Instagram o morir de selfi
?Vivimos para posar o posamos para vivir? ?O acaso posamos para morir?
Algunos c¨ªnicos lo llaman selecci¨®n natural de las especies y es comprensible que se nos escape la risa al escucharlo, porque es cierto que a todas las razones de muerte que ya nos acechan cada d¨ªa, desde el c¨¢ncer hasta el tr¨¢fico, el amianto, el rad¨®n, la anorexia, el tabaco, el aire contaminado o el famoso tiesto en la cabeza, se ha sumado una tan absurda que casi ¡ªDios nos perdone¡ª ni siquiera genera compasi¨®n: morir de selfi.
Algunos estudios ya analizan el riesgo que lleva a despe?arse desde un rascacielos, un acantilado o un vulgar balc¨®n playero por un simple selfi en Instagram. Los ¨²ltimos en Espa?a fueron dos brit¨¢nicos que hace pocos d¨ªas cayeron al vac¨ªo en el paseo mar¨ªtimo de Orihuela, en Alicante. Que en paz descansen.
Entre los 259 muertos analizados en un estudio de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos ya hay conclusiones: los muertos ten¨ªan 22 a?os de media y el 72,5% eran hombres. El ahogamiento, la ca¨ªda, el fuego o el atropello son los mayores accidentes, seguidos de electrocuci¨®n o ataques de animal. El estudio recoge datos de 2011 a 2017.
Hacerse fotos, por tanto, se ha convertido en una actividad de riesgo para los imprudentes, pero antes de llegar a esa conclusi¨®n hay otra mirada necesaria y es el narcisismo extremo que acompa?a la exhibici¨®n cotidiana que mostramos. La fotograf¨ªa naci¨® y se expandi¨® como una tecnolog¨ªa perfecta para retener momentos, para trascender, y a¨²n nos fascinan los grandes retratos de gigantes del g¨¦nero como Laurent, que nos leg¨® una imagen nueva de Espa?a gracias a su trabajo. Maravillosa es la secuencia de la pel¨ªcula Turner, cuando el genio malhumorado acude a hacerse un primer retrato, receloso, y se pregunta qu¨¦ valor tendr¨¢ a partir de ahora su pintura.
Pero de la fotograf¨ªa para retener, para captar, para convertir en arte el transcurso de la historia y de la vida, hemos pasado a la exhibici¨®n no de lo que somos, sino de lo que queremos parecer. Ya no posamos para vivir, para reflejar la vida y el disfrute, sino que parecemos vivir para posar, para simular, para vender una imagen filtrada de nuestra realidad. ?Posamos para vivir o vivimos para posar? No lo sabemos, pero, al menos, procuremos que no sea para morir.
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