?Funcionan las comisiones de retribuci¨®n?

No es posible entender la estructura de la econom¨ªa espa?ola sin observar el gobierno corporativo de las empresas; ni pronunciarse sobre la crisis apocal¨ªptica de las cajas de ahorros espa?olas sin mencionar la intromisi¨®n de los poderes pol¨ªticos reales (auton¨®micos, en gran parte) en la gesti¨®n de las cajas y analizar una a una su modus operandi retributivo. La sentencia de la Audiencia de Barcelona que absuelve del delito de administraci¨®n desleal a Narc¨ªs Serra y Adolf Tod¨®, presidente y director general de Catalunya Caixa, y a otros 39 directivos por unas subidas de sueldos en plena crisis financiera (¡°poco digeribles¡±, dice el tribunal) vuelve a colocar a la opini¨®n p¨²blica ante la cruda realidad: la legislaci¨®n corporativa en Espa?a carece de los resortes adecuados para alinear las retribuciones de los equipos directivos con la situaci¨®n real de las empresas para las que trabajan. Sobre todo en las susceptibles de ser rescatadas con dinero p¨²blico.

Poco hay que oponer a la sentencia. Pero necesario recordar los numerosos intentos, casi siempre meras recomendaciones de buen gobierno, de regular un sistema retributivo en las corporaciones que sea coherente con la situaci¨®n de la sociedad, con su posici¨®n en la coyuntura econ¨®mica o financiera y con la gobernanza pol¨ªtica. Casi todos han fracasado, no se aplican o se han olvidado. Sin embargo, es posible fijar con precisi¨®n cu¨¢l ser¨ªa el primer paso para acabar con la divergencia entre legalidad y legitimidad, entre lo que es ¡°digerible¡± y lo que no lo es en las pol¨ªticas retributivas. Bastar¨ªa con que a las sociedades se les exigiera contar en su consejo con una comisi¨®n de retribuciones correctamente constituida encargada de decidir los sueldos de la alta direcci¨®n.

?Y qu¨¦ debe entenderse por correctamente constituida? Pues una comisi¨®n formada por consejeros independientes cuya designaci¨®n, en el consejo y en la mencionada comisi¨®n, no haya sido debida a los propios altos directivos a los que se pretende retribuir. Incluso con esa comisi¨®n formada como es debido, seguir¨ªan apareciendo controversias; pero sin ella queda en el aire la sospecha de que las altas retribuciones son un ¨¢mbito sin una regulaci¨®n socialmente aceptable. Por cierto, que en Catalunya Caixa el problema m¨¢s grave fue de calidad de la gesti¨®n, no de retribuciones. Pero esa es otra historia.