Filantrop¨ªa
Que el Estado deba garantizar el utillaje m¨¦dico no impide aceptar donaciones
La sanidad p¨²blica no se ha recuperado de los recortes causados por la crisis. El nivel de inversiones de los ¨²ltimos a?os no ha permitido garantizar la adecuada reposici¨®n de la tecnolog¨ªa y el utillaje m¨¦dico, lo que ha provocado una descapitalizaci¨®n del sistema que pone en riesgo la calidad asistencial. Las constantes aver¨ªas en los equipos obligan a suspender pruebas y tratamientos, lo que alarga las listas de espera. El 40,5% de los equipos de alta tecnolog¨ªa de los hospitales p¨²blicos de Madrid tienen m¨¢s diez a?os y en algunos centros de referencia el porcentaje se sit¨²a por encima del 60% cuando los est¨¢ndares internacionales recomiendan que no supere el 10%. Las cifras de Madrid son extrapolables a la mayor parte de las comunidades aut¨®nomas, lo que plantea la necesidad de abordar un plan urgente de actualizaci¨®n de los equipamientos.
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Los poderes p¨²blicos tienen la obligaci¨®n de garantizar fondos suficientes para que el sistema p¨²blico de salud pueda prestar asistencia en las mejores condiciones. La actualizaci¨®n de la tecnolog¨ªa es un elemento esencial en una medicina avanzada como la nuestra. El debate p¨²blico debe centrarse en c¨®mo hacer frente a ese desfase y c¨®mo obtener los recursos p¨²blicos necesarios. Ni en la forma ni en el contenido han acertado los dirigentes de Podemos al plantear que la sanidad p¨²blica no puede aceptar las donaciones del empresario Amancio Ortega para renovar utillaje oncol¨®gico. Con una fortuna estimada, seg¨²n Forbes, de 56.000 millones de euros, el principal accionista de Inditex cre¨® en 2001 una fundaci¨®n que ha hecho importantes donaciones, entre ellas una de 320 millones de euros para comprar, de acuerdo con las prioridades de las autoridades sanitarias, 290 aparatos de diagn¨®stico y tratamiento del c¨¢ncer. Una parte de ese utillaje ya est¨¢ en servicio.
El debate sobre la suficiencia presupuestaria de la sanidad no deber¨ªa deslizarse hacia planteamientos demag¨®gicos mezclando cuestiones que deben tener un tratamiento diferenciado. Es cierto que en Espa?a existe una controversia sobre la tributaci¨®n de las grandes empresas y la facilidad con la que muchas de ellas pueden eludir el pago de impuestos en nuestro pa¨ªs. Sin vulnerar la ley, las grandes corporaciones pueden utilizar su estructura multinacional para trasladar la gesti¨®n y tributar en lugares con un tratamiento fiscal m¨¢s favorable. Esta es una cuesti¨®n que merece ser debatida en profundidad. Es preciso revisar los mecanismos del sistema tributario que permiten la elusi¨®n fiscal, algo que el Gobierno en funciones ya ha anunciado que quiere abordar.
Pero una cosa es el debate sobre la fiscalidad de las grandes empresas, y otra muy distinta cuestionar unas donaciones que, se mire por donde se mire, no solo merecen respeto sino que son dignas de elogio. Acepar donaciones no implica en ning¨²n caso aceptar la idea de que la dotaci¨®n y actualizaci¨®n tecnol¨®gica de la sanidad p¨²blica deba depender de la generosidad de las grandes fortunas. La filantrop¨ªa no puede ni debe sustituir las obligaciones del Estado. Pero, adecuadamente regulada, puede contribuir al bienestar general y aportar a la sociedad recursos que no deben ser desde?ados. En lugar de criticarla, lo que debemos hacer es fomentarla y encauzarla. El Estado no lo puede todo. Incluso con el m¨¢s progresivo y justo de los sistemas fiscales, siempre habr¨¢ espacios de mejora que pueden beneficiarse de ella.
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