As¨ª ha transformado el capitalismo el perfil de las ciudades
El capitalismo ha moldeado el perfil de las metr¨®polis. ?Cu¨¢les son las razones de este devenir hist¨®rico? La autora del texto, soci¨®loga y premio Pr¨ªncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2013, analiza los acontecimientos desde el final de la II Guerra Mundial y se plantea el primer interrogante de este monogr¨¢fico sobre el desaf¨ªo de las ciudades: ?es posible frenar y cambiar una deriva que dificulta el an¨¢lisis de las necesidades actuales de sus habitantes?

A MEDIDA QUE la Guerra Fr¨ªa llegaba a su final, comenzaba una nueva lucha. Al periodo caracterizado por la implementaci¨®n de pol¨ªticas redistributivas de corte keynesiano en las econom¨ªas de mercado avanzadas le sigui¨® una reorganizaci¨®n radical del capitalismo comandada por Estados Unidos. Una de las consecuencias m¨¢s importantes de dicha reorganizaci¨®n fue la marginalizaci¨®n de cierta clase de empleos y de trabajadores que hab¨ªan definido la fase anterior.
Las transformaciones profundas que experimentan las condiciones socioecon¨®micas de un pa¨ªs no siempre son visibles ni f¨¢ciles de medir con las herramientas habituales. Tampoco el crecimiento econ¨®mico es un indicador que permita por si solo valorar la eficacia de las pol¨ªticas gubernamentales para la mayor¨ªa de los habitantes y de las empresas de un pa¨ªs.
Nos olvidamos de que en los a?os ochenta del pasado siglo las grandes ciudades estaban arruinadas. Sin embargo, ahora ya podemos asegurar que los procesos de desregulaci¨®n, privatizaci¨®n y globalizaci¨®n de la econom¨ªa desplegados en los a?os ochenta y noventa promovieron cambios socioecon¨®micos de gran calado que demostraron ser muy beneficiosos para algunos sectores y hogares, pero a menudo desastrosos para la clase media m¨¢s modesta y para la clase trabajadora.

La primera fase keynesiana, iniciada tras la Segunda Guerra Mundial, se caracteriz¨® por la producci¨®n en masa, el consumo de masas y la construcci¨®n de grandes zonas suburbanas. La l¨®gica econ¨®mica subyacente a este periodo valoraba a las personas como trabajadores y como consumidores (?aunque no necesariamente como seres humanos!). Por el contrario, la actual fase de capitalismo avanzado tiende a devaluar a las personas como trabajadores e incluso como consumidores (en masa). El consumo sigue siendo importante, pero, en muchos aspectos, las finanzas y la creciente financiarizaci¨®n de la econom¨ªa se han convertido en el principal vector de crecimiento. Una de las consecuencias de este cambio es una mayor concentraci¨®n de la riqueza, en lugar de una mayor distribuci¨®n de la misma, como ocurri¨® durante gran parte del siglo pasado.
¡°Nueva York y Londres se convirtieron en una suerte de Silicon Valley para la globalizaci¨®n¡±
Un elemento que suele pasarse por alto es el auge de la intermediaci¨®n. En el inicio de mis investigaciones sobre la globalizaci¨®n de las grandes econom¨ªas occidentales confirm¨¦ que la intermediaci¨®n se hab¨ªa convertido en una funci¨®n cada vez m¨¢s estrat¨¦gica y necesaria para el capitalismo. Las empresas que operaban en pa¨ªses con econom¨ªas distintas precisaban conocimiento especializado sobre legislaci¨®n, contabilidad o la cultura empresarial de dichos pa¨ªses. Si estas firmas, entre las que destacaban los servicios financieros, jur¨ªdicos y contables, y las agencias de calificaci¨®n crediticia pod¨ªan proporcionar toda esa informaci¨®n sobre, pongamos, Mongolia en tan solo 72 horas, no ten¨ªa sentido tener en plantilla y a tiempo completo a expertos en estas ¨¢reas. Para la empresa globalizada, hacerlo internamente dej¨® de ser viable.
Las grandes fusiones y adquisiciones son los ejemplos que mejor ilustran el ascenso y la r¨¢pida expansi¨®n de las funciones intermedias durante los a?os ochenta. Algo que llamaba la atenci¨®n sobre las firmas de este sector es que raramente perd¨ªan. Ganaban dinero incluso cuando las nuevas megaempresas que ayudaban a constituir no eran rentables o ca¨ªan en la quiebra. Al fin y al cabo, su papel no consist¨ªa en garantizar su ¨¦xito, sino en aportar su pericia para el cumplimiento de requisitos legales, contables y de inversi¨®n. Y al no garantizar el ¨¦xito, nunca perd¨ªan.
En los a?os noventa, este sector experiment¨® uno de los mayores crecimientos en el seno de las econom¨ªas occidentales. Hoy d¨ªa sigue siendo un actor importante y uno de los mayores demandantes del espacio c¨¦ntrico urbano, lo cual tiene como consecuencia el desplazamiento de los habitantes del periodo anterior.
Es este sector, que en su conjunto dispone de conocimiento especializado sobre casi cualquier pa¨ªs del mundo, el que define la nueva era global, y no las grandes empresas tradicionales de las econom¨ªas m¨¢s pujantes. Su poder y su ¨¦xito surgen, precisamente, de su papel como intermediarias, de su ausencia de responsabilidad ante el fracaso de las empresas a las que brindan sus servicios. Adem¨¢s, se convirtieron en una fuente de crecimiento totalmente nueva para las econom¨ªas nacionales y contribuyeron al surgimiento de las ciudades globales, m¨¢s conectadas entre s¨ª en el escenario internacional que sus propios Gobiernos nacionales. Nueva York, Londres, Fr¨¢ncfort, Hong Kong y Se¨²l, entre otras, encontraron en este contexto una nueva fuente de vida econ¨®mica y adquirieron poder de una manera que no obtuvieron sus Gobiernos nacionales.
¡°Las clases media y trabajadora han visto c¨®mo los empleos m¨¢s importantes abandonaban las ciudades¡±
Las firmas intermedias muy especializadas son peque?as, pero peligrosas para las clases media y trabajadora urbanas. No debemos olvidar que, en los a?os setenta y durante parte de los ochenta, la mayor¨ªa de estas ciudades eran pobres. Y algunas, como Nueva York, estaban oficialmente en la ruina. Al mismo tiempo que la clase media y las grandes empresas tradicionales abandonaban los centros urbanos, llegaron, de forma por lo general inadvertida, firmas peque?as muy especializadas e innovadoras que proporcionaban a las grandes empresas los servicios necesarios para saltar a la arena global. Sin embargo, la riqueza que generaron en aquellas ciudades arruinadas tuvo un precio, aunque es innegable que contribuyeron con algunos aspectos positivos: con el tiempo, las ciudades pudieron reflotar instituciones culturales de gran tradici¨®n que estaban empobrecidas, crearon una demanda de arquitectura de alta calidad y revitalizaron amplias zonas del centro urbano con edificios y tiendas caros. Pero ahora sabemos que la clase media m¨¢s modesta y una gran parte de la clase trabajadora perdieron terreno e ingresos y vieron c¨®mo la vivienda, la manutenci¨®n y todo tipo de necesidades diarias se encarec¨ªan.
Nueva York y Londres se convirtieron en una suerte de Silicon Valley para el desarrollo de instrumentos y pr¨¢cticas destinados a la globalizaci¨®n de empresas. Como operar en distintos pa¨ªses requer¨ªa contratar a muchos expertos de alto nivel, se form¨® una especie de subeconom¨ªa conectada que, pese a estar compuesta por sectores muy digitalizados, se beneficiaba de la concentraci¨®n espacial, en contraste con la tendencia cada vez mayor entre las grandes corporaciones de abandonar las principales ciudades, precisamente porque dispon¨ªan del apoyo de este sector especializado cada vez m¨¢s din¨¢mico. Que, pese al avance de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n, se ubicara en el centro de las ciudades se ve¨ªa en los a?os noventa como una contradicci¨®n. Pero no lo era, porque cuanto m¨¢s globales eran las grandes empresas, m¨¢s depend¨ªan del conocimiento de este sector intermedio y m¨¢s expertos eran necesarios para hacerse cargo de ex¨®ticos acuerdos legales y de novedosos procedimientos contables.

El nivel de complejidad de los instrumentos desarrollados durante esas dos d¨¦cadas y la diversidad de sectores econ¨®micos que abarcaban eran muy superiores a los de las corporaciones transnacionales del periodo anterior. Por eso surgi¨® una nueva realidad urbana, a la que bautic¨¦ como ¡°ciudad global¡±, un espacio para la producci¨®n y/o implementaci¨®n de capacidades intermedias muy diversas y complejas. No me refer¨ªa a la ciudad en su conjunto, aunque con el tiempo el concepto tom¨® vida propia y se ha usado de forma imprecisa.
En definitiva, es el ascenso y el crecimiento de esta econom¨ªa intermedia de servicios altamente especializados, un sector muy innovador y al mismo tiempo una infraestructura para la globalizaci¨®n econ¨®mica, lo que marca una de las grandes diferencias con el periodo keynesiano anterior. Las tendencias sist¨¦micas descritas generaron un nuevo paisaje socioecon¨®mico. Las grandes corporaciones que abandonaron las ciudades hab¨ªan sido un elemento fundamental para el ascenso social. A las ciudades les cost¨® un poco recuperarse econ¨®micamente, pero la clase trabajadora y la clase media m¨¢s modesta, tras haber disfrutado de un periodo de prosperidad, vieron c¨®mo los empleos m¨¢s importantes desaparec¨ªan o abandonaban las ciudades. En mi opini¨®n, se trata de un antecedente que debe servirnos para apostar por un tipo de econom¨ªa que funcione para un mayor n¨²mero de personas, como ya sucedi¨® en el pasado.
Por otro lado, debe tenerse en cuenta que los hogares de las personas que trabajaban en el sector intermedio especializado ten¨ªan que funcionar como un reloj. A los expertos del sector, la gesti¨®n casera no les pod¨ªa retener en casa. As¨ª, el hogar se convirti¨® en una ¡°infraestructura¡± estrat¨¦gica que deb¨ªa garantizar el m¨¢ximo rendimiento de ese talento tan bien remunerado, una extensi¨®n de la empresa gestionada y mantenida por una serie de empleos mal recompensados, desde los puestos m¨¢s bajos de los despachos hasta el trabajo dom¨¦stico. Esta noci¨®n tambi¨¦n form¨® parte del concepto de ciudad global como espacio espec¨ªfico de producci¨®n. Un espacio que permit¨ªa a empleados como porteros y trabajadores del hogar que se organizasen en sindicatos, precisamente porque su trabajo consist¨ªa en mantener una plataforma estrat¨¦gica.
El tiempo corrobor¨® este an¨¢lisis. Los conserjes de las principales ciudades de Estados Unidos y de Europa lograron organizarse. Unos a?os m¨¢s tarde les siguieron las trabajadoras dom¨¦sticas de los hogares ricos de Nueva York. Sin embargo, cuando intentaron replicarlo en la periferia, en las ciudades medianas y en los barrios de clase media de las grandes ciudades, fracasaron. ?Por qu¨¦? Porque no formaban parte de esa plataforma estrat¨¦gica. De modo que d¨®nde se realizaban estas tareas especializadas s¨ª ten¨ªa importancia.
A modo de conclusi¨®n, cabe destacar que el sector intermedio muy especializado descrito anteriormente est¨¢ presente en las principales ciudades del mundo. Ha permitido que algunos trabajadores con bajos salarios, como el personal dom¨¦stico y los conserjes, hayan podido organizarse, si no en sindicatos en su sentido m¨¢s estricto, s¨ª al menos de una manera que les ha permitido exigir mejores salarios. En las ¨²ltimas d¨¦cadas se ha desarrollado un tipo particular de capitalismo avanzado. Por un lado, en las ciudades globales ha surgido un paisaje humano y econ¨®mico marcado por una creciente complejidad organizativa y tecnol¨®gica. Y donde mejor puede apreciarse es en la proliferaci¨®n de ciudades globales tanto en el norte como en el sur.
Por otro lado, existen una serie de condiciones ¡ªa menudo codificadas con el t¨¦rmino aparentemente neutral de poblaci¨®n sobrante en aumento¡ª caracterizadas por extensiones de territorio cada vez m¨¢s amplias, devastadas por la pobreza y la enfermedad. Son el resultado de una combinaci¨®n de conflictos armados, de Gobiernos disfuncionales hundidos en la corrupci¨®n y de un paralizante r¨¦gimen de deuda internacional. Inevitablemente, todo esto ha generado una incapacidad extrema para abordar las necesidades de la mayor¨ªa de la gente que vive en nuestras ciudades. Esta es una de las batallas que deben librarse en casi todas las principales ciudades globales. Queda mucho trabajo por hacer.?
Saskia Sassen es experta de la Universidad de Columbia en el estudio de las ciudades, la inmigraci¨®n y los Estados en la econom¨ªa mundial.
Traducci¨®n de Marta Caro.