La ley de Godwin
A medida que se alarga una discusi¨®n se hace cada vez m¨¢s probable que alguien establezca una comparaci¨®n con Hitler o con los nazis
Existen muchas formas de medir la incapacidad para mantener un debate sensato. Una de ellas hasta tiene un nombre cient¨ªfico: la ley de Godwin. Inventada en 1990 por el soci¨®logo Mike Godwin, establece que a medida que se alarga una discusi¨®n se hace cada vez m¨¢s probable que alguien establezca una comparaci¨®n con Hitler o con los nazis. En el caso espa?ol, hemos batido todos los r¨¦cords, porque se han llegado a lanzar las comparaciones antes de que ni siquiera empezasen las discusiones, por ejemplo con el t¨¦rmino feminazis. No es que lo usen solo unos tipos lo suficientemente carentes de entendimiento para considerar que es una buena idea pintar un autob¨²s con el rostro de Hitler y pasearlo por varias ciudades. Lo peor, en cualquier caso, es que ha pasado a convertirse casi en una expresi¨®n admitida, como si los que la utilizan ni siquiera fuesen conscientes de la barbaridad que representa.
En EE?UU tambi¨¦n se est¨¢n cubriendo de gloria en ese sentido. El senador republicano Clay Higgins, sin duda un genio de la historia, compar¨® la semana pasada a los 70.000 soldados estadounidenses que desembarcaron en Normand¨ªa con los 70.000 inmigrantes que se encuentran en la frontera sur de su pa¨ªs. No importa que esa met¨¢fora convierta precisamente a su pa¨ªs en los nazis y a los inmigrantes en los aliados, los buenos: se tir¨® a la piscina sin mayores reflexiones.
El problema se produce, en realidad, cuando las comparaciones tienen sentido. Porque no solo existi¨® el Hitler tirano, que puso en marcha el sistema de asesinato m¨¢s espeluznante y despiadado que haya conocido la historia. Tambi¨¦n existi¨® un Hitler veterano de la I?Guerra Mundial, antisemita enfermizo, antidem¨®crata, pintor frustrado, charlat¨¢n de cervecer¨ªa, ignorado por casi todos. Ese Hitler pudo haber sido el monstruo en que se convirti¨® o simplemente un demagogo m¨¢s al que se trag¨® la historia. Ese es el problema de la ley de Godwin: que es capaz de detectar las comparaciones est¨²pidas, pero no aquellas que pueden tener sentido. Como todos los demagogos, aquel austriaco supo utilizar a su favor los miedos de una sociedad herida por la crisis en un mundo que cambiaba demasiado r¨¢pido. Y esas comparaciones s¨ª tienen sentido.
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