Plantar un ¨¢rbol aunque se acabe el mundo
Las instituciones tienen la obligaci¨®n de proporcionar una vida digna a los que quieren seguir, pero tambi¨¦n un final a los que quieren irse
El gran autor de ciencia ficci¨®n Ray Bradbury escribi¨® un cuento de apenas cuatro p¨¢ginas titulado La ¨²ltima noche del mundo, que forma parte del volumen El hombre ilustrado. En ¨¦l relata la historia de una pareja que espera con tranquilidad el fin de la vida en el planeta. Cuando est¨¢n acostados esperando que todo acabe, ella se levanta y vuelve unos instantes despu¨¦s. ¡°Me hab¨ªa olvidado de cerrar los grifos¡±, explica. ¡°Hab¨ªa algo tan c¨®mico que el hombre tuvo que re¨ªrse. La mujer tambi¨¦n se ri¨®. Al final dejaron de re¨ªrse y se tendieron inm¨®viles en el fresco lecho nocturno, tomados de la mano y con las cabezas juntas. ¡®Buenas noches¡¯, dijo el hombre. ¡®Buenas noches¡¯, dijo la mujer¡±.
As¨ª acaba un texto considerado por muchos como uno de los grandes relatos de la literatura estadounidense ¡ªen su libro de juventud que se acaba de reeditar, Ray Bradbury. Un humanista del futuro (Hatari Books), el cineasta Jos¨¦ Luis Garci lo califica como el mejor del autor¡ª. Es dif¨ªcil que no venga a la mente despu¨¦s de leer la impresionante entrevista que Luz S¨¢nchez-Mellado le hizo en EL PA?S este domingo a Francisco Luz¨®n, de 71 a?os, un exdirectivo del Banco Santander que sufre ELA, una enfermedad neuromuscular incurable, que le incapacita en un 100%. Luz¨®n vive gracias a la ayuda de aparatos y, recalca, el cari?o de su familia.
Cuando S¨¢nchez-Mellado le pregunta sobre su elecci¨®n de decidir vivir incluso en esas condiciones y sobre si alguna vez piensa en no despertar, Luz¨®n responde: ¡°Siempre quiero despertar ma?ana. Plantar¨ªa un ¨¢rbol aunque el mundo se acabara ma?ana¡±. Como en el cuento de Bradbury, sus palabras simbolizan la fuerza de la vida cotidiana, la victoria de la esperanza sobre la realidad, el extra?o optimismo que nos lleva a vivir sabiendo que, tarde o temprano, todo se acabar¨¢. Los estoicos, la escuela de pensamiento que naci¨® en la Grecia del helenismo, teorizaron sobre esto y sobre el deber de todo ser humano de tener control ¨²ltimo sobre su vida (y, por lo tanto, sobre su muerte) como garant¨ªa absoluta de su libertad. Las instituciones tienen la obligaci¨®n de proporcionar una vida digna a los que quieren seguir, pero tambi¨¦n un final a los que quieren irse. Y eso incluye un marco legal para ellos y los que les ayuden.
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