Una visita a Mauthausen
El 5 de mayo estuve en Mauthausen con mis hijas y nietos para andar sobre las huellas de mi padre. Hasta ese d¨ªa la ignorancia podr¨ªa haberles inducido a la pasividad como si el hecho de no saber impidiera que las cosas hubieran sido. Hoy, frente a los hornos crematorios, la c¨¢mara de gas y las salas de tortura, y despu¨¦s de subir los mismos 186 escalones de la cantera como hac¨ªan a diario los prisioneros con una piedra de unos 30 kilos en la espalda en cualquier circunstancia (hambre, sed, golpes y miedo), observ¨¦ en la cara de mis hijas y de mis nietos una aflicci¨®n extrema y un gran esfuerzo para contener las l¨¢grimas como si se sintieran hu¨¦rfanos de todas las v¨ªctimas de la barbarie nazi. No hay un pasado muerto que no sirva como ejemplo para combatir la negaci¨®n del Holocausto en este mundo donde nada es seguro.
Jean Oca?a. Montpellier (Francia)
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