Asamble¨ªstas frente a t¨¦cnicos
En la primera jornada del juicio aflor¨® un severo pulso entre los abogados de los procesados y sus opuestos estilos
Antes de empezar la conflagraci¨®n defensores-acusadores, aflor¨® ayer un severo pulso entre los abogados de los procesados y sus opuestos estilos.
Igual que no existe un bloque berroque?o de familias indepes, tampoco lo hay entre las distintas responsabilidades que se juzgan aqu¨ª, en las Salesas. En derecho penal, la responsabilidad es personal¨ªsima, no admite revoltillos ni analog¨ªas.
Por eso, y no solo por los distintos talantes personales, las estrategias difieren tant¨ªsimo. Cada uno est¨¢ a defender al suyo.
S¨ª, todos compart¨ªan parte del arsenal: el subrayado de toda presunta limitaci¨®n o restricci¨®n a los derechos de la defensa, a un proceso equitativo, a la igualdad de armas con los rivales de la acusaci¨®n. Esa acumulaci¨®n de agravios para que, si no los admiten los togados, pueda darse el salto a Estrasburgo, s¨ªndrome de este proceso desde el inicio, seg¨²n lo pautado.
Pero este hilo conductor y convergente no fue lo m¨¢s relevante de la (tediosa, y jugosa) jornada, sino la acusada divergencia perceptible por el m¨¢s ingenuo.
Hubo defensas t¨¦cnicas, de considerable empaque jur¨ªdico. Como la de Javier Melero para el exconseller Joaquim Forn. Proclam¨® que ¡°este es un juicio penal, nada m¨¢s y nada menos que eso¡±. Era la inversa de la defensa pol¨ªtica en un juicio pol¨ªtico que pretendieron otros.
Brill¨® Melero en el minimalismo microcirujano. Cuando reclam¨® la acumulaci¨®n de las causas (la absorci¨®n de las que siguen la Audiencia, el TSJC, el juzgado 13), aunque sea quiz¨¢ pretensi¨®n tard¨ªa. O cuando la vincul¨® a una liberaci¨®n provisional de los encausados.
Cuando exigi¨® la presencia como testimonio de Juan Ignacio Zoido, el ministro del Interior que caus¨® los destrozos del 1-O y pretend¨ªa largarse de rositas. O la del polic¨ªa experto en contenci¨®n, para concretar qu¨¦ es o no es violencia.
Todo justificado y elegante, trufado de corteses ¡°sus se?or¨ªas¡±, y dem¨¢s ritos convencionales que se valoran m¨¢s cuando los reos imponen la corbata a la sudadera.
Dar¨¢ juego el juego de Melero a las reducciones al absurdo, a la may¨¦utica, a la contradicci¨®n concreta, a la acerada cr¨ªtica contra la ¡°ineptitud¡± de los mandos intermedios del egregio Zoido. Un estilo ingenioso, juridicista, sobrio y concreto compartido por Mariano Berg¨¦s (abogado de Dolors Bassa) y Pau Molins (de Santi Vila), reci¨¦n triunfante como defensor de Narc¨ªs Serra.
Frente a los t¨¦cnicos pugnaron las defensas hiperpol¨ªticas, de pol¨ªtica asamble¨ªsta. Andreu van den Eynde (de Oriol Junqueras) casi decret¨® que se han violado ?12! libertades consagradas en la Constituci¨®n
Y otros tantos art¨ªculos del Convenio Europeo de Derechos Humanos. Atac¨® al juicio por ¡°pol¨ªtico¡±, algo que le congraciar¨¢ con los votantes de Oriol y quiz¨¢ hunda a este ante los magistrados. Brill¨® cuando se refiri¨® a directivas y sentencias europeas. M¨¢s pausado, Jordi Pina (de Jordi S¨¤nchez) truf¨® proclama con articulado.
Si uno buscase defensor optar¨ªa por el estilo t¨¦cnico. Pero claro, uno no compite por el laurel de h¨¦roe.
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