Las tonter¨ªas infestan Internet
La Red est¨¢ plagada de citas y textos falsificados atribuidos a poetas, fil¨®sofos o escritores. Es una peligrosa epidemia para estudiantes y pol¨ªticos y tambi¨¦n para el futuro de la cultura y la democracia
Durante las numerosas conferencias que he pronunciado en los ¨²ltimos a?os en colegios y universidades (en Espa?a, Italia y Latinoam¨¦rica), muchos estudiantes me han hecho con frecuencia la misma pregunta: ?por qu¨¦ comprar libros en una librer¨ªa cuando disponemos en la Red, gratis, de todo lo que necesitamos? No es f¨¢cil responder de manera persuasiva.
Con todo, suelo tratar de dialogar con los j¨®venes a partir de un caso concreto. Les sugiero que se imaginen a un compa?ero que quiera estudiar en Internet a Giordano Bruno (por hablar de un fil¨®sofo que me es muy querido, pero el ejemplo podr¨ªa valer para cualquier otro autor): ?c¨®mo conseguir¨¢ distinguir las docenas de p¨¢ginas web donde abundan las tonter¨ªas (demenciales en ocasiones) de las que, por el contrario, contienen informaci¨®n correcta?
La navegaci¨®n segura requerir¨ªa una suerte de certificado de fiabilidad que hoy, en Europa, solo portales como el italiano de la Enciclopedia Treccani u otras instituciones del mismo tenor pueden proporcionar. Lo mejor, para aquellos que quieren aprender, es recurrir siempre a un buen libro (tambi¨¦n hay algunos malos, pero el filtro cient¨ªfico de una editorial seria sigue siendo una garant¨ªa).
Basta con reflexionar, por un momento, sobre las falsas citas que circulan con impunidad por Internet. Atribuidas a poetas, fil¨®sofos y escritores, las citas y textos falsificados infestan p¨¢ginas web y perfiles personales. Se trata de una peligrosa epidemia no solo para los estudiantes, sino tambi¨¦n para aquellos que tienen responsabilidades p¨²blicas. Pienso, en particular, en el uso frecuente que hacen de ellas los pol¨ªticos. Son numerosas, en efecto, las ocasiones en que, con motivo de conmemoraciones (locales y nacionales) o incluso en misiones en el extranjero, personalidades con cargos institucionales han atribuido a los grandes autores frases y versos falsos.
En Espa?a, por ejemplo, circulan varias citas atribuidas al Quijote que no aparecen en ninguna de las obras de Cervantes. Es famosa aquella con la que resbal¨® una concejala municipal de Madrid durante un discurso para conmemorar el D¨ªa del Libro, as¨ª como una destacada candidata a las primarias del PP en un tuit dirigido a sus partidarios: ¡°Hoy es el d¨ªa m¨¢s hermoso de nuestra vida, querido Sancho; los obst¨¢culos m¨¢s grandes del camino, nuestras propias indecisiones; nuestro enemigo m¨¢s fuerte, el miedo a los poderosos y a nosotros mismos; la cosa m¨¢s f¨¢cil, equivocarnos; las m¨¢s destructivas, la mentira y el ego¨ªsmo; la peor derrota, el desaliento; los defectos m¨¢s peligrosos, la soberbia y el rencor; las sensaciones m¨¢s gratas, la buena conciencia, el esfuerzo para ser mejores sin ser perfectos, y sobre todo, la disposici¨®n para hacer el bien y combatir la injusticia donde quiera que est¨¦¡± (citamos aqu¨ª una de las muchas versiones con numerosas variantes que pueden encontrarse).
Circula un supuesto ¡®c¨®digo? Romanoff¡¯ en el que Leonardo Da Vinci recopila divagaciones sobre el arte culinario
Confiar en Internet es un riesgo en el que incluso un primer ministro puede incurrir, como le sucedi¨® a un conocido pol¨ªtico italiano. En una visita oficial a Argentina, leer (como si fueran suyos de verdad) unos versos atribuidos err¨®neamente en varios sitios a Jorge Luis Borges no le ayud¨® a causar una buena impresi¨®n: ¡°No puedo darte soluciones para todos los problemas de?/ la vida, ni tengo respuestas para tus dudas o temores,?/ pero puedo escucharte y compartirlo contigo.?/ No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro.?/ Pero cuando me necesites estar¨¦ junto a ti.?/ No puedo evitar que tropieces.?Solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas.?/ Tus alegr¨ªas, tus triunfos y tus ¨¦xitos no son m¨ªos.?/ Pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz¡±[...] (Poema de la amistad).
Goza de una gran difusi¨®n, en Espa?a e Italia, un supuesto texto de Shakespeare, contra la violencia sufrida por las mujeres: ¡°Por todas las violencias consumadas sobre ella, por todas las humillaciones que ha sufrido, por su cuerpo que has utilizado, por su inteligencia que has pisoteado, por la ignorancia en la cual la has dejado, por la libertad que le has negado, por la boca que le has tapado, por las alas que le has cortado, por todo esto: ?de pie, se?ores, delante de una mujer!¡±. Pero ?a qu¨¦ obra del gran dramaturgo y poeta pertenecen estas consideraciones? He intentado, incluso con la ayuda de ilustres anglistas, remontarme a la fuente o fuentes (?un posible collage?), pero sin resultado. Prob[...]ablemente (por no decir con toda seguridad), se trata de una falsificaci¨®n.
En otros casos, la falsa atribuci¨®n se basa en una deficiente comprensi¨®n de un texto (a veces causada por una lectura r¨¢pida o superficial): ¡°El italiano acude presuroso en ayuda del vencedor¡±, por ejemplo, es una frase cuya paternidad (en la Red y tambi¨¦n, por desgracia, en un libro publicado en 2012) se atribuye a Ennio Flaiano. Pero se trata, en cambio, de una cita cuya autor¨ªa el propio Flaiano, en una de sus obras, reconoce que es de Bruno Barilli. Es f¨¢ci[/...]l extraer una expresi¨®n de un texto y hacerla circular luego como si fuera el autor de ese texto quien, en cambio, la cita correctamente mencionando su fuente.
Otro caso consiste en atribuir a un autor frases sacadas del comentario que un lector le ha dedicado. Hace unos a?os era frecuente encontrar en p¨¢ginas web italianas y perfiles de Facebook dedicados a la escuela una reflexi¨®n sobre el declive de la educaci¨®n, supuestamente de Italo Calvino (¡°Un pa¨ªs que destruye su escuela nunca lo hace solo por dinero, porque le falten recursos o los costes sean excesivos. Un pa¨ªs que destruye la educaci¨®n ya est¨¢ gobernado por aquellos que con la difusi¨®n del conocimiento tienen todas las de perder¡±): se trataba, en cambio, de las consideraciones publicadas por una lectora y extrapoladas de un texto m¨¢s amplio en el que declaraba expl¨ªcitamente haberse inspirado en un art¨ªculo del escritor titulado Ap¨®logo de la honradez en el pa¨ªs de los corruptos.
Las redes sociales han favorecido la multiplicaci¨®n de?errores e inexactitudes sin?control alguno
La Red, por desgracia, est¨¢ repleta de citas falsas: pi¨¦nsese en las reflexiones atribuidas a Voltaire o a Arthur Schopenhauer, a William Butler Yeats o a Albert Einstein, quien goza, entre los cient¨ªficos, de un prestigio indiscutible. E incluso, dado que ahora estamos en el quinto centenario de su muerte, circula por la Red la noticia de la existencia de un supuesto c¨®digo Romanoff, en el que Leonardo da Vinci, reconvertido en chef, ?recopila supuestamente sus divagaciones sobre el arte culinario!
Como es natural, supercher¨ªas y errores como esos exist¨ªan ya en buena medida antes de Internet. Son bien conocidos algunos dichos que se han convertido en lugar com¨²n, como ¡°el fin justifica los medios¡±, una expresi¨®n que Maquiavelo nunca utiliz¨® y que es empleada torpemente, a veces para justificar malversaciones y abusos, por lectores sin prejuicios, que olvidan (?de buena fe?) que el secretario florentino solo admit¨ªa excepciones a las ¡°reglas morales¡± en presencia de graves peligros para la vida del Estado y de la patria (es decir, para defender los intereses de la colectividad y nunca los personales). Pero el nacimiento de Internet y la difusi¨®n de las redes sociales han favorecido la multiplicaci¨®n de errores e inexactitudes ¡ªun caso aparte merecer¨ªa el an¨¢lisis de citas fieles que, sin embargo, extrapoladas de sus contextos adquieren un significado opuesto al que persigue su autor¡ª, entre otras cosas a trav¨¦s de la circulaci¨®n r¨¢pida, sin control alguno, de una p¨¢gina a otra. Y, sobre todo, han contribuido a trivializar el aforismo, transform¨¢ndolo en un ilusorio y vac¨ªo instrumento de ¡°autoridad¡±.
Desde la literatura hasta la ciencia (como lo demuestra el muy discutido caso de la utilidad de las vacunas), en definitiva, Internet est¨¢ repleto de tonter¨ªas y falsas atribuciones que, en algunos casos, pueden revelarse como peligrosas para el futuro de la cultura y la democracia. ?La Red es una mina de oro para aquel que sabe, no para aquel que no sabe!
Nuccio Ordine es profesor de la Universidad de Calabria.
Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
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