Luces, c¨¢mara y¡ ?quietos!
Las universidades, sobre todo los grandes centros estadounidenses, buscan controlar la imagen que sus campus proyectan en las series y en el cine
Muchas veces, el cine es una distorsi¨®n contada en miles de fotogramas. Estados Unidos, en particular, ha utilizado ese arte y las series para escribir su historia. Hechos que se han contado a trav¨¦s de un relato directamente falso o muy suavizado de la realidad. Parece existir cierto recelo en la democracia liberal m¨¢s avanzada del planeta a mirar dentro de s¨ª misma. "El permiso para efectuar entrevistas, grabar im¨¢genes o tomar fotos puede ser revocado en cualquier momento si esas acciones se consideran perjudiciales para los estudiantes, la plantilla o los visitantes", se lee en la web de la Universidad de Cornell, que en este momento no tiene ning¨²n rodaje. Trazas de todas estas inseguridades llegan a la imagen que, sobre todo, las grandes universidades (agrupadas en la selecta Ivy League: Dartmouth, Princeton, Cornell, Yale, Columbia, Brown, la Universidad de Pensilvania y Harvard) ofrecen en las series y el s¨¦ptimo arte.
Harvard representa el perfil preciso de la ¨¦lite y la excelencia. Sentarse un a?o (2018-2019) en sus pupitres cuesta, seg¨²n la consultora Kittleman & Associates, 50.420 d¨®lares (45.100 euros). Pedir permiso para rodar en su campus no tiene precio. Desde 1970 ¡ªcuando la filmaci¨®n de Love Story caus¨® da?os en las instalaciones¡ª se ha accedido muy pocas veces. Quiere proteger la intimidad y la vida tranquila de los alumnos de un centro que ha dado unos 130 premios Nobel, m¨¢s de 60 multimillonarios y ocho presidentes de Estados Unidos. "No es parte de nuestra misi¨®n educativa. Resulta disruptivo", contaba en The New York Times un portavoz de la universidad.
Sin embargo, a lo largo del tiempo ha hecho excepciones. Una de esas rarezas es El indomable Will Hunting, una pel¨ªcula de 1997 dirigida por Gus Van Sant que gan¨® el Oscar al mejor guion (Matt Damon y Ben Affleck) gracias a di¨¢logos que atraviesan la memoria. A?os m¨¢s tarde (2010), la universidad acceder¨¢ a que, al menos, aparezca la fachada de su edificio principal en La red social. El turbulento relato de la creaci¨®n de Facebook por Mark Zuckerberg y sus, entonces, amigos. "Tal vez la ¨²nica vez en la que una pel¨ªcula profundiza en la imagen real de la Ivy League y, en particular, de Harvard. La competitividad, la ¨¦lite, las diferencias sociales; la b¨²squeda de lo que ellos entienden por ¨¦xito est¨¢ ah¨ª", apostilla ?lex Fern¨¢ndez de Castro, profesor de cine, arte e historia de Espa?a en Esade.
Rutinas inalterables
Pues, en general, las universidades son muy celosas de la imagen que trasladan a un medio con esa capacidad de reescribir la historia. Pueden permitir filmar, pero muchas proh¨ªben ser citadas. Resulta impensable que, por ejemplo, Princeton, Cornell o Brown den permiso para rodar en sus instalaciones si sienten el m¨¢s m¨ªnimo riesgo de alterar su rutina. "Nosotros permitimos filmar en contadas ocasiones", explica Brian E. Clark, director de noticias de la Universidad de Brown. "Solo si resulta muy evidente que no perturbar¨¢ las actividades del centro ni pondr¨¢ en peligro la privacidad de los miembros del campus".
Porque la industria busca no solo la arquitectura, sino, adem¨¢s, el prestigio. La Universidad de Columbia (59.430 d¨®lares), responsable de los Pulitzer, y en cuyo campus han trabajado m¨¢s de un centenar de premios Nobel, defiende una pol¨ªtica algo m¨¢s laxa. La saga de Spiderman, la pel¨ªcula original de Los cazafantasmas o La sonrisa de Mona Lisa (2003) han utilizado sus instalaciones. "La universidad solo permite los rodajes de equipos comerciales por contrato y con un acuerdo de que la producci¨®n tendr¨¢ un impacto m¨ªnimo en la comunidad educativa. No consentimos la interrupci¨®n de las clases. Pero tampoco supervisamos los personajes, los contenidos o la trama de los guiones", aclara Eve Glasberg, responsable de comunicaci¨®n de Arte y Humanidades de Columbia.
Otra de estas universidades del privilegio, su a?o acad¨¦mico cuesta 47.140 d¨®lares, es Princeton (Nueva Jersey). El cine la ha retratado en The Happening (2008), Transformers: Revenge of the Fallen (2009) o Admission (2013). Pero, quiz¨¢, ninguna visi¨®n tan l¨²cida como Una mente maravillosa (2001). La cinta, ganadora de cuatro premios Oscar, recrea la vida del premio Nobel John Forbes Nash (1928-2015), quien vivi¨® en ese callej¨®n en llamas que se esconde entre la genialidad y la locura.
En la mitolog¨ªa estadounidense, esos a?os de college (universidad) deber¨ªan ser los mejores de la existencia. La importancia de este relato y su mito se reafirma en el gran n¨²mero de pel¨ªculas y series situadas en estos espacios que produce la industria. Campus verdes, bibliotecas tranquilas y cafeter¨ªas repletas de gente joven. Aunque sobre la luz cae tambi¨¦n la oscuridad. Fiestas, alcohol, drogas, promiscuidad. Ninguna facultad, claro, quiere reflejarse ah¨ª. Nadie quiere ser Desmadre a la americana (1978), filmado en la Universidad de Oreg¨®n. Todo lo contrario. La serie The Quad, que transcurr¨ªa en una ficticia Georgia A&M University, y que sobrevivi¨® dos temporadas (2017-2018), contaba la vida en una de las facultades y universidades hist¨®ricamente negras de Estados Unidos (HBCU, por sus siglas en ingl¨¦s). Una narraci¨®n de desenfreno. William Harvey, durante a?os presidente de la Universidad de Hampton (Virginia), escribi¨® una carta abierta a Debra Lee, responsable de BET (Black Entertainment Television), la cadena propietaria de The Quad, y se quej¨® de la "representaci¨®n falsa" que propon¨ªa de la vida en una HBCU e incluso lo compar¨® con las fake news.
?Qui¨¦n lo duda? La imagen que devuelven a la sociedad es un asunto de enorme sensibilidad. De ella depender¨¢ la asistencia de alumnos y, sobre todo, la captaci¨®n de fondos de mecenas privados. La Atlanta University Center (AUC), un consorcio de facultades hist¨®ricamente negras, tiene unos lazos con Hollywood que discurren tan profundos como las aguas del r¨ªo Chattahoochee. En las ¨²ltimas tres d¨¦cadas, Spelman College, Clark Atlanta University y Morehouse School of Medicine han sido los paisajes y tambi¨¦n los protagonistas de muchas pel¨ªculas y series. Pensemos en Un mundo diferente (1997-1993), una secuela de La hora de Bill Cosby. El centro no revela las tarifas que cobra por rodar en sus instalaciones (dependen, por ejemplo, de si se filma en interiores o exteriores, la duraci¨®n, el edificio concreto), pero su importancia y sus precios son crecientes. La ciudad ya es conocida como el Hollywood del sur. Y esa entrada de ingresos resulta bienvenida, ya que las facultades negras acogen a muchos estudiantes de entornos marginales.
La cadena HBO ha rodado en la Morehouse School of Medicine la serie The Immortal Life of Henrietta Lacks con Oprah Winfrey. Aunque el surco m¨¢s profundo del recuerdo lo ha dejado Figuras ocultas (2016). La historia real de tres mujeres negras que en los a?os de la carrera espacial pertenecieron al grupo (segregado) de las llamadas "calculadoras" de la NASA. Filmado en el Morehouse College es un relato de discriminaci¨®n racial y sexismo. Las protagonistas son tres brillantes matem¨¢ticas, programadoras e ingenieras: Katherine Johnson, Dorothy Vaughan y Mary Jackson. Era el lugar perfecto para el rodaje. Sus edificios de ladrillo rojo de los a?os sesenta semejaban la sede original de la NASA en Hampton (Virginia). "Est¨¢n bien conservados y el campus es perfecto para filmar sus rincones y pasajes", comenta Wes Hagan, director de localizaci¨®n de la pel¨ªcula en el peri¨®dico Los Angeles Times. Las grandes universidades quieren transmitir el mensaje de que sus laboratorios, bibliotecas, claustros y clases son lugares donde gira el mundo con un porqu¨¦; donde cambia el planeta sostenido por el sue?o de la raz¨®n.
En el Viejo Continente, Inglaterra se ha convertido en un plat¨® rodeado de agua. La Universidad de Oxford lleva d¨¦cadas viviendo su particular noche americana. Hay 38 centros (cada uno con sus propias tarifas por rodaje) y ha sido el set de algunas de las mejores series de televisi¨®n de la historia. "?D¨®nde podremos escondernos durante el buen tiempo, nosotros, los hu¨¦rfanos de la tormenta?" Es una de las brillantes l¨ªneas de Retorno a Brideshead, la novela de 1945 de Evelyn Waugh que recorre los d¨ªas felices que Charles Ryder, el personaje central, y su amigo, Sebastian Flyte, pasan juntos en Oxford. El relato se traslad¨® a una extraordinaria miniserie de 1981 y a una prescindible pel¨ªcula en 2008. Pero Oxford es por s¨ª mismo un personaje.
En la segunda universidad m¨¢s antigua del mundo tambi¨¦n se ha rodado la famosa saga de Harry Potter. Los cin¨¦filos pueden reconocer, por ejemplo, el New College o la Divinity School, que fue utilizada para crear la enfermer¨ªa Hogwarts. Arquitecturas que mezclan lo profano y lo sagrado. Pero siempre espacios de sabidur¨ªa en su lucha contra el tiempo. "Algunas pel¨ªculas y series muestran a Oxford como era hace un siglo. Una ciudad anticuada y so?olienta cuyos estudiantes proced¨ªan de entornos privilegiados", se queja Matt Pickles, portavoz del centro. "La realidad de la universidad hoy es que tenemos una gran diversidad de alumnos y especialidades. Nuestros investigadores lideran campos de vanguardia como la inteligencia artificial, la gen¨®mica o las enfermedades tropicales. Esperemos que en el futuro alguna pel¨ªcula tambi¨¦n muestre esta mirada moderna y din¨¢mica". De hecho, su otro lado a trav¨¦s del espejo, la Universidad de Cambridge, comparte esos mismos materiales y los narra mientras giran las bobinas de celuloide. La teor¨ªa del todo (2014) es igual que leer en braille la vida del c¨¦lebre f¨ªsico te¨®rico Stephen Hawking (1942-2018). Una geograf¨ªa mental y f¨ªsica rodada en el Saint John's College, el Kitchen Bridge y el r¨ªo Cam. Y todo, pese a que Hawking fue estudiante en el Trinity Hall.
En Espa?a no existe un control tan f¨¦rreo en la imagen que proyectan las universidades como en el mundo anglosaj¨®n. Hay sexo, muertes y violencia. "Me llamo ?ngela; y me van a matar". La frase que pronuncia la actriz Ana Torrent mirando a la c¨¢mara y atada a una silla en la pel¨ªcula Tesis (1995), de Alejandro Amen¨¢bar, es un excelente argumento de esa libertad. Rodada en la Facultad de Ciencias de la Informaci¨®n de la Universidad Complutense de Madrid, evidencia que en el cine que cuenta, las universidades no son decorados, sino espacios donde se interpreta la vida.
La importancia de llamarse George Lucas
Si existe una universidad cin¨¦fila en la costa oeste de EE UU es la Universidad de California (USC). En los ¨²ltimos 75 a?os se han rodado m¨¢s de 70 pel¨ªculas y 85 series. Dustin Hoffman era seducido por la se?ora Robinson en El graduado (1967) y Tom Hanks reflexionaba, sentado en un banco (esta escena se rod¨® en Chippewa Square, Georgia), sobre la relaci¨®n entre la vida y una caja de chocolates. Ya saben, Forrest Gump (1994). El centro cobra unos 600 d¨®lares por hora de rodaje. Migajas frente a los grandes cheques. En los a?os noventa su escuela de cine ten¨ªa un d¨¦ficit de seis millones de d¨®lares. Lo solucion¨® un antiguo alumno, George Lucas. Don¨® 185 millones al campus y uni¨® fuerzas con Steven Spielberg, pese a no haber estudiado all¨ª. Fue rechazado tres veces por la universidad y termin¨® en las aulas de California State University.
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