Alma hecha gesto
Provoca m¨¢s indulgencia mantener dos ideas opuestas, una para practicarla y otra para predicarla, que la renuncia a una de ellas, especialmente si da placer o dinero
Existen pocos diagn¨®sticos mejores de la vida espa?ola, en especial en lo que se refiere a las artes o a los oficios que algunos pretenden art¨ªsticos, entre ellos tambi¨¦n por desgracia el periodismo, que el que hizo hace una d¨¦cada Andr¨¦s Trapiello en Diario de Pontevedra: ¡°Yo ironizo con esos hombres que quieren parecerse a Bogart en la pantalla, pero luego quieren llevarse a la Lauren Bacall real a la playa de Malib¨² real. Quieren ser unos fracasados en la pantalla y unos grandes triunfadores en la vida. Gente que ha mitificado el fracaso en la literatura, pero luego quieren vivir como raj¨¢s en la vida real, y recibir premios y estar en todas. Gente que dignifica el fracaso literariamente, pero que piensan obtener con el fracaso grandes ¨¦xitos¡±.
Pienso mucho en esas frases de Trapiello porque por todas partes uno se encuentra almas torturadas que sufren escribiendo, gobernando, rodando o lo que sea que hagan, actividades que detestan y califican de calvario, mientras declaran qu¨¦ felices ser¨ªan en el anonimato lejos de los aviones, las conferencias y esos fans tan pesados que hacen cola para conocerlos; en cuanto llegan a su hotel, sacan la calculadora y corren a seguir haciendo lo mismo, que suele ser el ¡°grotesco papel¨®n de literato¡± que percibi¨® Rafael S¨¢nchez Ferlosio que estaba haciendo despu¨¦s de la publicaci¨®n de El Jarama.
No solo percibi¨® qu¨¦ era para ¨¦l aquello, sino que le puso nombre, decidi¨® que no le gustaba, ni el papel¨®n ni la novela, y se encerr¨® en sus aposentos privados en gesto de renuncia p¨²blica. Eso, quiz¨¢, es lo que yo destacar¨ªa de ¨¦l hoy, cuando ya se ha destacado casi todo: el prestigio no de la contradicci¨®n, sino de la rectificaci¨®n. Que alcanz¨® su vida, su obra y muchas de sus convicciones, ideas que ¨¦l ten¨ªa y que evolucion¨® con naturalidad y sin ese miedo tan espa?ol a que la rectificaci¨®n sea tratada como paso atr¨¢s, cobard¨ªa o sumisi¨®n.
De tantas cosas que hay que admirar de Ferlosio, esa es especialmente oportuna en estos tiempos en los que el ¡°haz lo que yo diga, no lo que yo haga¡± o el ¡°me contradigo porque contengo multitudes¡± ha provocado un estallido de desacomplejados seg¨²n el cual tiene m¨¢s reconocimiento social la doble moral que el abandono. Provoca m¨¢s indulgencia mantener dos ideas opuestas, una para practicarla y otra para predicarla, que la renuncia a una de ellas, especialmente si da placer o dinero.
Ferlosio pudo, como hacen tantos pol¨ªticos (¡°no tengo ambici¨®n de poder, pero mis compa?eros me lo piden¡±), escritores (¡°la novela est¨¢ muerta y el mundo literario podrido, c¨®mprame un libro y hazme una entrevista¡±) o lo que sea a que se dediquen, retroceder y avanzar, amagar y no dar, sufrir mucho artificialmente mientras empezaba una brillante carrera literaria que cambi¨® por otra m¨¢s oscura, sin tantos oropeles, que fue digna de tanto o m¨¢s reconocimiento por lo que ten¨ªa de aut¨¦ntica.
Lo hab¨ªa mandado todo a paseo sin marcha atr¨¢s, y cuando tuvo que avergonzarse de algunos de sus escritos y de algunas de sus ideas, y avergonzarse de s¨ª mismo sin raz¨®n o con ella, lo dijo con una naturalidad que deber¨ªa de servir como lecci¨®n a quienes consideran que el prestigio se gana no moviendo una palabra o una coma; todos representantes del desplante, como el propio Rafael S¨¢nchez Ferlosio dijo en un art¨ªculo que enterraba su antigua y prol¨ªfica pasi¨®n taurina: el ah¨ª queda eso como ¡°paradigma del alma-hecha-gesto de la espa?olez¡±.
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