J¨®venes frustrados
Los partidos pol¨ªticos manipulan las ilusiones fallidas de la juventud para obtener votos. As¨ª se explica el ascenso de la Liga
Entre los r¨¦cords de Italia en el seno de la UE se cuenta el drama de los j¨®venes: los datos actualizados de Eurostat afirman que el porcentaje de aquellos que ni estudian ni trabajan entre los 20 y los 34 a?os (los llamados ninis) sigue siendo el m¨¢s alto de Europa, con un 28,9%, casi el doble de la media. Baste con pensar que la media de la zona euro es del 17,2%, mientras que la media de la UE es del 16,5%. Y mientras el Gobierno soberanista italiano acoge con satisfacci¨®n la disminuci¨®n del desempleo juvenil desde el 31,1% hasta el 30,5%, finge olvidar que gracias al aumento constante de la deuda p¨²blica (que acaba de aumentar hasta el 132,2% del PIB), actualmente, cada reci¨¦n nacido, tan pronto como tiene la desgracia de abandonar el ¨²tero materno, se encuentra con una hipot¨¦tica deuda de casi 40.000 euros.
Para todo joven lo que est¨¢ claro es que no le queda m¨¢s remedio que familiarizarse, adem¨¢s de con esas deudas, tambi¨¦n con la frustraci¨®n. Cada joven la experimenta al verse incapaz de mantener su promesa de autoafirmaci¨®n. Lo que marca la diferencia entre la frustraci¨®n actual y la de tiempos pasados es que la de hoy ya no est¨¢ inducida por los propios j¨®venes, por sus deseos de supervivencia, econ¨®mica por encima de todo, sino que les es impuesta desde edad muy temprana por la propia sociedad. Hoy, todo joven se siente v¨ªctima de la regla ¡°si puedes hacerlo, entonces debes hacerlo¡±.
Lo que est¨¢ en juego es la pertenencia a la sociedad, el no sentirse unos ¡°pringados¡±, unos rechazados, un desecho de la sociedad. Si antes los est¨ªmulos para alcanzar la autoafirmaci¨®n eran escasos y, sobre todo, agavillaban las esperanzas juveniles de manera tendencialmente homog¨¦nea, ahora la sobreabundancia de est¨ªmulos crea en cada joven la ilusi¨®n de su excepcionalidad con respecto a los dem¨¢s, aumentando la distancia con sus ¡°semejantes¡±, haci¨¦ndole creer constantemente que es capaz de manejar por s¨ª solo la sobreabundancia de la b¨²squeda del sentido de la vida. Pero la vida se ha vuelto l¨ªquida, y?gestionarla imaginando trayectorias predefinidas es extremadamente perjudicial.
No es casualidad que el cociente de frustraci¨®n tienda a ser particularmente elevado en pa¨ªses con un alto porcentaje de j¨®venes con estudios. Cuanto m¨¢s aumentan las expectativas, a las que tambi¨¦n contribuye un t¨ªtulo acad¨¦mico, mayor ser¨¢ la desilusi¨®n al comprender que, a pesar de cualquier t¨ªtulo, uno resulta invisible para la sociedad.
El partido de Matteo Salvini est¨¢ liberalizando la xenofobia; el paso siguiente ser¨¢ probablemente liberalizar el racismo
En el mundo, casi 1.800 millones de personas tienen entre 15 y 30 a?os, pero cada a?o aumenta el porcentaje de frustrados entre ellos, puesto que esta es, de hecho, la franja de edad definitivamente globalizada y considerada superflua para todo, excepto por su capacidad y rapidez de consumo. En efecto, si los menos j¨®venes se caracterizan por ciclos de consumo, reciclaje y solo en ¨²ltima instancia descarte (un antiguo recuerdo de lo que queda de las ense?anzas de nuestros antepasados de la sociedad s¨®lida), los m¨¢s j¨®venes han sido adiestrados por el mercado para eliminar la palabra ¡°reciclaje¡± de su vocabulario.
En Italia, el ministro del Interior y vicepresidente del Gobierno, Matteo Salvini, ha tratado de proporcionarles otro ant¨ªdoto contra la frustraci¨®n, tras haberse dado cuenta de lo efectivo que resulta crear v¨¢lvulas de desahogo para aliviar las tensiones. Gracias a la exaltaci¨®n del odio para desahogarse aqu¨ª y ahora contra un objetivo accesible que no puede defenderse, Italia est¨¢ liberalizando la xenofobia. El paso sucesivo ser¨¢, con toda probabilidad, la liberalizaci¨®n del racismo.
La pol¨ªtica instrumentaliza el dolor y la frustraci¨®n de los j¨®venes para obtener votos y consensos. Quienes votaban antes por formaciones moderadas, hoy parecen sentirse inclinados a votar con m¨¢s constancia sobre todo a la extrema derecha: y no porque aprecien al pol¨ªtico de turno, sino porque la pol¨ªtica y muchos medios de comunicaci¨®n hacen que los ciudadanos se sientan en peligro desde un punto de vista cultural y territorial. Gracias a este subterfugio, un partido de extrema derecha como la Liga ha duplicado sus votos, al son de promesas euroesc¨¦pticas (ya en 2005, la Liga del Norte solicit¨® un refer¨¦ndum para volver a la lira) y de un grito por encima de todos los dem¨¢s: ¡°Los italianos primero¡±.
?C¨®mo es posible que alguien piense solo en su beneficio inmediato cuando lo que est¨¢ en juego es la vida de las personas? ?C¨®mo es posible que sigamos hablando de xenofobia y de racismo en un mundo globalizado? A esta pregunta tendr¨ªamos que dejar que contestaran los ni?os. Cuando estaba pensando en este art¨ªculo ten¨ªa a dos delante de m¨ª, uno chino y otro probablemente ¨¢rabe, que acababan de conocerse y se hab¨ªan puesto a construir juntos un castillo de arena junto al agua. Pas¨® un barco de turistas, se levant¨® una ola que lleg¨® hasta la orilla y su castillo qued¨® destruido. Ninguno de los dos dijo nada, se limitaron a mirarse a los ojos. Al cabo de 10 minutos hab¨ªan construido uno a¨²n m¨¢s grande.
Thomas Leoncini es periodista y escritor.
Traducci¨®n de Carlos Gumpert
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