Malentendidos
Tuvieron que pasar 48 horas desde las elecciones para que Casado cayera en la cuenta de que Vox era una formaci¨®n pol¨ªtica de ultraderecha
Tuvieron que pasar 48 horas desde la celebraci¨®n de las elecciones para que Pablo Casado cayera en la cuenta de que Vox era una formaci¨®n pol¨ªtica de ultraderecha. ?Por qu¨¦ tard¨® tanto? Sin duda, por la capacidad de disimulo de Abascal y los suyos, que se manifestaron todo el tiempo como personas moderadas, dialogantes, sensatas. Personas que hac¨ªan propuestas asumibles por cualquier contribuyente juicioso, quiz¨¢ un poco escoradas en ocasiones hacia el centroizquierda, aunque con uno de los pies siempre en el fiel de la balanza. Bastaba leer con atenci¨®n cuatro l¨ªneas de su programa para caer en el enga?o de que Vox significaba una garant¨ªa de progreso pol¨ªtico-social, de que era, a todas luces, una fuerza del siglo XXI. Su capacidad de fingimiento lleg¨® al punto de que Casado, tan solo unas horas antes de la apertura de las urnas, invit¨® a Abascal a formar parte del Gobierno que estaba llamado a presidir.
No hay en la historia un caso semejante de falsificaci¨®n de la propia personalidad. T¨² ve¨ªas en la tele a Ortega Smith o a Espinosa de los Monteros y te daban ganas de votarlos incluso desde una perspectiva de izquierdas. Esto es lo que Espa?a necesita, te dec¨ªas, y no el guerracivilismo grit¨®n de Pedro S¨¢nchez. ?Qui¨¦n quiere a estas alturas volver a las trincheras?
Ahora bien, si espectacular nos parece que el PP se dejara embaucar por el discurso templado de Vox, lo que resulta ins¨®lito es que Pablo Casado, Javier Maroto o Teodoro Garc¨ªa Egea no se percataran de que ellos mismos hablaban y actuaban como extremistas de derechas. Cre¨ªan estar construyendo un discurso ponderado cuando todo el mundo lo percib¨ªa como desmedido. La campa?a entera, observada desde esta perspectiva, fue un c¨²mulo de malentendidos.
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