Enrique Ponce, el drama catastr¨®fico de un torero incombustible
Una muy grave lesi¨®n de rodilla puede acabar con la temporada del diestro valenciano. El matador, casado con Paloma Cuevas, es uno de los personajes de la cr¨®nica social
Enrique Ponce (Chiva, Valencia, 1971), el catedr¨¢tico del toreo, el ni?o prodigio de la tauromaquia, el artista incombustible, atraviesa el que, sin duda, se puede calificar como el peor momento de su larga y exitosa trayectoria como torero.
El pasado lunes, cuando toreaba en el patio de su casa, en la feria de Valencia, rodeado del cari?o y la generosidad de los suyos, ante un toro de la ganader¨ªa comercial de Hermanos Garc¨ªa Jim¨¦nez, un descuido, un desliz, qui¨¦n sabe si un exceso de confianza, acab¨®, por el momento, con todos sus proyectos taurinos. Al intentar un pase de pecho, el animal lo enganch¨®, primero, por la hombrera, le levant¨® los pies del suelo y clav¨® el pit¨®n derecho en la parte posterior del muslo izquierdo del torero, lo que le produjo una herida con dos trayectorias de 12 y 5 cent¨ªmetros. Pero ese no fue m¨¢s que un ara?azo en comparaci¨®n con el fotograma siguiente a la voltereta.
En esas r¨¢fagas de segundo que parecen imperceptibles para el ojo humano, el torero cay¨® al suelo con la pierna izquierda totalmente doblada, y, aunque nada se oy¨® ni en la plaza ni en la pantalla de televisi¨®n, la rodilla de Ponce dio un chasquido y pareci¨® romperse en mil pedazos, como un jarr¨®n chino. A¨²n en la arena y con la mirada del toro a escasos mil¨ªmetros de su piel, el torero, con la cara demudada por el dolor, se ech¨® mano a la zona herida antes de que su adversario lo zarandeara a placer por la arena en la b¨²squeda, felizmente infructuosa, de hacer a?icos el cuerpo de su presa.
Cuando Enrique Ponce recuper¨® con gran esfuerzo la verticalidad era evidente que la vida le acababa de cambiar en ese mismo instante. Desde entonces, yace en una cama de hospital, en Valencia, primero, y desde el martes en el hospital Nisa de la localidad madrile?a de Aravaca, donde ha sido intervenido por el traumat¨®logo ?ngel Villamor, quien ha calificado la lesi¨®n del torero de "rodilla catastr¨®fica".
As¨ª se denomina en medicina la fractura del ligamento cruzado anterior, que ya ten¨ªa roto por un percance en el campo que se produjo a finales del a?o pasado; la fractura del ligamento lateral interno, los dos meniscos y la mitad de la meseta tibial, que, adem¨¢s, estaba hundida dos cent¨ªmetros. Un drama. La operaci¨®n quir¨²rgica ha sido, al parecer, un ¨¦xito, pero ahora le espera un largo calvario de rehabilitaci¨®n que puede durar varios meses y amenaza, incluso, con tener que decir adi¨®s a la temporada completa.
La primera inc¨®gnita la despej¨® el propio torero antes de que fuera anestesiado en la noche del pasado mi¨¦rcoles: Victoriano Valencia, su suegro y apoderado, firm¨® un documento con el empresario de la plaza de Las Ventas en el que Ponce se compromet¨ªa a cumplir sus dos tardes en la feria de San Isidro a pesar del diagn¨®stico m¨¦dico. Las buenas intenciones de estar en la feria madrile?a que se celebrar¨¢ del 14 de mayo al 16 de junio, se desvanecieron pocos d¨ªas despu¨¦s, cuando en los carteles de la feria apareci¨® el nombre de El Juli en las dos fechas que Ponce ten¨ªa comprometidas. Pero su actitud pone de manifiesto el inter¨¦s desmedido del torero por volver a los ruedos y estar presente en todas las ferias.
Lo que pudiera ser una condici¨®n l¨®gica en un joven con aspiraciones de figura, plantea interrogantes en un personaje que ha cumplido 47 a?os, lleva 29 temporadas como matador de toros, goza del reconocimiento un¨¢nime y ha ganado, se supone, el dinero m¨¢s que suficiente para disfrutar de una muy c¨®moda posici¨®n econ¨®mica. Es conocida la apasionada vocaci¨®n taurina de Enrique Ponce, pero llama poderosamente la atenci¨®n su exagerado inter¨¦s por hacer el pase¨ªllo en plazas de mayor y menor categor¨ªa de Espa?a, M¨¦xico, Per¨², Colombia, Ecuador¡ De hecho, parece que decidi¨® aplazar la operaci¨®n de la rodilla que se lesion¨® en el campo para hacer la campa?a americana, y este domingo, d¨ªa 24, estaba anunciado en la localidad sevillana de Mor¨®n de la Frontera junto a Jesul¨ªn de Ubrique, que reaparece en los ruedos, y Cayetano. Como si tuviera una imperiosa necesidad material m¨¢s que espiritual¡
Los toreros saben de toros y viven en otro mundo; compran bienes y hacen inversiones. Pero, como ocurre con todo hijo de vecino, a veces aciertan y, a veces, no. No han sido pocos los de luces que han debido volver a los ruedos para subsanar delante del toro las p¨¦rdidas de negocios ruinosos. Se desconoce si este es el caso de Ponce, a pesar de lo que cuentan aquellos que dicen estar en los secretos m¨¢s ¨ªntimos de los toreros famosos. Sea como fuere, un descuido, un desliz o, quiz¨¢, un exceso de confianza ha hecho a?icos los planes taurinos del maestro Enrique Ponce.
Una rodilla "catastr¨®fica" le obliga a guardar cama, y a someterse a una dura y larga convalecencia. As¨ª de incierto y peligroso es el toreo. Incluso para los toreros sabios y doctores en t¨¦cnica como ¨¦l. Ojal¨¢ su optimismo sea m¨¢s realista que el diagn¨®stico m¨¦dico; ojal¨¢ su pasi¨®n taurina sea m¨¢s venenosa que una necesidad bancaria, porque, al margen de gustos particulares, Enrique Ponce es un torerazo clarividente y nacido para la gloria.
¡°Soy hijo de un sue?o¡±, dijo hace alg¨²n tiempo a este peri¨®dico en referencia a su abuelo materno, que lo convenci¨® para que abandonara su inclinaci¨®n infantil por la pelota. ¡°?Ves lo peligroso que es el f¨²tbol, Enrique?¡±, dice que le coment¨® con motivo de una leve lesi¨®n. Cambi¨® el bal¨®n por la espada y la muleta y se ha convertido en un torero para la historia. Sus n¨²meros son mareantes, ha toreado m¨¢s que nadie, ha batido todos los r¨¦cords, ha salido a hombros de todas las plazas ¨Ccuatro veces por la Puerta Grande de Madrid y una por la Puerta del Pr¨ªncipe¨C y ha indultado 53 toros, los suficientes para hacer varias ganader¨ªas.
Est¨¢ casado con Paloma Cuevas y ambos son padres de dos ni?as. El matrimonio tiene tiempo para hacer vida social, y asiste con frecuencia a fiestas solidarias y saraos culturales que le conceden la p¨¢tina social de la que carecen los taurinos. Por si fuera poco, sus ¨ªntimos aseguran que Enrique es un hombre discreto, sencillo, exquisito¡ a quien le encantan los boleros, la moda, el golf, la caza y el esqu¨ª. A pesar de que ya es un se?or con toda la barba, sigue teniendo la cara de no haber roto nunca un plato, aunque su rictus sonriente le ha desaparecido ahora a causa de esa ca¨ªda tan inoportuna y dolorosa.
¨C ?Por qu¨¦ sigue toreando?, le pregunt¨® este peri¨®dico hace un par de a?os.
¨C Porque me encuentro muy bien, muy fuerte y he conseguido perfeccionar mi toreo. Porque soy torero y estoy vivo. No busco nada, solo seguir madurando. Y porque estoy en el mejor momento de mi vida.
Ahora, sin duda, no est¨¢ en el mejor momento de su vida, pero es torero y est¨¢ vivo. Ojal¨¢ vuelva pronto y por las mismas razones que esgrimi¨® hace un par de a?os. Ojal¨¢ su mala suerte ante el toro no sea, adem¨¢s, un drama ¡®catastr¨®fico¡¯.
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