Fr¨ªo y calor extremos
Debemos prepararnos para afrontar un periodo de anomal¨ªas en el clima con fen¨®menos extremos que causar¨¢n graves da?os
Mientras la ciudad australiana de Adelaida alcanzaba temperaturas de 46,6 ¡ãC, gran parte de Canad¨¢ y 14 Estados del Medio Oeste y el Este de EE UU recib¨ªan una ola de fr¨ªo ¨¢rtico que ha hecho bajar los term¨®metros de los 40 ¡ãC bajo cero. De momento, el fr¨ªo se ha cobrado ya 12 vidas. Las g¨¦lidas temperaturas alcanzadas en ciudades como Chicago, con una sensaci¨®n t¨¦rmica que ronda los 50 ¡ãC bajo cero, son incompatibles con una actividad humana y productiva normal. Vuelos cancelados, colegios cerrados, oficinas vac¨ªas, calles y autopistas heladas, ese es el panorama en EE UU, mientras en Australia las altas temperaturas dejan millones de peces muertos y medidas de emergencia por los alt¨ªsimos niveles de ozono.
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Aunque muy alejados geogr¨¢ficamente, no son fen¨®menos desconectados. El clima siempre ha tenido variaciones y eso dificulta establecer una relaci¨®n directa entre estos extremos y el cambio clim¨¢tico, pero hace tiempo que los cient¨ªficos vienen advirtiendo de que el calentamiento global puede afectar tambi¨¦n las condiciones de circulaci¨®n general atmosf¨¦rica. Eso explicar¨ªa el desplazamiento anormal de unos vientos g¨¦lidos que sol¨ªan quedarse en el ?rtico. En todo caso, una de las manifestaciones del cambio clim¨¢tico es precisamente la alteraci¨®n del clima, con manifestaciones extremas cada vez m¨¢s intensas y m¨¢s frecuentes. Lamentablemente, muchos de los gobernantes que han de tomar medidas para frenarlo no estan a la altura del desaf¨ªo. En algunos casos, como el del presidente norteamericano, Donald Trump, da la impresi¨®n de que ni siquiera lo comprenden. Los acuerdos de la Cumbre de Par¨ªs encuentran las mayores resistencias precisamente en el pa¨ªs, Estados Unidos, que m¨¢s contribuye al calentamiento global. El problema es que cuando los objetivos de reducci¨®n de emisiones se cumplan, los efectos beneficiosos a¨²n tardar¨¢n en notarse. Hay que exigir pues una mayor ambici¨®n en la reducci¨®n de las emisiones y prepararnos al mismo tiempo para afrontar un periodo de anomal¨ªas persistentes en el clima con fen¨®menos extremos que causar¨¢n graves da?os.
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