?Y si el arte abstracto lo inventaron dos mujeres espiritistas?
Una de ellas era canaria, la otra, sueca. Sus dibujos, explicaron, nac¨ªan de los esp¨ªritus que tomaban el control de su mano, y esos lienzos representan las primeras abstractas que se conocen, anteriores incluso a Kandinsky
El 20 de julio de 1861, durante una sesi¨®n de espiritismo, la artista Georgiana Houghton (1814-1884) pidi¨® a los espectros un favor: que su hermana Zilla, una consumada dibujante fallecida a?os atr¨¢s, la empleara como m¨¦dium para crear obras art¨ªsticas. Los esp¨ªritus respondieron negativamente. Imposible. Houghton pas¨® a la segunda opci¨®n, su hermano Cecil. Tampoco hubo ¨¦xito.
Entonces lleg¨®, por fin, la ayuda esperada. Se llamaba Henry Lenny y era el esp¨ªritu de un pintor que en vida hab¨ªa sido ciego y sordo. "Inmediatamente tom¨® el control de mi mano, que estaba quieta sobre el tablero espiritista, y traz¨® varias curvas y l¨ªneas", escribir¨ªa Houghton a?os m¨¢s tarde en sus memorias. "Despu¨¦s sent¨ª el impulso de sustituir el l¨¢piz negro por uno azul, con el que dibuj¨® sobre el mismo trozo de papel. Y se me concedi¨® el permiso para hacer lo mismo cada tarde, con el objetivo de dibujar".
Durante la d¨¦cada siguiente, Houghton dibuj¨® incansablemente. Sus obras, expuestas inicialmente en los c¨ªrculos espiritistas y olvidadas durante m¨¢s de un siglo despu¨¦s, cuelgan ahora en los muros del prestigioso museo muniqu¨¦s Lenbachhaus como parte de la exposici¨®n Weltempf?nger (Receptoras del mundo), que se puede visitar hasta el pr¨®ximo 10 de marzo.
En la muestra, esta artista victoriana comparte protagonismo con un t¨®tem del arte contempor¨¢neo (la suiza Emma Kunz) y con la sueca Hilma af Klint. Es precisamente con esta ¨²ltima con quien mantiene un peculiar v¨ªnculo: tanto Houghton como Af Klint realizaron obras claramente abstractas antes de tiempo. En concreto, ambas llegaron a la abstracci¨®n antes de 1912, una fecha subrayada en color rojo en la historia del arte y que marca la publicaci¨®n de Sobre lo espiritual en el arte, el ensayo en el que Kandinsky sent¨® los principios del arte abstracto.
Cuando este influyente ensayo sali¨® a la luz, Houghton hab¨ªa fallecido 30 a?os atr¨¢s. Sus obras, durante d¨¦cadas, eran conocidas parcialmente, pero como una rareza: de hecho, la mayor¨ªa de obras que se le atribuyen pertenecen hoy a la Uni¨®n Espiritista Victoriana de Melbourne (Australia).
Houghton?apuntaba al dorso de cada obra la fecha, el t¨ªtulo, la interpretaci¨®n que le daba, y tambi¨¦n el nombre de los esp¨ªritus que la hab¨ªan guiado
Lo que se sabe de la biograf¨ªa de esta mujer es lo que ella misma cont¨® en sus escritos: naci¨® en Las Palmas de Gran Canaria, donde su padre comerciaba con vinos, vivi¨® pr¨¢cticamente toda su vida en el Londres victoriano, recibi¨® alg¨²n tipo de educaci¨®n art¨ªstica, nunca se cas¨® y se inici¨® en el espiritismo hacia 1860. Para ello, emple¨® m¨¦todos como las mesas giratorias o el tablero. Era una m¨¦dium y como tal pintaba. "Para hacer comprensible esta exposici¨®n, debo explicar que durante la ejecuci¨®n de los dibujos mi mano fue enteramente guiada por esp¨ªritus. No ten¨ªa ni idea de lo que iba a producirse. Ni siquiera sab¨ªa, cuando las pinceladas comenzaban, si mi mano ir¨ªa hacia arriba o hacia abajo", explic¨® en el cat¨¢logo de su primera muestra, en 1871.
Houghton sol¨ªa pintar los domingos por la tarde, porque cre¨ªa que era el d¨ªa de la semana en que hab¨ªa menos esp¨ªritus malignos al acecho. Sus primeras obras recreaban formas vagamente org¨¢nicas, pero cuando empez¨® a utilizar la acuarela sus trazos se volvieron totalmente abstractos. Era una artista consciente del valor espiritual de su obra: al dorso de cada papel apuntaba la fecha, el t¨ªtulo, la interpretaci¨®n que le daba, y tambi¨¦n el nombre de los esp¨ªritus que la hab¨ªan guiado durante la ejecuci¨®n. Algunos eran misteriosos personajes an¨®nimos, pero otros ten¨ªan un indudable cach¨¦: Tiziano, Correggio, personajes b¨ªblicos e incluso 70 arc¨¢ngeles.
Aunque ten¨ªa un cierto prestigio en los c¨ªrculos espiritistas, su trayectoria art¨ªstica no corri¨® igual suerte: en la exposici¨®n que organiz¨® (y sufrag¨®) en una galer¨ªa londinense en 1871 vendi¨® uno solo de los 155 dibujos incluidos. Sus posteriores tentativas no obtuvieron mejores resultados.
Houghton?ten¨ªa cierto prestigio en los c¨ªrculos espiritistas, no as¨ª como artista: en la exposici¨®n que organiz¨® (y sufrag¨®) en una galer¨ªa londinense en 1871 vendi¨® uno solo de los 155 dibujos incluidos
Tampoco sus obras suscitaron un debate en torno a la abstracci¨®n, porque ni siquiera ella ve¨ªa nada particular en su ausencia de motivos figurativos: "Dado que su arte no estaba vinculado al mundo terrenal, no ten¨ªa por qu¨¦ pintar objetos banales", escribe la comisaria Karin Althaus en el estudio preliminar del cat¨¢logo de Lenbachhaus. "Las formas abstractas eran perfectamente adecuadas para los mensajes trascendentes que recib¨ªa. Para ella, los dibujos medi¨²mnicos no eran solo objetos bonitos. Eran sermones llenos de simbolismo sagrado, llenos de mensajes espirituales complejos".
El compromiso de Houghton, por tanto, no era con el arte, sino con el espiritismo. "Son obras que no se pueden criticar desde ninguno de los c¨¢nones art¨ªsticos aceptados", lleg¨® a escribir. Y, en su b¨²squeda, se adentr¨® en terrenos algo m¨¢s pantanosos. En 1872, cuando su trayectoria pict¨®rica estaba ya encauzada, comenz¨® a colaborar con Frederick Hudson, un personaje exc¨¦ntrico que parece haber salido de la imaginaci¨®n de un novelista g¨®tico. Hudson hab¨ªa adquirido cierta fama como fot¨®grafo de esp¨ªritus: los clientes acud¨ªan a su estudio, posaban ante la c¨¢mara y, para su sorpresa, la imagen resultante los mostraba rodeados de presencias espectrales. Houghton, que desconoc¨ªa los rudimentos de la t¨¦cnica fotogr¨¢fica ¡ªen aquella ¨¦poca, todo un misterio¡ª, cre¨ªa en la honestidad de Hudson incluso cuando se demostr¨® que sus fotograf¨ªas de ultratumba no eran m¨¢s que trucos generados mediante la utilizaci¨®n de la doble exposici¨®n de placas.
Cuando Houghton falleci¨®, en 1884, lo hizo sin sospechar que m¨¢s de un siglo despu¨¦s sus obras suscitar¨ªan preguntas diferentes. Ni que, en aquella ¨¦poca, daba sus primeros pasos otra mujer enigm¨¢tica y a contracorriente cuyas obras, ahora, cuelgan junto a las suyas en Lenbachhaus.
Relevo de esp¨ªritus
Nos referimos a Hilma af Klint (1862-1944). Tras estudiar Bellas Artes en Estocolmo, comenz¨® en 1906 una intensa actividad art¨ªstica que no ten¨ªa parang¨®n con nada de lo que estaba sucediendo en las artes pl¨¢sticas en aquella ¨¦poca. "La clave de la pintura abstracta de Hilma af Klint es que hizo visible el mundo invisible", explica con motivo de la exposici¨®n Johan af Klint, sobrino-nieto de la artista sueca y actual director de la fundaci¨®n que custodia un conjunto de 1.300 pinturas, 124 cuadernos y m¨¢s de 26.000 apuntes y documentos. "Es decir, represent¨® f¨ªsicamente, sobre un lienzo, ideas filos¨®ficas complejas, conceptos espirituales y experiencias religiosas. En esta tarea estuvo influida principalmente por el Rosacrucismo, la Teosof¨ªa y el Cristianismo".
"Las obras se pintaron directamente a trav¨¦s de m¨ª, sin bocetos preliminares y con una gran fuerza", explic¨® Hilma af Klint en sus escritos
En su caso, el contacto con los esp¨ªritus proced¨ªa de las sesiones que celebraba en Estocolmo junto a Los Cinco, un grupo teos¨®fico sueco al que pertenec¨ªa. Fue all¨ª, durante una sesi¨®n en 1904, donde un esp¨ªritu que se identific¨® como Ananda profetiz¨® que Klint pintar¨ªa im¨¢genes astrales para representar aspectos inmortales de la humanidad. Hay una cierta similitud en el modo en que Houghton y Af Klint describen su metodolog¨ªa de trabajo. "Las obras se pintaron directamente a trav¨¦s de m¨ª, sin bocetos preliminares y con una gran fuerza. No ten¨ªa ni idea de lo que estas im¨¢genes representaban. Sin embargo, trabajaba r¨¢pidamente y con seguridad, sin cambiar una sola pincelada", explic¨® en sus escritos.
Entre 1906 y 1908, siguiendo las instrucciones de los esp¨ªritus Gregory, Georg, Clement, Amaliel, Esther y Ananda, Af Klint cre¨® las primeras 111 obras de un ciclo que llam¨® Pinturas para el Templo. Entre 1912 y 1915 sigui¨® su tarea, pero esta vez a trav¨¦s de las visiones que experimentaba.
Si las obras de Houghton eran dibujos y acuarelas sobre papel, las de Af Klint son monumentales pinturas de gran formato con formas levemente bot¨¢nicas y abiertamente geom¨¦tricas. Requer¨ªan un inmenso espacio para ser contempladas y, de hecho, en 1916 construy¨®, con el apoyo financiero de sus amigos y seguidores, un estudio en una isla del lago M?laren, donde sol¨ªa pasar sus vacaciones. All¨ª intent¨® exponerlas al p¨²blico, pero la escasa respuesta obtenida la llev¨® a plantear un escenario m¨¢s ambicioso, un templo espiral que nunca lleg¨® a construirse. En 1932 indic¨® que sus obras no deb¨ªan exponerse hasta al menos 20 a?os despu¨¦s de su fallecimiento.
Af Klint proyect¨®, para exponer sus obras, un templo espiral que nunca lleg¨® a construirse. Y en 1932 indic¨® que no deb¨ªan exponerse hasta al menos 20 a?os despu¨¦s de su muerte
La exposici¨®n que ahora yuxtapone la obra de ambas artistas tiene inter¨¦s adicional porque precisamente Lenbachhaus custodia un important¨ªsimo conjunto de pinturas generadas en el seno de Der Blaue Reiter, el grupo de expresionismo muniqu¨¦s en cuyo marco Wassily Kandinsky cre¨® las obras que los historiadores consideraban como las primeras puramente abstractas. Ese es, al menos, el relato mayoritario establecido a partir de un diagrama en el que el fundador del MoMA, Alfred H. Barr Jr., ubicaba el nacimiento del arte abstracto en 1910. Tanto Houghton como Af Klint comenzaron a desarrollar obras abstractas antes de esas fechas, por lo que podr¨ªan considerarse como pintoras abstractas antes de la abstracci¨®n.
Exposiciones como esta sirven para perfilar mejor la genealog¨ªa del arte moderno, dado que dos de sus protagonistas pertenecen a categor¨ªas tradicionalmente excluidas: mujeres, espiritistas y ajenas a los c¨ªrculos del arte
Aunque los comisarios ¡ªKarin Althaus, Matthias M¨¹hling y Sebastian Schneider¡ª sostienen que "lo interesante es el arte abstracto, no la cuesti¨®n de qui¨¦n pint¨® la primera obra del g¨¦nero", a nadie se le escapa que exposiciones como esta sirven para reescribir ¡ªo, si se quiere, perfilar mejor¡ª el relato can¨®nicamente aceptado acerca de los or¨ªgenes del arte abstracto. Sobre todo porque dos de sus protagonistas ¡ªla tercera es Emma Kunz, posterior a Kandinsky¡ª pertenecen a categor¨ªas tradicionalmente excluidas de buena parte de la genealog¨ªa del arte moderno: mujeres, espiritistas y ajenas a los c¨ªrculos del arte.
No es balad¨ª, por tanto, insertar una perspectiva de g¨¦nero en la cuesti¨®n: frente a un mundo del arte predominantemente masculino, los c¨ªrculos espiritistas y esot¨¦ricos aceptaban a muchas mujeres entre sus integrantes y les proporcionaban un ¨¢mbito de libertad e independencia que no era posible en otros ¨¢mbitos.
Otra discusi¨®n es si resulta leg¨ªtimo hablar de abstracci¨®n a prop¨®sito de la obra de dos mujeres que no empleaban dicho t¨¦rmino para definir su trabajo. Tanto Houghton como Af Klint (y, m¨¢s tarde, Emma Kunz) se consideraban "receptoras" y, por lo tanto, no enteramente responsables de su obra. Pero tambi¨¦n Kandinsky, al trazar la presencia de lo espiritual en el arte, se hac¨ªa eco de las teor¨ªas teos¨®ficas difundidas en su ¨¦poca y hablaba de la "necesidad interior" para definir el impulso pict¨®rico.
Tambi¨¦n Kandinsky, al trazar la presencia de lo espiritual en el arte, se hac¨ªa eco de las teor¨ªas teos¨®ficas difundidas en su ¨¦poca y hablaba de la "necesidad interior" para definir el impulso pict¨®rico
El debate sobre la influencia del espiritismo, el ocultismo y las corrientes esot¨¦ricas en el arte contempor¨¢neo ha conquistado posiciones te¨®ricas desde 1986, cuando el comisario Maurice Tuchman abord¨® el tema por primera vez en The Spiritual in Art: Abstract Painting 1890-1985 en Los Angeles County Museum of Art. Hoy parece dif¨ªcil llegar a un relato unificado sobre el origen de la abtracci¨®n, pero, como recuerda Karin Althaus en el cat¨¢logo de World receivers, "siempre se descubrir¨¢ un caso anterior". Y, en cualquier caso, exposiciones como la que se puede visitar en Lenbachhaus ponen sobre la mesa el legado de dos artistas enigm¨¢ticas que, de un modo ins¨®lito y que hoy puede parecer azaroso, se adelantaron sin saberlo a la gran revoluci¨®n art¨ªstica del siglo XX.
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