Los fil¨®sofos y la pol¨ªtica

Acostumbrados como estamos a los pol¨ªticos profesionales que no han tenido ning¨²n oficio con anterioridad o a quienes utilizan la pol¨ªtica como trampol¨ªn para lanzar o recrear sus carreras profesionales, hay que celebrar sobremanera la designaci¨®n de Manuel Cruz como presidente del Senado. Ese itinerario es el que mejor se compadece con un esp¨ªritu de servicio p¨²blico: alguien que abandona su quehacer habitual, donde por otra parte ha descollado y se siente a gusto, por un compromiso pol¨ªtico que le hace dedicar unos a?os a la primera l¨ªnea pol¨ªtica, como ser¨ªan tambi¨¦n los casos de Manuela Carmena y ?ngel Gabilondo. Como dec¨ªa Weber, conviene distinguir el vivir de la pol¨ªtica del vivir para la pol¨ªtica. Plat¨®n entendi¨® que la pol¨ªtica era una cosa demasiado importante para dejarla en manos de cualquiera y por eso crey¨® que los fil¨®sofos deber¨ªan gobernar o los gobernantes filosofar. El nuevo presidente del Senado ejemplifica lo que Kant denomin¨® pol¨ªtico moral, que no debe ser confundido con el moralista pol¨ªtico. El primero declinar¨¢ su responsabilidad pol¨ªtica con sus convicciones y el segundo solo adaptar¨¢ estas a su conveniencia instrumentalizando la ¨¦tica como un mero barniz para camuflar sus tropel¨ªas.

Roberto Rodr¨ªguez Aramayo. Madrid