Profilaxis electoral en Nicaragua
La adicci¨®n al poder de Daniel Ortega y Rosario Murillo se manifiesta en su cr¨®nica manipulaci¨®n de los poderes de Estado

Las democracias generan anticuerpos contra la propensi¨®n de los gobernantes a considerarse imprescindibles, pero cuando se trata de dictaduras o reg¨ªmenes autoritarios el tratamiento de la patolog¨ªa es complicado. La adicci¨®n al poder de Daniel Ortega y Rosario Murillo se manifiesta en su manipulaci¨®n de los poderes de Estado, como el Consejo Supremo Electoral, cuya renovaci¨®n es esencial para abordar con garant¨ªas las elecciones presidenciales que la oposici¨®n pretende adelantar. La pulcritud del proceso ser¨¢ imposible sin su estrecha supervisi¨®n.
Adecentar el sistema electoral ser¨ªa un paso relevante en la soluci¨®n de la crisis. Es tan necesario como la renuncia a una represi¨®n que pas¨® de los balazos a los allanamientos domiciliarios, las detenciones de madrugada, las prohibiciones y la intimidaci¨®n preventiva. La liberaci¨®n de presos es moneda de cambio, no justicia. Sofocada la sublevaci¨®n de abril, el Frente Sandinista no tiene prisa. Falsifica la reconciliaci¨®n nacional al crear m¨¢s de 1.500 politizadas comisiones de ¡°reconciliaci¨®n, justicia y paz¡±, y dilata la higienizaci¨®n de la Ley Electoral postergando reformas que rescaten su credibilidad y superen una abstenci¨®n tan elevada que deval¨²a la representaci¨®n ciudadana y beneficia al oficialismo.
Empero, la opositora Alianza C¨ªvica deber¨¢ ponderar si apremia la convocatoria a urnas sin haber negociado antes la revisi¨®n legislativa, prometida por Ortega, sin cambios en los magistrados que integran el Consejo. No convendr¨ªa apresurarse porque las credenciales democr¨¢ticas del mandatario desaparecieron hace casi 20 a?os, durante su anclaje en un autoritarismo sacramentado por la Iglesia cat¨®lica, a cambio de la prohibici¨®n del aborto y una religiosidad oficial impostada, y por los empresarios, previo reparto de canonj¨ªas.
Aun postergando las deseables enmiendas constitucionales, el dise?o de un marco jur¨ªdico y administrativo confiable y permanente es objetivo que habr¨¢ de acometer el conjunto de fuerzas pol¨ªticas, sindicatos y expertos internacionales. Cabe suponer que el Frente Sandinista proponga reformas que exhiban una enga?osa pluralidad pol¨ªtica facilitando la inscripci¨®n de partidos, candidaturas, programas y material prefabricado. La proliferaci¨®n de ofertas, a poder ser contradictorias, favorecer¨ªa el triunfo del bloque gubernamental, m¨¢s cohesionado; un truco antiguo, que si no repara en costes profana la democracia y derechos fundamentales.
La atomizaci¨®n opositora, espont¨¢nea o inducida, funciona en Venezuela y bonific¨® al chavismo. Contrariamente a la tendencia latinoamericana, la segunda vuelta no existe en Nicaragua por lo que el candidato m¨¢s votado obtiene la presidencia. Cuando el sandinismo perdi¨® las presidenciales de 1990, ganadas por Violeta Chamorro, acept¨® la derrota, y la alternancia en el poder pareci¨® adquirir carta de ciudadan¨ªa. Envileciendo casi todo, fundamentalmente las conciencias y la hacienda p¨²blica, Ortega y el derechista Arnoldo Alem¨¢n, sucesor Chamorro, apalabraron en 1999 un pacto que coloc¨® las instituciones a las ¨®rdenes de un bipartidismo tramposo. Ortega depur¨® la maquinaria hasta controlarla en solitario a partir de 2007, secundado por una constelaci¨®n de sirvientes y aprovechados.
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