Brasil, (des)gobernado por Twitter
Al tomar decisiones bas¨¢ndose en los gritos en las redes sociales, Jair Bolsonaro corrompe la democracia
Brasil se ha convertido en el laboratorio del nuevo autoritarismo: no se gobierna planificando ni debatiendo con la sociedad, sino bas¨¢ndose en los alaridos de quien puede desga?itarse en las redes sociales. El nuevo presidente, Jair Bolsonaro, ha hecho la zancadilla a ministros y ha tomado decisiones a partir de la reacci¨®n de sus seguidores. No gobierna para todos, solo para los que lo apoyan. Vende como democracia lo que es corrupci¨®n de la democracia.
Sus tres hijos pol¨ªticos, a quienes el presidente llama 01, 02 y 03, ejecutan el servicio de expresar la voluntad del ¡°Padre¡± (con may¨²scula) por las redes. Algunas decisiones las toma la prole. El presidente confirma y legitima el anuncio de sus ¡°chicos¡±, como los llama, con un retuiteo. Es la bolsomonarqu¨ªa. En Internet, el gobierno es familiar, y a menudo se muestra m¨¢s real que el oficial.
Solo en las ¨²ltimas semanas, el hijo 02 llam¨® a un ministro mentiroso por Twitter. Y el presidente lo retuite¨®. A continuaci¨®n, al ministro lo destituyeron. Sergio Moro, presentado como el ¡°superministro¡± de Justicia, descubri¨® que es menos s¨²per. Bolsonaro lo oblig¨® a ¡°desnombrar¡± a Ilona Szab¨®, una reconocida especialista del ¨¢rea de seguridad, como suplente del Consejo Nacional de Pol¨ªtica Criminal y Penitenciaria. Sus seguidores la consideran ¡°izquierdista¡± y bombardearon su elecci¨®n con el hashtag #IlonaNo. Moro no tiene siquiera el minipoder de nombrar a una suplente sin la aprobaci¨®n de los seguidores del presidente.
Bolsonaro ya ha mostrado que har¨¢ de todo para mantener su popularidad activa y, as¨ª, permanecer en el poder. Podr¨ªa ser una contradicci¨®n: si la situaci¨®n en Brasil no mejora, no habr¨¢ popularidad que aguante. Pero Bolsonaro es parte de un fen¨®meno m¨¢s amplio, donde las decisiones las determina la fe, no la raz¨®n. Es el mismo mecanismo que hace que las personas crean, en 2019, que la Tierra es plana o, como garantiza el canciller de Bolsonaro, que el calentamiento global es un complot de izquierdas. Las elecciones y el d¨ªa a d¨ªa las determina una interpretaci¨®n religiosa de la realidad. Apoyar algo por fe es un fen¨®meno m¨¢s amplio y no necesariamente vinculado a un credo, ya que muchos ateos se comportan como creyentes. Sin embargo, en la ¨¦poca en que la verdad ha pasado a ser una elecci¨®n personal, ?c¨®mo hacer valer la democracia?
Bolsonaro intenta convencer de que moverse seg¨²n los gritos de sus bolsocreyentes es democracia. No lo es, ya que prescinde de cualquier instrumento que garantice la voluntad de la mayor¨ªa de los brasile?os. Solo garantiza el deseo de un grupo capaz de hacer que sus alaridos reverberen en Internet, muchas veces utilizando robots. La experiencia brasile?a mostrar¨¢ c¨®mo evolucionar¨¢ este fen¨®meno contempor¨¢neo al confrontarse con la realidad.
Traducci¨®n de Meritxell Almarza.
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