La sonata de la vida
Lo interesante de los virus, biol¨®gicos o digitales, no es que saquen copias de s¨ª mismos. Es lo que puede diferenciar a cada copia
El escritor Enrique Vila-Matas public¨® el martes en este diario un elogio de la repetici¨®n, la insistencia y la obsesi¨®n en la creaci¨®n del arte. Citaba ejemplos persuasivos como las 80 veces que C¨¦zanne pint¨® la monta?a Sainte-Victoire, las tres versiones que los hermanos Lumi¨¨re rodaron de la Salida de los obreros de la f¨¢brica y la respuesta que le dio John Banville a una lectora que le pregunt¨® cu¨¢ndo demonios iba a dejar de insistir en el tema de la identidad. ¡°Cuando por fin me salga bien¡±, respondi¨® Banville. Lean la columna de Vila-Matas, que tiene mucho, mucho m¨¢s que eso.
Me vienen a la cabeza otros ejemplos. Picasso dec¨ªa, supongo que medio en broma, que a veces vend¨ªa sus cuadros para dejar de retocarlos en el estudio: para dejar de repetirlos una y otra vez en su mente. Raymond Queneau, cofundador del OuLiPo (Taller de literatura potencial, en su acr¨®nimo franc¨¦s), public¨® hace 70 a?os un libro inclasificable, Ejercicios de estilo, que consist¨ªa en contar una an¨¦cdota trivial 99 veces, cada una con su variaci¨®n espec¨ªfica. La pel¨ªcula de culto El?d¨ªa de la marmota consiste enteramente en la repetici¨®n de un mismo d¨ªa con variaciones secuenciales. Las fugas de Bach, los lieder de Schumann y las sonatas de Hindemith esconden en su l¨®gica m¨¢s profunda esa misma estrategia repetitiva para crear cosas grandes y armoniosas a partir de sus meros componentes.
La repetici¨®n, la insistencia y la obsesi¨®n ¡ªla m¨²sica¡ª tambi¨¦n constituyen el n¨²cleo l¨®gico de la biolog¨ªa, y la raz¨®n ¨²ltima de que arranque, funcione y evolucione. De hecho, esta estrategia musical de la repetici¨®n con variaciones es lo que diferencia la ingenier¨ªa natural de la nuestra. Un coche es una recopilaci¨®n de tecnolog¨ªas heterog¨¦neas que han surgido en momentos hist¨®ricos dispares, como la invenci¨®n de la rueda hace cinco milenios, el motor de combusti¨®n de hace un siglo y unos sistemas de computaci¨®n que est¨¢n a medio inventar en nuestro tiempo. El marciano m¨¢s tonto que visitara la Tierra ver¨ªa de inmediato que un coche es un artefacto, un producto de la inteligencia humana.
Pero los seres vivos somos cosas, no artefactos, en el sentido en que una piedra es una cosa y un hacha de piedra es un artefacto. Los seres vivos no tenemos ruedas, por poner un ejemplo tonto. Las tenemos al nivel molecular, pero ning¨²n animal ha logrado hacerlas evolucionar para la locomoci¨®n. La evoluci¨®n no ha sabido c¨®mo hacer eso, porque no tiene un sentido de la finalidad. Lo que puede hacer la naturaleza es partir de un mero par de ap¨¦ndices y repetirlos con variaciones para generar un cuerpo funcional e interesante. De ah¨ª vienen nuestros brazos y piernas.
Y tambi¨¦n viene de ah¨ª nuestro cerebro, que est¨¢ compuesto por repeticiones con variaciones de unos circuitos neuronales que a su vez estaban formados por repeticiones con variaciones de otros circuitos a¨²n m¨¢s simples y primitivos. La ingenier¨ªa natural no inventa nada: es la repetici¨®n la que lo inventa. Una repetici¨®n es f¨¢cil y viable en ausencia de un dise?ador. La repetici¨®n con variaciones es la aut¨¦ntica esencia de la ingenier¨ªa natural. Tambi¨¦n lo es de la m¨²sica. Y del arte y la literatura.
En la discusi¨®n actual sobre la viralidad de los mensajes, quiz¨¢ nos falte entender una cuesti¨®n central. Lo interesante de los virus, biol¨®gicos o digitales, no es que saquen copias de s¨ª mismos. Es lo que puede diferenciar a cada copia.
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