Ludopat¨ªa pol¨ªtica
Es la l¨®gica del jugador que preside la competici¨®n por el poder en esta ¨¦poca de populismo electoral
ERC lo ha vuelto a hacer. Desmintiendo su presunto pragmatismo dialogante, ha vetado a Iceta como primer presidente catal¨¢n del Senado, lo que prefigura el bloqueo de la investidura de S¨¢nchez. Con ello ya es la tercera vez (tras forzar la DUI en octubre del 2017 y su reciente rechazo de los Presupuestos) que ERC toma la iniciativa de bloquear el conflicto catal¨¢n. ?Por qu¨¦ lo ha hecho? Alguien ha citado ¡°el gen de Esquerra¡±, como si su destino cong¨¦nito fuera la compulsi¨®n rupturista. Pero, sin caer en esencialismos, cabe imaginar otras razones a ras de suelo algo m¨¢s simplistas. Es posible que todo se deba al m¨¢s burdo electoralismo, que no ha sabido resistir la tentaci¨®n de anotarse un tanto marc¨¢ndole un gol al PSC en toda la escuadra.
El electoralismo es una perversi¨®n de la democracia representativa que implica la inversi¨®n de los fines por los medios. No se trata de ganar elecciones para gobernar sino de gobernar (o hacer pol¨ªtica) para ganar elecciones. Y as¨ª el juego electoral se independiza de sus resultados pr¨¢cticos para autonomizarse cobrando vida propia como un autosostenido fin en s¨ª mismo, en una continua espiral de acci¨®n y reacci¨®n con intercambio de jugadas maestras. Por eso el jaque de ERC debe verse como un ajuste de cuentas en respuesta al previo tanto que S¨¢nchez se marc¨® por sorpresa, al designar prematuramente a Iceta como presidente del Senado. Y al verse en desventaja, ERC aprovech¨® la ocasi¨®n de devolver el golpe sin medir sus consecuencias perversas para la resoluci¨®n del conflicto catal¨¢n. A lo que S¨¢nchez respondi¨® a su vez con el doble nombramiento de Cruz y Batet: si no quieres caldo toma dos tazas, pues quien r¨ªe el ¨²ltimo r¨ªe dos veces.
Es la l¨®gica del jugador que preside la competici¨®n por el poder en esta ¨¦poca de populismo electoral. Pues la democracia no es un mercado, como postul¨® Downs y profesa el marketing pol¨ªtico, sino ¡°el ¨²nico juego en la ciudad¡±, como Linz acu?¨® en contraposici¨®n a la lucha armada. Pero lo que Linz no pod¨ªa saber es que esa competici¨®n deportiva entre caballeros, jugada con reglas de fair play, se convertir¨ªa en una pelea a cara de perro entre tah¨²res marrulleros y lud¨®patas pol¨ªticos adictos al m¨¢s ventajista juego sucio, dispuestos a jugarse en el tapete su honra, su pol¨ªtica y su partido. Lo que habr¨ªa de confirmar Bourdieu al definir la democracia como un campo de lucha y un campo de juego, aut¨®nomo e independiente del ejercicio del buen go-bierno, cuya ¨²nica regla es ¡°jugar el juego¡± caiga quien caiga. Un juego presidido adem¨¢s por la aleatoriedad del azar electoral.
De ah¨ª el ¨¦xito de lud¨®patas irresponsables como ciertos pol¨ªticos oportunistas que no dudan en cambiar de aliados y hasta de bando con tal de apuntarse un tanto con total desprecio por las consecuencias pol¨ªticas. Como Gabriel Rufi¨¢n, el tah¨²r en punta de ERC, quien en su intercambio de lances con Arcadi Espada, que le reconoci¨® su coherencia como golpista al ¡°comerse las pollas de golpe¡±, no dud¨® en re¨ªrle la gracia machista. ?Deportividad? No: ludopat¨ªa pol¨ªtica. Son los yonquis del voto.
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