Segregaci¨®n y oportunidades
Necesitamos m¨¢s Alan Kruegers que nos hagan tomar conciencia de estos problemas, y que nos ayuden a imaginar nuevas respuestas
El pasado fin de semana falleci¨® Alan Krueger, economista de Princeton y antiguo director de la oficina econ¨®mica de Obama. No es este el sitio de hacer un repaso a sus abundantes y cruciales contribuciones a la econom¨ªa y a la pol¨ªtica p¨²blica, pero me gustar¨ªa recordar un episodio que reflejaba cu¨¢les eran sus ¨²ltimas obsesiones. En enero de 2012 hizo famosa la ¡°curva del Gran Gatsby¡± en una presentaci¨®n en la Casa Blanca. Esta curva ilustra la fuerte correlaci¨®n existente entre la desigualdad econ¨®mica en un momento del tiempo y la movilidad social (esto es, en qu¨¦ medida los ingresos de los individuos dependen de los ingresos de sus progenitores). Las sociedades con distribuciones de ingresos m¨¢s desiguales acaban siendo aquellas en las que la posici¨®n econ¨®mica se hereda. Dicho de otra forma, la igualdad de oportunidades est¨¢ estrechamente relacionada con la igualdad de resultados. Si quieres la primera, preoc¨²pate por la segunda.
Una raz¨®n que podr¨ªa explicar el v¨ªnculo entre desigualdad econ¨®mica y falta de movilidad social es que en las sociedades en las que las diferencias entre los ricos y los pobres son muy grandes, los incentivos a diferenciarnos de los que no son como nosotros son mayores. Y al segregarnos, ponemos m¨¢s dif¨ªcil a los que nacen en entornos desfavorecidos que puedan salir de ellos. Si los individuos de menos ingresos no pueden acceder a las ciudades y los barrios que concentran las oportunidades porque la vivienda en estos lugares se ha convertido en prohibitiva, si en el sistema educativo sus hijos no se mezclan con los hijos de las clases m¨¢s acomodadas porque los padres quieren que sus hijos compartan clase solo con los que son como ellos y si la econom¨ªa del conocimiento hace que unas cuantas exitosas ciudades globales atraigan cada vez m¨¢s inversi¨®n y talento mientras el resto del territorio se va quedando progresivamente atr¨¢s, la igualdad de oportunidades entre quien nace en un lugar y quien nace en otro sencillamente no es posible.
Corremos el riesgo de que estos patrones de segregaci¨®n se cronifiquen. Las fuerzas econ¨®micas y sociales que los impulsan son demasiado fuertes, y no disponemos de un arsenal de pol¨ªticas p¨²blicas efectivas para combatirlos. Necesitamos m¨¢s Alan Kruegers que nos hagan tomar conciencia de estos problemas, y que nos ayuden a imaginar nuevas respuestas.
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