En las guerras, hay m��s ni?os que mueren por causas relacionadas con el agua que por la violencia

Los menores de 15 a?os que viven en pa��ses afectados por conflictos prolongados tienen de media casi tres veces m��s probabilidades de morir como consecuencia de enfermedades diarreicas causadas por la falta de agua potable, saneamiento e higiene que por la violencia directa. La denuncia llega desde un nuevo informe de Unicef, publicado este viernes con ocasi��n del D��a Mundial del Agua. ��Agua bajo el fuego�� analiza las tasas de mortalidad en 16 pa��ses de todo el mundo. Sebastian Meyer / Unicef

La probabilidad de morir aumenta en los ni?os menores de cinco a?os, quienes est��n expuestos a un riesgo 20 veces mayor de fallecer por causas relacionadas con la diarrea �Cvinculadas a una falta de acceso a agua potable y saneamiento�C que por la violencia directa.Vincent Tremeau / Unicef

La falta de acceso a servicios de agua, saneamiento e higiene enfrenta la infancia al riesgo de sufrir desnutrici��n y enfermedades prevenibles como diarrea, fiebre tifoidea, c��lera y polio. Las ni?as est��n, adem��s, expuestas a la violencia sexual mientras van a buscar agua o cuando salen a utilizar las letrinas. Las dificultades para la gesti��n de la higiene menstrual y la falta de infraestructuras adecuadas las obligan a dejar de frecuentar la escuela durante unos d��as al mes. Estos riesgos se incrementan durante los conflictos, debido a los ataques a infraestructura y al da?o infligido al personal responsable de gestionar estos servicios. Ashley Gilbertson / Unicef

M��s de ocho a?os de conflicto en Siria han sometido la poblaci��n a largas y a veces deliberadas interrupciones del aprovisionamiento de agua. Horriya, de 12 a?os, transporta un bid��n de agua en el campo de desplazados internos de Ain Issa, 50 kil��metros al norte de Raqqa. Desde noviembre de 2016, m��s de 100.000 personas han abandonado sus hogares como consecuencia de la violencia y viven en refugios tempor��neos con limitado acceso a los servicios de agua y saneamiento.Delil Souleiman / Unicef

Aisa vive en el campo de Bakassi, en Maiduguri (Nigeria), donde cuatro perforaciones que se alimentan con energ��a solar abastecen de agua a 21.000 personas desplazadas. La crisis humanitaria que azota al noreste del pa��s ha causado el desplazamiento de 1,8 millones de personas. El a?o pasado, un brote de c��lera se cobr�� 200 vidas en los estados de Adamawa, Borno y Yobe. Se estima que este a?o alrededor de 368.000 ni?os estar��n en riesgo de padecer malnutrici��n severa aguda.Abubakar / Unicef

<p>Al cierre de 2018, Banglad��s acog��a a casi 730.000 nuevos refugiados rohiny�� que hu��an de la persecuci��n y la violencia desde el vecino Myanmar. M��s de la mitad de ellos eran ni?os. El alcance y la complejidad de la crisis humanitaria obstaculizan la gesti��n de lodos fecales y la promoci��n de la higiene. A pesar de las dificultades, la labor humanitaria logr�� evitar brotes importantes de enfermedades transmitidas por el agua y estabilizar las tasas de diarrea durante la temporada de monzones, cuando el peligro de contraer alguna dolencia es m��s alto. Colocar las letrinas por encima del nivel de inundaci��n fue una de las herramientas utilizadas para eludir este riesgo.</p> <p>En la imagen, algunos j��venes se ba?an en el campo de refugiados de Nayapara, en Cox��s Bazar.</p>

Al cierre de 2018, Banglad��s acog��a a casi 730.000 nuevos refugiados rohiny�� que hu��an de la persecuci��n y la violencia desde el vecino Myanmar. M��s de la mitad de ellos eran ni?os. El alcance y la complejidad de la crisis humanitaria obstaculizan la gesti��n de lodos fecales y la promoci��n de la higiene. A pesar de las dificultades, la labor humanitaria logr�� evitar brotes importantes de enfermedades transmitidas por el agua y estabilizar las tasas de diarrea durante la temporada de monzones, cuando el peligro de contraer alguna dolencia es m��s alto. Colocar las letrinas por encima del nivel de inundaci��n fue una de las herramientas utilizadas para eludir este riesgo.

En la imagen, algunos j��venes se ba?an en el campo de refugiados de Nayapara, en Cox��s Bazar.

Patrick Brown / Unicef

Edik Gorbulin, de 13 a?os, llena un cubo con agua en Bakhmutka, en la regi��n de Donetsk (Ucrania). Edik vive con sus padres y su hermana Elizaveta. La escuela en la que estudiaba fue destrozada por un bombardeo. ��No hay otros chicos con quien jugar��, dice. ��Ya no es lo mismo. Antes hab��a otros seis chavales que viv��an en mi bloque, pero se fueron todos en 2014��. Ahora ocupa parte de su tiempo ayudando a su madre y su hermana con la colecci��n de agua. ��Me siento cansado, pero tengo que ir al pozo a por el agua. Es un trabajo duro para mi madre��, dice.Christopher Morris / Unicef

Pierre Nakifi tiene tres a?os y medio y vive en el pueblo de Bamba, a las afueras de Bangui, en la Rep��blica Centroafricana. Es hu��rfano de madre y en su breve vida ya ha estado dos veces cerca de morir debido a la malnutrici��n. El pasado verano, empez�� a perder peso y a rechazar la comida. Su padre, por miedo a no poder pagar un tratamiento en el centro de salud, recurri�� a la medicina tradicional, pero la diarrea del ni?o segu��a sin remitir. Pierre lleg�� a pesar nueve kilos y su padre, asustado, le llev�� al hospital pedi��trico de la capital. Tras recibir cuidado m��dico, consigui�� ganar peso.Ashley Gilbertson / Unicef