Una Barcelona en la que arquitectos y artistas iban de la mano
Una gu¨ªa repasa 25 a?os de colaboraciones entre ceramistas, vidrieros y arquitectos en los edificios retro de la capital catalana
Barcelona tiene un mir¨® que la gente pisa (en Las Ramblas), un picasso sobre el que azota la lluvia (en la sede del Colegio de Arquitectos) y un sin fin de mosaicos, vidrieras y cer¨¢micas de artistas que muchas veces desconocemos y que no dejan de sorprender en fachadas e interiores de la ciudad.
Hace a?os que el c¨®mico barcelon¨¦s ?scar Dalmau publica en Instagram (@philmusical) lo que le parece bonito de su ciudad. Casi todo lo que le interesa fue construido durante tres d¨¦cadas: los cincuenta, los sesenta y hasta los setenta del siglo pasado. Y todo lo que ha fotografiado retrata, fundamentalmente, tres cuestiones: la colaboraci¨®n entre arquitectos, ceramistas, escultores, vidrieros y artistas del mosaico; el empe?o de cientos de propietarios por mantener vivo ese patrimonio ¡ªevitando retocarlo¡ª y la reivindicaci¨®n de la artesan¨ªa con ambici¨®n art¨ªstica como parte de la propia arquitectura.
As¨ª, Barcelona retro, la gu¨ªa que ha recopilado Dalmau sobre ¡°el pasado m¨¢s moderno de Barcelona¡± va m¨¢s all¨¢ de la modernidad para mostrar edificios de Jos¨¦ Antonio Coderch, Francisco Barba Corsini, Josep Pratmars¨®, Francesc Mitjans, Josep Mar¨ªa Sostres, Richardo Bofill u Oriol Bohigas junto a cer¨¢micas de Antoni Cumella, Jordi Aguad¨¦ o Josep Llorens i Artigas, mosaicos de Pau Maci¨¤ i Pons, esculturas de Eudald Serra y vidrieras de Lluci¨¤ Navarro. Dalmau considera que, m¨¢s all¨¢ del cuidado y el criterio de los propietarios, la colaboraci¨®n entre disciplinas produjo parejas singulares como las que formaron Antoni Bonet Castellana y el muralista Augusto Torres o Xavier Busquets y el ceramista Antoni Cumella. Dalmau declara su admiraci¨®n hacia Manuel Baldrich, el arquitecto de la Diputaci¨®n de Barcelona que, a finales de los a?os 50, firm¨® la remodelaci¨®n de los hogares Mundet dando cabida a todo tipo de artistas. Adem¨¢s de acercar al visitante curioso a una Barcelona ni modernista ni moderna, Dalmau descubre tambi¨¦n al lectora un censo oculto de personas que ayudaron a construir la ciudad que, capitaneado por Baldrich, tiene en el promotor, Llu¨ªs Mars¨¤, su personaje m¨¢s singular. Mars¨¤ logr¨® combinar amor a la ciudad con negocio e incluy¨® vest¨ªbulos distinguidos en las promociones inmobiliarias de La llave de oro, as¨ª se llamaba su empresa.
En la V¨ªa Augusta, entre la calle de Brusi y Sant Elies, Antoni Moragas y Francesc de Riba levantaron un edificio de viviendas, en 1968. Todav¨ªa hoy, el hormig¨®n de los pilares, las j¨¢ceenas y el mostrador convive con la madera de los buzones y esta con ladrillos que parecen tejer, m¨¢s que levantar, la pared. Adem¨¢s de arquitecto, Moragas era dise?ador industrial. Las l¨¢mparas de esta casa siguen siendo las que el arquitecto ideara para la finca.
Mar¨ªa Bofill y Rosa Amor¨®s se formaron como ceramistas en la Escola Massana. En 1974, en esta vivienda de la calle Mestre Nicolau, contrastaron una vista de la ciudad, coronada con el Castillo de Montjuich, con una escena campestre en la que diversos p¨¢jaros contemplan el bosque desde las ramas de un ¨¢rbol.
No lejos, en la Plaza Francesc Maci¨¢, fue el escultor Josep Mar¨ªa Subirachs quien remat¨® un edificio que le encarg¨® el promotor Llu¨ªs Mars¨¤ de La llave de Oro al arquitecto Josep Mar¨ªa Soteras. Los relieves de hormig¨®n del vest¨ªbulo remiten al nombre de la empresa, Comunicaci¨®n y Computaci¨®n, para la que fueron dise?ados.
Pero es este mosaico de Armand Oliv¨¦ para el Teatro del Campus Mundet (en el Paseo de la Vall d¡¯Hebr¨®n, 171) el que resume el libro de Dalmau porque ese Campus concentra murales, lienzos o mosaicos de los artistas m¨¢s representativos de las artes aplicadas barcelonesas de finales del siglo XX, la ¨¦poca que el propio Damau ha bautizado como retro.
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