Pluralismo o plurinacionalidad

En un art¨ªculo reciente (Federalismo o catalanismo, 16 de mayo 2019) intent¨¦ explicar por qu¨¦ federalismo y catalanismo, que en el zoco espa?ol se venden emparejados como cerezas, son en realidad doctrinas inconciliables que apuntan a metas opuestas. La clave de la incompatibilidad es: el federalismo, por definici¨®n, promueve un equilibrio entre los poderes del gobierno federal y los del gobierno federado, entre el shared y el self rule; el catalanismo, en cambio, y se nos repite constantemente, aspira al refuerzo indefinido del autogobierno de Catalu?a, que en buena l¨®gica tender¨¢ a dejar sin margen al gobierno federal para intervenir en esa parte del territorio. Bajo esta divergencia program¨¢tica late una disonancia profunda: el catalanismo es, hoy por hoy, la problematizaci¨®n del hecho de que Catalu?a est¨¦ en Espa?a. Esta problematizaci¨®n tuvo su sentido en el pasado, pero en el presente solo es una hipocondr¨ªa que impide crear un esp¨ªritu federal, a gusto en su doble condici¨®n espa?ola y catalana, entre los catalanes.

Podemos ahora tirar del hilo para cortar la niebla que envuelve otra nebulosa conceptual: la plurinacionalidad. Lo que importa es subrayar que, aunque los defensores de la plurinacionalidad crean estar haciendo un favor a la diversidad del pa¨ªs, en realidad hacen lo contrario: disecarla. Porque aqu¨ª la contradicci¨®n se da entre pluralismo y plurinacionalidad. Espa?a es pluralista cuando permite que de modo libre se vivan, mezclen y aprendan las diversas identidades culturales y ling¨¹¨ªsticas que la componen. Una Espa?a plurinacional es otra cosa: una yuxtaposici¨®n de uniformidades nacionales, reguladas por los gobiernos de turno, en la que la m¨ªnima diferenciaci¨®n intragrupal se conjuga con la m¨¢xima diferenciaci¨®n intergrupal. Un triste archipi¨¦lago de peque?as identidades donde a cada uno se nos pide uncirnos a una filiaci¨®n nacional preferente y quedar sometidos a sus c¨®digos. Una Espa?a, como dice Josu de Miguel, donde se pueda ser espa?ol de varias formas, s¨ª, pero catal¨¢n o vasco de una sola: nacionalista.

Pi¨¦nsese esto si no: ?era m¨¢s plural la monarqu¨ªa austro-h¨²ngara formando un todo o el rimero de naciones centroeuropeas en que se descompuso por separado? Por la misma raz¨®n ser¨¢ siempre m¨¢s plural la naci¨®n pol¨ªtica espa?ola, inclusiva y pluriling¨¹e, que el mosaico de naciones etnolingu¨ªsticas e individuales que se nos sugiere como soluci¨®n a la crisis territorial. Porque la condici¨®n de posibilidad de que algo sea plural es que forme un conjunto. E pluribus unum. O tambi¨¦n: para ser plurales hay que estar unidos, y es cuando nos separamos que nos volvemos monol¨ªticos, confinados en nuestra particular naci¨®n hispana, sin zonas de intersecci¨®n y sin est¨ªmulos para hacer de nuestra personalidad algo heterog¨¦neo. No solo habremos entonces arruinado la pluralidad, sino tambi¨¦n imposibilitado el federalismo, que necesita identidades mixtas. Como una trama de elementos propios sin la urdimbre de los elementos comunes, el tapiz de la Espa?a federal se habr¨¢ quedado sin tejer.