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Diario sentimental de Lanzarote Volcanes, cactus, l¨ªquenes y lava rodeada por un oc¨¦ano impetuoso. Pueblos blancos, ¨¢rboles de eucaliptos y de palmas. Retazos evocadores de un ritmo de vida cadencioso e isle?o. Esta es la mirada de un fot¨®grafo encuadrada durante a?os hacia un enclave cobijo de artistas, intelectuales y buscavidas de todo signo que llegaron aqu¨ª para encontrar la belleza de un paisaje arrebatador Escena al filo del parque nacional de Timanfaya. Alessandro Vincenzi Jard¨ªn de cactus en Guatiza, un proyecto del arquitecto, paisajista y artista C¨¦sar Manrique. Hoy alberga 4.500 ejemplares de 450 especies del continente americano, Madagascar y otras ¨¢reas des¨¦rticas. Alessandro Vincenzi Un habitante de la isla, descansando tras un paseo por la Cueva de los Verdes, a principios de a?o. Alessandro Vincenzi Sombras de neopreno de la tribu surfista que surca las olas que arrecian sobre la playa de Famara. Este enclave de la isla de Lanzarote es considerado por muchos integrantes de la comunidad surfera global como la Haw¨¢i de Europa. Alessandro Vincenzi Detalle del jard¨ªn de la casa del arquitecto y paisajista C¨¦sar Manrique en el municipio de Har¨ªa. Alessandro Vincenzi Mat¨ªas, de 6 a?os de edad, retratado en 2016 en la playa de la Canter¨ªa, una de las m¨¢s sugerentes de Lanzarote, un para¨ªso para los parapentes. Alessandro Vincenzi Una barca de pedales aparcada cerca del muelle de Orzola (2019). Alessandro Vincenzi Un hombre con ropas tradicionales en el bar del centro cultural de Tabayesco, durante la fiesta de Nuestra Se?ora de la Candelaria, en enero de 2019. Alessandro Vincenzi Peque?as casas, que fueron fuertes y dep¨®sitos subterr¨¢neos de municiones durante la Guerra Civil, ahora son utilizadas ocasionalmente por los lugare?os para reunirse con amigos (2019). Alessandro Vincenzi Cono volc¨¢nico cerca de Tinajo, 2008. Diario sentimental de Lanzarote Mi primer encuentro con Lanzarote fue en mayo de 2008, durante un viaje que incluir¨ªa tambi¨¦n unos d¨ªas en Fuerteventura. Despu¨¦s de unos a?os, inmerso en mis pensamientos, me sorprendi¨® que el ¨²nico recuerdo claro y n¨ªtido que ten¨ªa de aquel viaje era el de los volcanes, cactus, l¨ªquenes y tanta lava circunscrita de un oc¨¦ano impetuoso. Con sus pueblos blancos rodeados de un mar negro de lava, Lanzarote me hab¨ªa impresionado. Una isla donde el verde y la sombra solo existen gracias a los arboles de eucaliptos y de palmas que han sido plantados a lo largo de los a?os. Una isla que ha logrado mantener su autenticidad en gran parte del territorio gracias a la determinaci¨®n de sus habitantes, entre los que destaca C¨¦sar Manrique, arquitecto y paisajista. Gracias a su visi¨®n, el artista polifac¨¦tico ha ayudado a preservar el encanto de Lanzarote priorizando la naturaleza por encima de una segura construcci¨®n masiva. Comenc¨¦ a ir con relativa frecuencia. Y a fotografiarla estrictamente en formato anal¨®gico para empatizar con aquel ritmo caracter¨ªstico de la isla. Simplemente me dej¨¦ llevar en busca del v¨ªnculo tierra-agua-hombre. Alessandro Vincenzi