circulaba por la v¨ªa A149 con su beb¨¦ a bordo, Emma Fairweather, y que acab¨® con una mu?eca rota a ra¨ªz de la precipitada incursi¨®n del Land Rover de Felipe en la carretera desde un camino rural. La v¨ªctima exige que la infracci¨®n del duque sea investigada como suceder¨ªa con cualquier otro ciudadano de a pie, al tiempo que hace hincapi¨¦ en su ¡°insensibilidad y desconsideraci¨®n¡±. Y, sin embargo, el grueso de medios se ha limitado a constatar el relato sin incluir las dosis de maldad o sensacionalismo que suele caracterizar a los tabloides brit¨¢nicos.
En este caso no se trata tanto de cubrir con un manto de impunidad a un miembro prominente y anciano de la casa real como de entender la percepci¨®n que tienen los brit¨¢nicos del compa?ero de su soberana a lo largo de m¨¢s de siete d¨¦cadas: un hombre anclado al antiguo estilo posvictoriano, que a pesar de su perenne actitud de arist¨®crata con aversi¨®n a la modernidad o de sus legendarias meteduras de pata, siempre ha cumplido su funci¨®n oficial por encima de cualquier achaque o adversidad. Isabel se ha referido p¨²blicamente a su esposo como ¡°mi roca¡±, el puntal de su dilatado reinado. Y esa simbiosis de la pareja, unida en el empe?o compartido de anteponer el deber ante todo lo dem¨¢s (incluida la familia), es reconocido en su vejez de hoy.
Incluso por quienes cuanto menos arqueaban las cejas cuando Felipe declaraba ¡°inaugurado este asunto, sea lo que sea¡± durante una visita oficial a Canad¨¢ (1969), advert¨ªa a un grupo de estudiantes brit¨¢nicos en China (1986) que ¡°si os qued¨¢is aqu¨ª mucho tiempo acabar¨¦is con los ojos rasgados¡± o espetaba a un fot¨®grafo, s¨®lo hace cuatro a?os: ¡°Haz la jodida foto de una vez¡±. Sus reiteradas salidas de tono no superar¨ªan los actuales filtros de la correcci¨®n pol¨ªtica, y mucho menos los del movimiento #MeToo, con inquisitorias como ¡°Es usted una mujer, ?verdad?¡± dirigida a una keniata que le ofrec¨ªa un regalo como recibimiento (1984).
Sus tiempos fueron otros, y nada f¨¢ciles para un pr¨ªncipe de cuna nacido en Grecia (Corf¨², 1921) y emparentado con varias casas reales, incluidas la danesa o la de los Romanov de Rusia; expulsado al exilio y apartado muy pronto de sus padres (el progenitor abandon¨® a la familia y su madre fue ingresada en un sanatorio) para acabar en un duro internado brit¨¢nico. Y finalmente casado con la futura reina de Inglaterra en 1947. Para ello renunci¨® a su nacionalidad, a la religi¨®n ortodoxa y a su apellido de adopci¨®n en el Reino Unido, el de los Mountbatten.
En los tiempos de cortejo a Isabel, conduc¨ªa un deportivo MG que era su orgullo y que propici¨® el siguiente comentario de la joven princesa a la prensa: ¡°A Felipe le gusta conducir ?Y muy r¨¢pido!¡± La afici¨®n al motor ha sido una de sus v¨ªas de escape (la rumorolog¨ªa, nunca probada, apunta tambi¨¦n a alguna relaci¨®n extramatrimonial) frente a las obligaciones de palacio que siempre cumpli¨® hasta su retiro de 2017, con un bagaje de 22.191 actos oficiales y la condici¨®n de ser el consorte real m¨¢s longevo de toda la historia brit¨¢nica.
Al Felipe retirado de la vida oficial apenas se le ha visto en p¨²blico ¡ªm¨¢s all¨¢ de su presencia en las recientes bodas de sus nietos, Enrique y Eugenia¡ª?y ni siquiera asisti¨® al servicio religioso de Navidad en la iglesia de Santa Mar¨ªa Magdalena en Sandringham. Casi nunca recala en el palacio de Buckingham y dedica su tiempo a la lectura de historia militar y biograf¨ªas, adem¨¢s de a la reci¨¦n descubierta afici¨®n de cultivador de trufas en la granja de Norfolk. Se lamenta entre sus allegados de las limitaciones de la edad y ver¨ªa con horror que se le vetara conducir tras el ¨²ltimo accidente. De su amor por el volante ha quedado una de sus corrosivas citas que tambi¨¦n habla del matrimonio: ¡°Si ves que un hombre le abre la puerta del autom¨®vil a su mujer, es que estrena coche o una nueva esposa¡±.
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