Estocadas

Aunque a estas alturas suene un poco a broma, los toreros, los empresarios taurinos y los espectadores de las corridas, si son cat¨®licos practicantes, deber¨ªan saber que la bula Salute gregis que emiti¨® el papa P¨ªo V en 1567 contra este cruel espect¨¢culo sigue vigente y que la pena de anatema y excomuni¨®n que conten¨ªa no ha sido levantada. La bula inclu¨ªa una cl¨¢usula que imped¨ªa su derogaci¨®n y ni Gregorio XIII, ni Clemente VIII ni ning¨²n otro Pont¨ªfice de los que ha habido desde entonces hasta hoy se ha molestado en anularla. P¨ªo V invoc¨® la autoridad divina, de la que derivaba su infalibilidad. Sin duda los taurinos se pasan este anatema por el forro e incluso puede que algunos lo consideren como a un incentivo m¨¢s para ir a Las Ventas. Dado que este perro mundo est¨¢ lleno de est¨ªmulos infames el asistir a una corrida de San Isidro, empinar la bota o comerse un pastelillo de nata entre puyazos, estocadas, v¨®mitos, descabellos y encima salir de la plaza excomulgado puede que para ciertos est¨®magos constituya un atractivo insoslayable. Pero a la sensibilidad del espa?ol medio hoy le resulta m¨¢s duro que el anatema papal el tener que contemplar esta masacre entre se?oritos con un puro ensalivado en la boca apoyados en la barrera y con los de la solanera jaleando el chorro de sangre que se desliza por el lomo hasta la pezu?a del toro, uno de los animales m¨¢s bellos de la creaci¨®n. Y por si la fiesta nacional necesitaba m¨¢s ajo arriero, m¨¢s chuler¨ªa patri¨®tica, m¨¢s salivazos ideol¨®gicos y m¨¢s moscas llega la extrema derecha, se apropia de este obsceno sacrificio de reses bravas y lo mete en su programa como un hito de la reconquista. He aqu¨ª, pues, a un don Pelayo de pelo engominado, con una copa de fino amontillado en la mano proclamando la consigna electoral: en la Espa?a ca?¨ª, cuantos m¨¢s votos, m¨¢s puyazos, m¨¢s estocadas.