Echar al presidente
Candidatos presidenciales a la destituci¨®n los hay en todas partes. No hay en cambio tantos sistemas eficaces para resolver el problema
Hay un momento en que hay que echar al presidente. Sabiendo que, a falta de instrumentos pac¨ªficos a mano, la cuesti¨®n acabar¨¢ degenerando en la calle. Candidatos presidenciales a la destituci¨®n los hay en todas partes. No hay en cambio tantos sistemas eficaces para resolver el problema, ni todos los que hay son democr¨¢ticos y tranquilos. La limitaci¨®n de mandatos y los procedimientos de destituci¨®n son los mejores. No en vano los tiene Estados Unidos, la democracia m¨¢s veterana y experimentada.
En Egipto el Parlamento acaba de eliminar una de las cautelas al poder sin l¨ªmites: Al Sisi podr¨¢ presentarse de nuevo hasta 2030. Poco importa all¨ª donde todas las elecciones han sido ama?adas desde el golpe con el que lleg¨® al poder el actual presidente. En Argelia, eliminada la limitaci¨®n de mandatos y hartos de elecciones fraudulentas, los ciudadanos han conseguido en la calle la destituci¨®n del presidente sin pasar por las urnas. En Sud¨¢n, todav¨ªa con menos formalidades que Argelia, tambi¨¦n es la calle la que ha echado al dictador.
Es dif¨ªcil definir una democracia, pero lo que es seguro es que no existe all¨ª donde no hay forma democr¨¢tica de echar al presidente. Argelia y Sud¨¢n van en la buena direcci¨®n, y Venezuela, en cambio, va en la contraria. Maduro ha cambiado la regla de juego cada vez que han intentado echarle: impidi¨® un refer¨¦ndum revocatorio porque no estaba seguro de ganarlo como Ch¨¢vez y neutraliz¨® la Asamblea Nacional cuando perdi¨® las elecciones en 2015 con la creaci¨®n por decreto de una Asamblea Constituyente, con la que pudo ganar otras elecciones presidenciales en mayo de 2018 sin legitimidad alguna. A falta de instrumentos legales para echarle, la calle y el Ej¨¦rcito son los que ahora deciden.
Los valores democr¨¢ticos de Donald Trump son selectivos. Quiere echar a Maduro y no quiere que echen a Al Sisi. Todav¨ªa menos quiere que le echen a ¨¦l, aunque sabe que tambi¨¦n se lo merece. Sus m¨¦ritos no son tantos ni tan graves, pero gracias al fiscal especial Mueller sabemos que existen y que son s¨®lidos. Otra cosa es que convenga y sea posible echarle ahora. La democracia estadounidense lo tiene todo: limitaci¨®n de mandatos y procedimiento de destituci¨®n o impeachment, que solo ha entrado en funcionamiento en tres ocasiones y en ninguna ha culminado.
Seg¨²n el jurista Cass Sunstein, es como la espada de Damocles: lo importante no es que caiga sino que cuelgue. Muchas son las cautelas ante un impeachment, que podr¨ªa ser por obstrucci¨®n a la justicia sin necesidad de centrarse en la conspiraci¨®n no demostrada con Putin. Es posible incluso que los republicanos cierren filas y garanticen el segundo mandato de Trump. Sunstein sostiene que ¡°es el s¨ªmbolo y el recuerdo de qui¨¦n est¨¢ realmente al cargo y en qui¨¦n reside la soberan¨ªa, hasta el punto de que anuncia, m¨¢s que ninguna otra provisi¨®n o documento fundacional, que los estadounidenses son ciudadanos y no sujetos¡±. Exactamente lo mismo que quieren ser todos los ciudadanos, desde Venezuela hasta Argelia, cuando quieren echar al presidente.
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