M¨¢s evaluaci¨®n, mejor democracia
Aunque las pol¨ªticas tienen siempre costes y beneficios, los partidos casi nunca las plantean de esta forma a sus votantes
Imaginen que les ofrezco una pol¨ªtica que aumenta la remuneraci¨®n de los asalariados de menos ingresos en 900 millones de euros, mejora la renta disponible del conjunto de los hogares, y estimula ligeramente la actividad econ¨®mica y la recaudaci¨®n. A cambio, la pol¨ªtica provoca que el empleo crezca un poco menos: pongamos que en un mes del a?o dej¨¢ramos de crear empleo al ritmo que lo estamos haciendo y mantuvi¨¦ramos el ritmo los once meses restantes. ?Me comprar¨ªan esta pol¨ªtica?
De acuerdo con la Agencia Independiente de Responsabilidad Fiscal, la pol¨ªtica que les he ofrecido tiene las mismas consecuencias que la subida del salario m¨ªnimo a 900 euros mensuales aprobada por el Gobierno el pasado diciembre. Como la gran mayor¨ªa de las decisiones de pol¨ªtica econ¨®mica, resulta muy dif¨ªcil clasificar como indiscutiblemente ¡°buena¡± o ¡°mala¡± esta medida sin tener en cuentas las leg¨ªtimas prioridades pol¨ªticas de cada uno.
Aunque las pol¨ªticas tienen siempre costes y beneficios, los partidos casi nunca las plantean de esta forma a sus votantes. Si as¨ª lo hicieran, les freir¨ªamos a cr¨ªticas en la primera rueda de prensa. ¡°?Reconocen que esta medida destruye empleo!¡±, dir¨ªan unos; ¡°?est¨¢n en contra de la mejora de los salarios y el crecimiento!¡±, dir¨ªan otros. Ante ello, optan por presentar sus propuestas como recetas m¨¢gicas sin costes para nadie: as¨ª, nos dicen que las rebajas de impuestos no da?an los servicios p¨²blicos porque aumentan m¨¢gicamente la recaudaci¨®n, o que el aumento del gasto se podr¨¢ siempre financiar gracias al crecimiento de la econom¨ªa. Los departamentos de comunicaci¨®n de los partidos son expertos en vendernos estos unicornios. Pero esta deriva acaba corroyendo nuestra democracia: sustituimos el leg¨ªtimo debate sobre prioridades y propuestas por una lucha identitaria entre los que defienden pol¨ªticas buenas (los nuestros) y los que se oponen a ellas (los de enfrente).
Por ello, es saludable que nos dotemos de instituciones y herramientas que nos permitan evaluar con rigor las complejas implicaciones de las decisiones pol¨ªticas. El principal argumento de los defensores de una mayor evaluaci¨®n de las pol¨ªticas p¨²blicas es el de eficiencia. Pero hay un segundo motivo, menos evidente pero pol¨ªticamente m¨¢s relevante, que es el de mejorar la calidad del debate p¨²blico. Una sociedad que conoce mejor las consecuencias de las pol¨ªticas est¨¢ mejor capacitada para decidir democr¨¢ticamente sobre ellas.
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