La fuerza en un pa?uelo

Se puede ser ejemplar sin caer en los gestos, y desplegar una pol¨ªtica de gestos sin ser ejemplar. Y es lo primero, la ejemplaridad, lo que estos d¨ªas ha llamado la atenci¨®n de Jacinda Ardern. La respuesta de la primera ministra de Nueva Zelanda ante los atentados del terrorista supremacista que asesin¨® a 50 musulmanes va m¨¢s all¨¢ del mero gesto: ofrece un marco coherente de ejemplaridad donde el mundo de los hechos y el de los valores vuelven a unirse, donde la resistencia de lo real empieza a claudicar poco a poco ante lo ideal.

Su famoso ¡°ellos son nosotros¡± sobre los miembros de las comunidades de inmigrantes afectadas por el ataque rompi¨® con el habitual uso del extendido binomio populista, una forma de destilar el mundo que impone visiones hol¨ªsticas de las culturas y una comprensi¨®n pacata de las sociedades como nichos perfectamente coherentes, sin fisuras o suturas, purificadas de todo lo que huela a diferencia. La fuerza totalitaria del ¡°nosotros y ellos¡± representa un patrimonio reaccionario de veleidades preb¨¦licas, pero no fue debilidad lo que mostr¨® Jacinda Ardern: exhibi¨®, por contra, una fortaleza inusual en la clase pol¨ªtica dirigente, reconociendo la vulnerabilidad como el punto de referencia para pensar la pol¨ªtica desde otro lugar.

Al mostrarse con un pa?uelo negro sobre su cabeza para acompa?ar a las v¨ªctimas de las comunidades musulmanas atacadas, abraz¨¢ndolas y consol¨¢ndolas, creaba ese ¡°nosotros¡± que puede surgir en torno a una herida, al sentimiento de p¨¦rdida, a esa sensaci¨®n de vulnerabilidad que experimentamos cuando nos percatamos de que nuestras vidas siempre estar¨¢n expuestas al capricho del otro, pero tambi¨¦n a su empat¨ªa. Ninguna respuesta en¨¦rgica, ning¨²n llamamiento a la guerra o la revancha despu¨¦s de un atentado puede cambiar esa azarosa dependencia. Al no querer pronunciar el nombre del terrorista, la primera ministra hizo algo m¨¢s importante a¨²n: poner rostro a quien realmente lo necesita, a aquellos que est¨¢n m¨¢s expuestos a la violencia. Les dec¨ªa, as¨ª, que merecen un duelo y estar presentes en los discursos nacionales, que merecen que se reconozcan sus vidas p¨²blicamente, y que se lloren sus p¨¦rdidas.

El marco de ejemplaridad ofrecido por Ardern se ha comparado con el autoritarismo y la xenofobia de los iliberales Trump, Orb¨¢n y Modi. ¡°Jacinda Ardern importa¡±, se ha dicho, e importa por su sencillez, porque no construye un liderazgo desde la lejan¨ªa o las liturgias cesaristas de algunos de nuestros flamantes y muy dem¨®cratas l¨ªderes. Ardern muestra humanidad, y algo que escasea tambi¨¦n en el mundo de los impecables paladines liberales: sensibilidad para entender el dolor ajeno.