El dinosaurio
La peculiaridad de este juicio es que es un hito m¨¢s de un largo proceso, s¨ª, pero no de un proceso judicial, sino de un proceso pol¨ªtico
El juicio del proc¨¦s es algo m¨¢s que un juicio donde se dirime la responsabilidad penal de los encausados a partir de una serie de hechos probados. Se ha dicho, con cierto aire de dramatismo, que es un juicio a la democracia espa?ola. Si esto es as¨ª, y por lo que ya llevamos visto, no hay nada en ¨¦l que lo convierta en algo at¨ªpico en el funcionamiento de un sistema judicial democr¨¢tico. Otra cosa es que no se pudiera evitar que el conflicto catal¨¢n desembocara en un proceso judicial en vez de encontr¨¢rsele un arreglo pol¨ªtico. Pero eso ya entra en el m¨¢s difuso campo de las responsabilidades pol¨ªticas. No, lo que hace que sea algo m¨¢s que un juicio es que lo que all¨ª se escenifica y las reacciones que provoca nos ofrece un magn¨ªfico espejo de algunas de las patolog¨ªas que asolan a la democracia liberal en nuestros d¨ªas.
Para empezar, est¨¢ la diferencia de actitud entre quienes aparecen all¨ª en su rol de pol¨ªticos y quienes lo hacen en el menos glamuroso de funcionarios, de meros gestores o ¡°mandados¡±. Tanto en la forma como en el contenido de sus declaraciones, la diferencia es abismal. Incluso cuando de lo que se trata es de indagar sobre los hechos, los pol¨ªticos se abstraen de ellos para hacer ideolog¨ªa ¨Clos independentistas- o para apenas sentirse aludidos ¡ªlos del Estado¡ª. La pol¨ªtica nos devuelve as¨ª su doble rostro, el de quienes operan en el ¨¢mbito de la ret¨®rica y la confrontaci¨®n partidista y los que la ejercen como mera ¡°administraci¨®n¡±. Aquellos, esquivos y flotantes; estos, prolijos y rigurosos.
El aspecto m¨¢s espinoso es quiz¨¢ otro, el de los juicios paralelos y la distorsi¨®n sectaria. Donde los medios m¨¢s serios se esfuerzan por describir y reflejar lo que va aconteciendo, otros se limitan a dar rienda suelta a los pre-juicios cuando no a puros discursos del odio. Lo malo de esto es que cuando todo est¨¢ ya pre-juzgado el juicio deviene en superfluo. Sirve ¨²nicamente como una ocasi¨®n m¨¢s en la que reafirmar posiciones pol¨ªticas perfectamente blindadas frente a la argumentaci¨®n o a un supuesto desvelamiento de los hechos; es otro campo m¨¢s al que trasladar la batalla ideol¨®gica dogm¨¢tica. No hay lugar para la duda ni se precisa comprobaci¨®n de ning¨²n tipo.
Y lo tr¨¢gico es que enseguida caemos en la cuenta de que los grandes antagonismos pol¨ªticos no se dirimen mediante sentencias judiciales. La mera aplicaci¨®n del derecho, la ¡°verdad judicial¡±, no sutura las causas del conflicto. Puestos ante la tesitura de la DUI, el sistema reaccion¨® de la ¨²nica forma en que puede y sabe hacerlo un Estado de derecho. Y en eso estamos, esforz¨¢ndonos por dotarlo adem¨¢s de todas las garant¨ªas procesales y la debida publicidad. La peculiaridad de este juicio, sin embargo, es que es un hito m¨¢s de un largo proceso, s¨ª, pero no de un proceso judicial, sino de un proceso pol¨ªtico. Cuando despertemos de la sentencia, el dinosaurio seguir¨¢ all¨ª.
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