¡®Alien¡¯, el terror procede del subconsciente
La pel¨ªcula de Ridley Scott fue uno de los primeros ejemplos de disociaci¨®n entre calidad e impacto en el cine comercial

Alien, de Ridley Scott, no es la primera pel¨ªcula en la que aparecen claramente disociadas su calidad (discutible) y su influencia (enorme) sobre el cine comercial posterior, pero s¨ª es uno de los ejemplos m¨¢s conspicuos. Alien impact¨® en el cine comercial no solo con una franquicia que todav¨ªa hoy, 40 a?os despu¨¦s, sigue explotando Scott, sino por la recuperaci¨®n del terror como claustro gen¨¦rico en el que emboscar cualquier descripci¨®n de la Weltanschauung posmoderna. La herencia de Alien no solo es cremat¨ªstica, que ya ser¨ªa un incentivo poderoso, sino conceptual.
Un an¨¢lisis estrictamente cinematogr¨¢fico de la pel¨ªcula revela una desconcertante mezcla de sensibilidad y torpeza, disimulada en su d¨ªa por el impacto terror¨ªfico del par¨¢sito. Las secuencias de apertura son espl¨¦ndidas, quiz¨¢ lo mejor que ha rodado nunca Ridley Scott: los travellings inquietantes por la nave vac¨ªa (plano de la brisa del aire acondicionado moviendo las p¨¢ginas del libro de bit¨¢cora), el despertar alucinatorio de la tripulaci¨®n hibernada, el aterrizaje en el planetoide o la aterradora inmensidad lovecraftiana de la nave alien. El pulso se sostiene, aunque en curva descendente, hasta las muertes de Parker y Lambert. A partir de ese momento, Scott se deja llevar por su querencia hacia las fugas de luz y a la planificaci¨®n confusa hasta que Ripley, instalada en la nave auxiliar, abandona y destruye la Nostromo. Por fortuna, el enfrentamiento final con el hijo de Kane recupera el buen tono inicial.
Alien se sostiene hoy porque su excepcional acabado est¨¦tico supera las insuficiencias de puesta en escena que aparecen como verrugas a partir de la mitad del filme. La acumulaci¨®n de talento visual tiene poco parang¨®n en la producci¨®n contempor¨¢nea: Ron Cobb, Moebius, Chris Foss y, sobre todo, Hans Ruedi Giger, el demiurgo del terror biomec¨¢nico de la criatura. Scott, cuya sutilidad es perfectamente descriptible ¡ªes m¨¢s bien un organizador de la producci¨®n que un director con un punto de vista significativo¡ª, juega con habilidad la identificaci¨®n de los niveles de la Nostromo con el espacio psicol¨®gico, desde el consciente (el puente de mando, las salas m¨¦dicas iluminadas con luz blanca, el recinto de Mother) hasta el subconsciente de las plantas inferiores, donde anida la oscuridad, se pierde la raz¨®n, trabaja el proletariado y acecha la pesadilla.
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