La europeizaci¨®n de Espa?a
Qu¨¦ tipo de Europa queremos es un debate que se tiene que dar en este pa¨ªs. Un tema que ha estado ausente el 28-A
Vivimos tiempos decisivos. La pol¨ªtica europea por fin se ha ganado la atenci¨®n p¨²blica e incluso es capaz de ser emocionante. Lo ha hecho a su manera y seguro que no ha llegado a todos los corazones, pero el debate sobre la integraci¨®n ha dejado definitivamente de ser t¨¦cnico. Por mucho que las adscripciones partidistas y los ciclos electorales sigan siendo nacionales, nuestros grandes retos no conocen fronteras. Y la gente lo sabe. Cuando se pregunta por los desaf¨ªos del siglo XXI, la ciudadan¨ªa no duda en citar el cambio clim¨¢tico, las migraciones, la gobernanza econ¨®mica global o el terrorismo. Nos enfrentamos a un mundo cada vez m¨¢s interdependiente y a la vez inestable que incluye un Washington en retirada, con la Administraci¨®n de Trump m¨¢s preocupada de propagar fake news que del liderazgo internacional; un Mosc¨² que padece problemas de autoestima y miedo a perder su zona de influencia, y un Pek¨ªn solo interesado en hacer compatible autocracia y superpoder econ¨®mico.
Mientras, aqu¨ª, en Europa, apenas somos capaces de recuperarnos de las m¨²ltiples crisis, financiera, migratoria y casi de existencia, reci¨¦n vividas. No nos atrevemos a definir nuestro papel mundial y hablamos de ¨¢rboles sin ver el bosque. Los pa¨ªses europeos tendr¨¢n diferentes tama?os y posibilidades, pero en el ¨¢mbito internacional todos somos peque?os. Unos lo saben y otros todav¨ªa se tienen que hacer a la idea. L¨¢stima de ese tiempo perdido porque fuera no nos esperan. Y, dentro, los europeos, tampoco. Esperan respuestas eficaces. Exigen claridad sobre hacia d¨®nde nos lleva la integraci¨®n europea y c¨®mo va a servir eso para responder a los problemas antes mencionados.
Espa?a est¨¢ ganando peso pol¨ªtico como uno de los Estados miembros m¨¢s importantes. Lo malo es que los espa?oles tal vez no lo sepan
?Qu¨¦ tiene eso que ver con Espa?a?, ?Y con las recientes elecciones generales? Mucho. En plena vor¨¢gine del Brexit y con la ultraderecha ganando terreno en muchos pa¨ªses del continente, este pa¨ªs est¨¢ ganando peso pol¨ªtico como uno de los Estados miembros m¨¢s importantes. Lo malo es que los espa?oles tal vez no lo sepan. Basta observar c¨®mo se ha desarrollado la campa?a para lamentar que aqu¨ª se mire demasiado hacia dentro y no se aproveche la ventana de oportunidad que se est¨¢ abriendo para influir, e incluso dirigir, el debate en toda la UE. Cuando la pol¨ªtica europea de Berl¨ªn parece estancada por falta de coraje y visi¨®n, Londres solo lucha por minimizar los da?os de su absurda retirada, Par¨ªs dedica su capital pol¨ªtico a responder las protestas de la calle, o Roma y Varsovia se hacen soberanistas, es el momento en el que Bruselas necesita de m¨¢s Espa?a, y Madrid debe ofrecer m¨¢s Europa. No se trata solo de un bonito titular, sino de la necesidad real de ideas claras, articuladas en pol¨ªticas concretas que se expresen con voz alta y clara. Es el momento de pisar m¨¢s fuerte en las instituciones y lanzar un mensaje inequ¨ªvoco a sus aliados europeos. ?Cu¨¢ndo, si no es ahora, va a ponerse Espa?a las pilas y llevar el debate sobre el futuro de Europa a otro nivel?
Somos muchos los europeos que hemos seguido atentamente estas elecciones. La europeizaci¨®n del mapa pol¨ªtico espa?ol es un hecho. Eso se traduce en el fin del bipartidismo y, como pasa en tantos otros pa¨ªses (incluido el m¨ªo), en que la polarizaci¨®n se acent¨²e y la ultraderecha populista gane terreno. Y s¨ª. Los europeos amigos de Espa?a hemos respirado con alivio cuando supimos del alt¨ªsimo nivel de participaci¨®n. Y nos alegramos cuando supimos que ha tenido ¨¦xito el confrontar el avance de la nueva derecha nacionalista y euroesc¨¦ptica con una agenda de justicia social.
Pero los europeos amigos de Espa?a tambi¨¦n nos hemos decepcionado por la falta de Europa en estas elecciones. Que no se considere oportuno discutir de lo que pasa m¨¢s all¨¢ de las fronteras nacionales deber¨ªa ser m¨¢s bien cosa de tiempos pasados. Y un error del presidente del Gobierno, que, dirigiendo la pol¨ªtica exterior del pa¨ªs y siendo miembro del Consejo Europeo, sabe mejor que nadie d¨®nde se decide el futuro de Espa?a. Pero tiene soluci¨®n. El 26 de mayo tambi¨¦n habr¨¢ elecciones al Parlamento Europeo. Y entonces ser¨¢ imposible no afrontar el modelo de Europa que queremos, solidaria y enfocada a los asuntos globales o dividida y orientada a levantar esas fronteras que tanto da?o nos han hecho en nuestra historia. Es un debate a realizar en toda la UE. Pero es un debate en el que necesitamos que este pa¨ªs europe¨ªsta y m¨¢s importante de lo que ¨¦l mismo se cree se sit¨²e en la vanguardia.
No basta con pensar en La Espa?a que quieres. Hay que extender los deseos a Europa. Y hacer que pase.
Paul Schmidt es secretario general del think tank ?GfE (Sociedad Austriaca para la Pol¨ªtica Europea), con sede en Viena.
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