Manda un general, como de costumbre
A Ahmed Gaid Salah solo le falta reconocer que el poder de los suyos debe someterse al poder civil y que ¨¦l mismo tambi¨¦n debe jubilarse
Manda un general. Y quiere que se sepa gracias a su palabra, no por sus acciones, que en el caso de los generales debe ser al menos amenazante. Su voz de mando es la m¨¢s sonora del pa¨ªs, la m¨¢s escuchada y analizada, la que hay que interpretar para captar hasta la m¨¢s leve modificaci¨®n de sus planes e ideas. Y tiene toda la l¨®gica, porque su palabra, atenta a lo que sucede en la calle, es cambiante y adaptable. As¨ª suele suceder en los pa¨ªses que quieren transitar el camino dif¨ªcil y a veces imposible desde opacas e inextricables dictaduras hasta la democracia.
El general argelino Ahmed Gaid Salah se pronunci¨® primero en favor de que el enfermo Buteflika se presentara a unas nuevas elecciones presidenciales, debidamente ama?adas, como corresponde, empezando as¨ª un quinto mandato a pesar de su visible incapacidad para ejercer tareas de gobierno. Luego, ante tanta protesta, acudi¨® a palabras m¨¢s amenazantes, que evocaban los ¡°a?os dolorosos¡± de la guerra civil y del terrorismo e insinuaban intervenciones misteriosas desde el exterior.
Gaid Salah era la m¨¢xima autoridad militar del pa¨ªs despu¨¦s de Buteflika. Visto el estado en que se hallaba el entonces presidente, incapaz incluso de articular una palabra, no hay duda de qui¨¦n era el jefe efectivo. Una vez aceptada su dimisi¨®n y con un jefe de Estado interino, el presidente del Consejo de la Naci¨®n o Senado, Abdelkader Bensal¨¢, todav¨ªa hay menos dudas sobre qui¨¦n manda hoy en Argel. Todos pertenecen al clan Buteflika, que bracea para mantenerse en el poder a pesar de la persistente y creciente protesta popular.
Gaid Salah dio la luz verde a la destituci¨®n de Buteflika el 2 de abril y quince d¨ªas m¨¢s tarde ha lanzado una advertencia contra quienes ¡°conspiran contra la voluntad del pueblo¡±. La adulaci¨®n al pueblo nunca falta a la cita de los grandes discursos argelinos, de unos y de otros. El general ha dado instrucciones precisas para que las manifestaciones puedan seguir pac¨ªficamente, en un signo interpretado desde la calle como de apoyo impl¨ªcito a los manifestantes. El jefe militar quiere salvarse y ahora esgrime la eventualidad de un aut¨¦ntico proceso constituyente, en vez de un apa?o como el de las elecciones presidenciales convocadas para el 4 de julio desde las viejas estructuras del poder.
El general suele evocar dos art¨ªculos de la Constituci¨®n de elocuente significado rupturista. El 7, donde se dice que ¡°el pueblo es la fuente de toda soberan¨ªa¡± y que ¡°la soberan¨ªa nacional pertenece exclusivamente al pueblo¡±, y el 8, en el que se le reconoce al pueblo ¡°el poder constituyente¡±. Al anciano militar solo le falta reconocer que el poder de los suyos debe someterse al poder civil y que ¨¦l mismo tambi¨¦n debe jubilarse. Tendr¨ªa m¨¦rito y ser¨ªa un ejemplo admirable, y muy oportuno para el mundo ¨¢rabe, que lo hiciera despu¨¦s de garantizar la convocatoria de las primeras elecciones libres desde la independencia, algo que por el momento nadie atisba todav¨ªa en el horizonte.
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