Libia no es segura para los migrantes
Debajo de la partida de p¨®ker, o de ajedrez, y de la venta de armas a pa¨ªses en conflicto y el control del petr¨®leo, hay personas sin derechos que esperan el milagro de la visibilidad
Llamamos mariscal de campo a Jalifa Hafter porque es un se?or de la guerra con las amistades adecuadas: Arabia Saud¨ª, Emiratos ?rabes Unidos y Egipto; y, entre bambalinas, EE?UU, cuya agencia de espionaje ¡ªla CIA¡ª tanto le ha ayudado desde 1989. En Libia se desarrolla una partida de p¨®quer sobre un doble tablero de ajedrez, el de la Cirenaica y el de la Tripolitania, dos antiguas provincias romanas a las que les cost¨® sentirse un solo pa¨ªs bajo el pu?o de hierro de Muamar el Gadafi. En ella participan los pa¨ªses ya citados, adem¨¢s de la Rusia de Vlad¨ªmir Putin, envalentonada tras su ¨¦xito en Siria.
Tambi¨¦n juega la Francia de Emmanuel Macron, que coquetea con Hafter ¡ªle recibi¨® en el El¨ªseo¡ª, enfrentada a la Italia de Matteo Salvini, que apuesta por el actual Gobierno de Tr¨ªpoli, reconocido por la ONU y la UE. Con ¨¦l tiene acuerdos para dificultar la salida de pateras y devolver a los que lograron echarse a la mar. Libia fue colonia italiana.
Las fuerzas de Hafter controlan desde febrero el sur, incluidos los yacimientos de petr¨®leo de Al Sharara, en los que participa Repsol, vitales para Tr¨ªpoli. Su plaza fuerte es Bengasi, donde derrotaron a las franquicias armadas yihadistas, fueran del ISIS o de Al Qaeda. Les cost¨® cuatro a?os hacerse con Cirenaica. Tr¨ªpoli no ser¨¢ un paseo militar. De momento han conseguido desbaratar la Conferencia Nacional impulsada por la ONU y dejar en suspenso unas elecciones que no deseaban. Tienen la iniciativa pol¨ªtica.
Al EE?UU bipolar de Donald Trump, que en teor¨ªa apoya el plan de la ONU y al Gobierno de Tr¨ªpoli, no le desagrada la idea de que Libia vuelva a estar en manos de un hombre fuerte. Las prisas han llegado por la creciente influencia de Rusia en el entorno de Hafter.
?Qu¨¦ fue de los migrantes devueltos por la UE a Libia? Sabemos que 3.400 se han visto desplazados en los ¨²ltimos d¨ªas, y que 1.400 se encuentran en campamentos pr¨®ximos al frente. ?No era un pa¨ªs seguro? ?Alg¨²n plan para protegerlos?
El 85% de los rescatados en el Mediterr¨¢neo central desde julio de 2018 fueron devueltos a Libia. No solo est¨¢n en riesgo debido a la guerra, preocupa su situaci¨®n cotidiana encerrados en campos de concentraci¨®n donde se violan los derechos humanos. Hay noticias de vejaciones y abusos sexuales. La CNN film¨® en noviembre de 2017 una subasta de esclavos.
Pero hemos conseguido el objetivo: alejarles de nuestras costas y de nuestra conciencia. Si no salen en nuestras televisiones no nos obliga a ser testigos de su destino. Deslocalizamos la responsabilidad legal porque algunos son refugiados que escapan de guerras de las que no somos inocentes. Debajo de la partida de p¨®quer, o de ajedrez, y de la venta de armas a pa¨ªses en conflicto y el control del petr¨®leo, hay personas sin derechos que esperan el milagro de la visibilidad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.