Epistolario
En esta correspondencia est¨¢n todos los elementos de la seducci¨®n internauta, incluida la sexualidad expl¨ªcita. Todos, excepto la maldad
Con cierta frecuencia se producen seducciones en la Red que acaban de modo violento. Suelen aparecer en los papeles como ¡°crimen machista¡±. Sin embargo, la seducci¨®n epistolar tiene una fecunda tradici¨®n, casi nunca con un final p¨¦rfido mientras las palabras iban en papel. Es como si el medio decretara la maldad del mensaje actual. Aquellos que poseen instinto predatorio han encontrado en Internet un cazadero ideal.
He le¨ªdo que hace pocos meses se han editado las cartas que remiti¨® Rilke a una desconocida de 18 a?os, Erika Mitterer, como respuesta a un primer env¨ªo de la muchacha en 1924 (Insel Verlag). Rilke, residente en el sanatorio de Valmont, en Suiza, sab¨ªa que estaba muriendo de leucemia. Contaba 48 a?os y durar¨ªa unos pocos meses. La diferencia de 30 a?os no intimid¨® a la muchacha y el intercambio fue cada vez m¨¢s abiertamente er¨®tico por ambas partes. Sin duda Erika habr¨ªa deseado entregarse a Rilke, pero este, por su exigua salud, por respeto a la inmadurez de Erika, o quiz¨¢s porque en realidad solo le seduc¨ªa una relaci¨®n po¨¦tica, nunca permiti¨® el encuentro. Gracias a esa tensi¨®n, en una de sus cartas escribi¨® Rilke el que quiz¨¢s fuera su ¨²ltimo gran poema. No obstante, nada puede oponerse a la terquedad de la pasi¨®n, as¨ª que en noviembre de 1925 Erika se present¨® en el sanatorio sin avisar. Rilke la acogi¨® con agrado, dieron paseos, hablaron, rieron, dice Erika, como ni?os, y se despidieron para siempre d¨¢ndose la mano.
En esta correspondencia est¨¢n todos los elementos de la seducci¨®n internauta, incluida la sexualidad expl¨ªcita. Todos, excepto la maldad. No parece que las cartas er¨®ticas inclinaran a la violencia tanto como lo hacen los mensajes electr¨®nicos. El papel salva.
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