La novela de los partidos
Durante las campa?as, se excita el morbo por las alianzas, dando a entender que llegar a acuerdos con quien piensa distinto es malo
El periodismo pol¨ªtico en Espa?a es un g¨¦nero que se escribe en estilo indirecto. Los partidos dicen, afirman, exigen, responden, buscan, pretenden. La secuencia se transmite con formulismos propios de la cr¨®nica deportiva. As¨ª como el locutor que describe un partido de f¨²tbol desde su cabina puede decir ¡°Xavi busca un pase largo¡±, el periodista pol¨ªtico escribe ¡°S¨¢nchez busca dividir el voto de la derecha¡±. Igual que el avezado cronista dice ¡°Modric intenta zafarse de la presi¨®n¡±, el redactor de pol¨ªtica titula ¡°Rivera intenta recuperar la bandera del centro¡±. ¡°Iglesias arremete contra la banca¡± suena un poco a ¡°Ronaldo golpea con fuerza la pelota¡±, ¡°Casado sale a recuperar el voto de Vox¡± nos recuerda a ¡°Isco pide juntar las l¨ªneas¡±. S¨²mese nuestra adicci¨®n a la c¨¢bala demosc¨®pica, con encuestas public¨¢ndose todas las semanas, y del f¨²tbol pasamos al hip¨®dromo.
Lo que intento decir es que ¨²ltimamente el periodismo pol¨ªtico que se practica en Espa?a parece contentarse con ser el subrayado enf¨¢tico de la estrategia electoral de los partidos. Las cuestiones de fondo desaparecen. Ha sido fastidioso esta campa?a comprobar que hoy en Espa?a un l¨ªder pol¨ªtico puede someterse a una entrevista sin que le hagan ni una sola pregunta sobre sus opciones de pol¨ªticas p¨²blicas. Preguntas del tipo: ?es necesario reforzar o suprimir los conciertos escolares?, ?debemos apostar por la energ¨ªa nuclear?, ?vincular la subida de las pensiones al IPC? Es cierto que muchas de estas cuestiones t¨¦cnicas se derivan a portavoces sectoriales, pero no deber¨ªamos ser m¨¢s exigentes con los ministros que con sus jefes.
?Exagero? He visto entrevistas en todos los medios de hasta 30 preguntas donde s¨®lo una o dos versan sobre lo que la lengua inglesa llama policies (pol¨ªticas p¨²blicas). El resto, con terca insistencia, sobre politics (politiqueo). Fuera del periodo electoral, el inter¨¦s se desplaza a la vida interna del partido (¡°?se siente arropado por la ejecutiva?¡±). Durante las campa?as, se excita el morbo por las alianzas, dando a entender que llegar a acuerdos con quien piensa distinto es malo (¡°?puede asegurar que no pactar¨¢ con el partido maligno?¡±). Y como en la prensa del coraz¨®n, las fotograf¨ªas son motivo de esc¨¢ndalo.
Solemos lamentarnos de la escasa atenci¨®n que prestan los pol¨ªticos a los ¡°problemas reales¡± de la poblaci¨®n. Pero ese lamento no puede sonar sino insincero si luego no probamos el conocimiento de nuestros l¨ªderes sobre esos dosieres cuya resoluci¨®n escapa al manejo de las consignas de partido. La conversaci¨®n p¨²blica de un pa¨ªs deber¨ªa consistir en algo mucho m¨¢s variado que en novelar la vida de los partidos y de sus l¨ªderes, de quienes abundan en la prensa perfiles plutarquianos narrando los lances de su ambici¨®n y su fortuna. No niego que esta prosa puede tener inter¨¦s. El problema es un monocultivo que no favorece precisamente lo que decimos a?orar: el an¨¢lisis sereno de los problemas, el debate constructivo de las propuestas.
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