Por un Parlamento en marcha, ya
No tener un Gobierno en julio, con la amenaza de repetir unas elecciones que ser¨ªan las cuartas en cinco a?os, ser¨ªa el mayor da?o que se podr¨ªa infringir a los espa?oles
Hay muchas cosas por hacer sin que volver a las urnas sea una de ellas. El pasado 28 de abril, m¨¢s de veintis¨¦is millones de ciudadanos votamos con un resultado evidente: el partido ganador de las elecciones tiene mayor¨ªa absoluta en el Senado y suma en el Congreso el mismo n¨²mero de diputados que el segundo y tercer grupo, juntos. En un r¨¦gimen pluripartidista donde las leyes se aprueban en el Parlamento, la clave no es tanto la investidura de un presidente sino que las C¨¢maras echen a andar cuanto antes. As¨ª, quien tiene mayor¨ªa clara debe poder formar un gobierno coherente y sin sombra de corrupci¨®n, en base a un programa cuyo cumplimiento va aprobando conforme sea capaz de negociar con el resto de grupos para obtener las mayor¨ªas necesarias.
El actual momento de Espa?a es crucial para nuestro futuro. Abordamos una legislatura compleja donde los valores materiales ¡ªllegar a fin de mes con dignidad, por ejemplo¡ª se convierten en vitales para millones de espa?oles, sin que los identitarios hayan perdido fuerza. Una legislatura en la que ser¨¢ fundamental la capacidad del Parlamento para encontrar soluciones a esos problemas que tanto est¨¢n alterando la convivencia y la cohesi¨®n en nuestro pa¨ªs, intentando buscar lo que une y abandonar la confrontaci¨®n como m¨¦todo. Una legislatura sin mayor¨ªas absolutas, lo que significa que el Ejecutivo pierde protagonismo ante el Legislativo que es donde se deben pactar y aprobar las reformas necesarias.
En un r¨¦gimen pluripartidista, la clave no es tanto la investidura de un presidente sino que las C¨¢maras echen a andar cuanto antes
Despu¨¦s de seis a?os de recuperaci¨®n econ¨®mica, estamos mejor que en plena crisis. Claro. Pero hay demasiadas cosas que no van todo lo bien que deber¨ªan, precisamente como consecuencia de la fuerte inestabilidad pol¨ªtica en la que nos instalamos a partir de la anterior investidura fallida del candidato S¨¢nchez, en 2016. Algunos asuntos evolucionan con una lentitud incompatible con recuperar la cohesi¨®n social suficiente: casi la mitad de nuestros ciudadanos es v¨ªctima de una integraci¨®n social precaria o de exclusi¨®n social. Otros temas, ni siquiera los estamos analizando desde las instancias p¨²blicas pese a lo urgente que resulta adoptar decisiones para no perder un tren global que hace tiempo que est¨¢ en marcha.
Se podr¨ªa organizar las tareas econ¨®micas pendientes en dos bloques: cerrar las heridas de la crisis y abrir caminos hacia el futuro. Y, para ambas, un Gobierno impulsando reformas y un Parlamento discuti¨¦ndolas, aprob¨¢ndolas y controlando su correcta implementaci¨®n son imprescindibles, aunque el activismo de la sociedad civil sea, tambi¨¦n, necesario.
Va muy lenta la llegada de la recuperaci¨®n a las familias y, especialmente, a los seis millones de hogares que no pueden permitirse unas vacaciones o un imprevisto. En parte, porque las pol¨ªticas puestas en marcha para hacer frente a la crisis rompieron los dos principales canales de transmisi¨®n que permit¨ªan que el crecimiento econ¨®mico se expandiera por el conjunto de la sociedad: el gasto social redistributivo, con los recortes y una negociaci¨®n salarial equilibrada, con la reforma laboral. As¨ª, aunque es la demanda interna la que est¨¢ tirando de nuestro crecimiento diferencial, lo hace sobre un modelo productivo de baja productividad, empleo precario, muy centrado en la construcci¨®n, el turismo masivo y el endeudamiento de unas familias para las que el salario m¨¢s frecuente de sus miembros est¨¢ en 17.484 euros.
La recuperaci¨®n econ¨®mica no est¨¢ llegando a todos al ritmo que deber¨ªa hacerlo si hubiera un Parlamento dispuesto a debatir y aprobar medidas como los ingresos m¨ªnimos (los sindicatos presentaron una Iniciativa Legislativa Popular) o el incremento de la ayuda por hijo a cargo. O para consensuar una reforma del sistema de pensiones que lo haga m¨¢s sostenible, o para legislar una pol¨ªtica de acceso a vivienda para familias desfavorecidas, o para recuperar en los Presupuestos los niveles de atenci¨®n y servicio que nos merecemos en la sanidad o la educaci¨®n p¨²blicas, o para no conformarnos con una tasa de paro que duplica a la media de los pa¨ªses de nuestro entorno. Y todo ello, en el contexto europeo de control del d¨¦ficit y la deuda p¨²blica con mercados financieros globales, obliga a revisar los niveles reales con que se contribuye a la hacienda p¨²blica en funci¨®n de la capacidad econ¨®mica, tal y como se reconoce en la Constituci¨®n.
Se podr¨ªa organizar las tareas econ¨®micas pendientes en dos bloques: cerrar las heridas de la crisis y abrir caminos hacia el futuro
Para enganchar a Espa?a a las olas de transformaci¨®n mundial que est¨¢n cambiando las maneras de hacer, de consumir y de trabajar, necesitamos un Gobierno que impulse en el Parlamento medidas de las que todo el mundo est¨¢ hablando pero nadie est¨¢ haciendo por la inestabilidad pol¨ªtica vivida. Me refiero, por ejemplo, a una Ley de Cambio Clim¨¢tico que enmarque con garant¨ªas la transici¨®n energ¨¦tica iniciada; una reforma educativa que reduzca los escandalosos niveles de fracaso escolar y aproxime los conocimientos y habilidades de los alumnos con las necesidades de las empresas; medidas que impulsen la productividad de las empresas para que nuestra necesaria competitividad no se tenga que basar en salarios bajos; una adaptaci¨®n legislativa al imparable desarrollo de la robotizaci¨®n, plataformas digitales, inteligencia artificial; una apuesta ordenada para reindustrializar la econom¨ªa; un sistema permanente de an¨¢lisis de la eficacia del gasto p¨²blico (40% del PIB), para centrar el debate sobre si hace bien lo que debe de hacer; o a una nueva articulaci¨®n p¨²blico-privada entorno a la llamada Responsabilidad Social de las Empresas, que incluye compromisos privados que deben articularse con los compromisos p¨²blicos y que va m¨¢s all¨¢ del debate sobre el impuesto de sociedades.
Es mucho lo que necesitamos del Gobierno y del Parlamento actualmente. Para escuchar, proponer, discutir, dialogar y acordar con el objetivo de llevar a cabo las transformaciones que son necesarias y sobre cuya urgencia resulta imposible exagerar. Todas nuestras mejoras en oportunidades personales, nivel de renta, bienestar social y derechos, dependen de que seamos capaces de resolver en el Parlamento las brechas sociales existentes y abordar de manera sensata los retos y posibilidades que se nos est¨¢n planteando.
De esto va la pol¨ªtica democr¨¢tica, ?no?. De avanzar, mediante una v¨ªa consensuada para resolver los conflictos o la diversidad de intereses o puntos de vista existentes en una sociedad plural y compleja como la nuestra. Lo opuesto a bloquear al pa¨ªs, prendidos de los intereses particulares de aquellos agentes elegidos por los ciudadanos precisamente para resolver los problemas colectivos. No tener un Gobierno en julio, con la amenaza de repetir unas elecciones que ser¨ªan las cuartas en cinco a?os porque a algunos pol¨ªticos no les gusta lo que acabamos de decir los ciudadanos en las urnas, ser¨ªa el mayor da?o que se podr¨ªa infringir a los espa?oles. Empujemos para que no pase. Sin vetos, ni personalismos.
Jordi Sevilla, presidente de la Red El¨¦ctrica de Espa?a, fue ministro de Administraciones P¨²blicas de 2004 a 2007.
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