Paseos que curan
En japon¨¦s, 'karoshi' significa muerte por exceso de trabajo. Su contrario, el 'shinrin-yoku', es el ba?o de bosque. Un libro de Melanie Choukas-Bradley describe en qu¨¦ consisten y c¨®mo hacerlos
Por favor, suspenda sus prejuicios durante los tres minutos que dedicar¨¢ a leer este texto. No se pare a pensar si abrazarse a un ¨¢rbol es algo c¨®mico, rid¨ªculo o absurdo. Crea que los llamados ¡°ba?os de bosque¡±, las caminatas durante cualquier estaci¨®n, solos o acompa?ados, a poder ser sin m¨®viles y sin prisas, han ayudado a mucha gente a superar penas y a solucionar problemas.
Est¨¢ claro que es muy significativo que se hable de algo tan natural como de una terapia y que, como terapia, se haya extendido. Sorprende incluso que necesitemos gu¨ªas y libros para regresar al bosque. Pero es un hecho: proliferan. De esa abundancia se derivan tres datos b¨¢sicos: en general, hemos dejado a la naturaleza como un atrezo, no como algo esencial en nuestra vida. Mucha gente necesita ayuda para volver a relacionarse con la naturaleza de manera, valga la redundancia, natural: como los ni?os lo hacen, instintivamente y, por ¨²ltimo, cada vez m¨¢s gente se beneficia de recuperar esa conexi¨®n.
¡°Asciende a las monta?as y escucha sus buenas nuevas. Te embargar¨¢ la paz de la naturaleza igual que el sol irradia su luz sobre los ¨¢rboles. Los vientos te insuflar¨¢n su frescor y las tormentas su energ¨ªa, y tus cuitas desaparecer¨¢n como caen las hojas en oto?o¡±. John Muir, que escribi¨® sobre los Parques Nacionales norteamericanos¡±, explic¨® as¨ª el efecto reparador del oto?o. Otras creencias lo asocian al renacer de la primavera o al calor del verano. Se trata casi siempre de rendirse ante la naturaleza. Esa frase lleva a plantearse cu¨¢ndo empezar¨ªa la batalla y, por supuesto, para qu¨¦.
La mayor¨ªa de los agricultores han vivido siempre en sinton¨ªa con el clima y con el lugar. Lo han hecho de una forma tan pragm¨¢tica ¡ªsiguiendo el horario de luz natural¡ª como festiva: relacionando sus celebraciones con el tiempo, la luz, la lluvia y las estaciones. Cada vez hay m¨¢s terapias, manuales, ensayos y creencias que asocian los paseos, las caminatas y la desconexi¨®n de la vida cotidiana ¡ªy la consecuente reconexi¨®n con la naturaleza¡ª con el restablecimiento de un equilibrio mental y, consecuentemente, con la mejora de la salud f¨ªsica. Por eso, en el libro Ba?os de bosque (Gustavo Gili) la escritora y reconocida gu¨ªa de terapia forestal Melanie Choukas-Bradley habla de ¡°buscarse un hogar silvestre¡± al que poder recurrir. Se trata de caminar y cansarse, pero tambi¨¦n de soltar lastre y descansar. De desconectar para reconectar, de aprender a respirar profundamente.
La respiraci¨®n profunda no solo relaja y cambia la mente, tambi¨¦n ayuda a ver lo que nos rodea, por encima de lo que nos obsesiona. Uno inhala el ox¨ªgeno que producen las hojas de los ¨¢rboles y exhala el di¨®xido de carbono que esas plantas necesitan para la fotos¨ªntesis. Los paseos por el bosque potencian el olfato y el tacto. A¨ªslan y detienen el tiempo.
Melanie Choukas-Bradley asegura que se conoce que los ¨¢rboles se comunican a trav¨¦s de compuestos vol¨¢tiles que emiten al aire y a trav¨¦s de las redes f¨²ngicas que los conectan a trav¨¦s de sus ra¨ªces: ¡°comparten informaci¨®n para protegerse de plagas invasoras y de pat¨®genos e incluso comparten nutrientes¡±. Esos cuidados mutuos que se dan entre los ¨¢rboles son lo que uno acaba absorbiendo cuando se adentra en un bosque. ?Lo probamos o nos re¨ªmos? Se puede probar ri¨¦ndose.
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