La segunda independencia
No suele suceder que quien tiene el poder, los militares, se lo entreguen a quienes ahora no lo tienen, los civiles democr¨¢ticamente organizados
Si hay una regla de hierro del poder en la Argelia independiente es que el jefe del Estado es un militar o alguien nombrado por los militares. Jam¨¢s ha existido algo parecido a un poder civil argelino. Tiene toda la l¨®gica que haya sido un militar, el jefe del Estado Mayor Ahmed Gaid Salah, quien le ha?se?alado la puerta de salida a Abdelaziz Buteflika ahora, cuando hace 20 a?os fueron los militares los que le ofrecieron la puerta de entrada, con unas elecciones perfectamente ama?adas Buteflika y su entorno familiar se han resistido como gato panza arriba a las crecientes muestras de descontento de los argelinos ante la prolongaci¨®n fraudulenta de su presidencia. Hay que recordar que el incendio empez¨® con el anuncio de su quinta candidatura, mientras se hallaba hospitalizado en Ginebra, despu¨¦s de seis a?os de una vergonzosa incapacidad para ejercer la m¨¢xima magistratura argelina y de haberse presentado y ganado las elecciones por cuarta vez en 2014 sin ni siquiera pronunciar un discurso.
Desde el 10 de febrero, cuando empez¨® todo, el clan de los Buteflika no ha hecho m¨¢s que retroceder. Primero renunci¨® al quinto mandato. Luego intent¨® prolongar el cuarto mandato para organizar desde la presidencia un proceso constituyente y una nueva elecci¨®n a la que no se iba a presentar al enfermo. M¨¢s tarde, lleg¨® la eventual incapacitaci¨®n presidencial, que pod¨ªa llevar m¨¢s de tres meses de procedimiento sin garant¨ªas de que el entorno presidencial no siguiera controlando el poder desde la sombra. Ninguna de las concesiones consigui¨® frenar el crecimiento de la protesta.
Las dos ¨²ltimas jugadas han sido el anuncio de una dimisi¨®n antes del d¨ªa 28, fecha en la que vence el mandato presidencial, e inmediatamente la carta de dimisi¨®n efectiva y sin m¨¢s dilaciones, el pasado martes, cumpliendo las ¨®rdenes del general Gaid Salah. Hasta el ¨²ltimo momento el presidente destituido ha intentado salvar la cara y ofrecer la apariencia de que tiene todo bajo control e incluso lo ha subrayado en su inveros¨ªmil carta de dimisi¨®n.
La realidad es que el clan de Buteflika ha sido desalojado del poder y lo ha sido por la presi¨®n pac¨ªfica de los argelinos movilizados en una medida desconocida desde los tiempos de la independencia. Pero quien ha dado la orden ha sido Gaid Salah, acompa?ada de una declaraci¨®n elocuente: ¡°Apoyaremos al pueblo hasta que sus reivindicaciones sean satisfechas entera y totalmente¡±.
Los militares tienen ante s¨ª dos opciones: controlar la sucesi¨®n, como han venido haciendo hasta ahora, o atender a la demanda popular de terminar de una vez con el r¨¦gimen y actuar como organizadores neutrales de una transici¨®n democr¨¢tica con un proceso constituyente abierto y libre. No suele suceder que quien tiene el poder se lo entregue a quienes ahora no lo tienen, los civiles democr¨¢ticamente organizados. Ser¨ªa una nueva revoluci¨®n y una nueva declaraci¨®n de independencia.
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