La resurrecci¨®n de Darwin
El cient¨ªfico escribi¨® que los miembros d¨¦biles de las naciones civilizadas propagan su naturaleza con grave detrimento de la especie humana
Donald Trump es el gobernante m¨¢s an¨¢rquico del siglo XXI, y los colegas ideol¨®gicos que le rodean, Mike Pence, Mike Pompeo y John Bolton, conforman el grupo m¨¢s an¨¢rquico de todos los tiempos, al menos en cuanto a poder de chantaje, destrucci¨®n, arbitrariedad y violaci¨®n del derecho. No pasan 48 horas sin que amenacen a alguien, anulen tratados de comercio o militares, establezcan aranceles arbitrarios, zarandeen a alg¨²n desobediente, evadan tribunales o se burlen de la ONU con alg¨²n ataque preventivo. El grupo es experto en cobrar y darse la vuelta. Si alguien les presenta la Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos, parecen pensar que es buen papel para limpiarse el trasero. Anarqu¨ªa pura y dura. Otros presidentes de EE?UU cuidaban m¨¢s las formas. El actual equipo de la Casa Blanca, no; y estas cosas se pegan. Estamos entrando en una glaciaci¨®n de los valores ¨¦ticos, del derecho internacional, de la pol¨ªtica como arte.
Charles Darwin est¨¢ de vuelta y la ley del m¨¢s fuerte se impone inexorablemente. Todos quieren hacerse fuertes, sin importar c¨®mo. El darwinismo social llevado hasta sus ¨²ltimas consecuencias. Y la supervivencia del m¨¢s apto como mecanismo de la evoluci¨®n se asocia en nuestras sociedades a la coerci¨®n, al poder para someter. Los discursos de dem¨®cratas tan conspicuos como Trump, Pence, Pompeo o Bolton se acompa?an de guerra psicol¨®gica y despliegues intimidatorios en el entorno de Venezuela, Colombia, las Antillas y norte de Brasil. Lo que en la jerga militar se llama movimientos de pinza; y sigue su marcha el dise?o de operaciones encubiertas para legitimar un uso de la fuerza si fuera necesario. Sin el garrotazo castrense, el chavismo no rendir¨¢ la plaza.
Darwin escribi¨® que los miembros d¨¦biles de las naciones civilizadas propagan su naturaleza con grave detrimento de la especie humana: no hab¨ªa sino que observar a los animales dom¨¦sticos y la prontitud con que degeneraban si no se les cuidaba. Excepci¨®n hecha del hombre, seg¨²n el naturalista ingl¨¦s, nadie es tan ignorante como para permitir la reproducci¨®n de los animales deteriorados. Como la divinidad estableci¨® que el destino de EE?UU es ser una naci¨®n superior y rectora, manos a la obra contra la reproducci¨®n de la degenerada democracia venezolana y las de su cala?a, devenidas en dictaduras. Su sustituci¨®n facilita el trabajo de saneamiento de los correos del zar. Si las satrap¨ªas son amigas, la regeneraci¨®n democr¨¢tica puede esperar.
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