Primo Levi: el dolor de la memoria
Sus preocupaciones fueron oponerse a la previsible degradaci¨®n de los recuerdos del Holocausto y ahondar en lo que llamaba ¡®zona gris¡¯, las diversas formas de colaboraci¨®n con el opresor
Primo Levi naci¨® hace cien a?os, el 31 de julio de 1919
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El recuerdo de los campos de exterminio nazis se ha consolidado a trav¨¦s del espect¨¢culo. Mi amiga Violeta Friedman, superviviente de Auschwitz, contaba que los medios de comunicaci¨®n solo se volcaron sobre ella con el ¨¦xito de La lista de Schindler. El filme de Spielberg conjugaba la dureza del tema con el car¨¢cter conciliador del protagonista ¡ªun alem¨¢n humanitario¡ª y un final feliz. El mensaje de consolaci¨®n, en los t¨¦rminos de Umberto Eco, se completaba con los nazis cumpliendo su papel de encarnaci¨®n exclusiva del Mal para la historia del siglo XX. El propio Spielberg nos ofreci¨® una imagen bien distinta sobre los campos japoneses en El imperio del sol, casi un cuento para ni?os, heredero de aquella brillante producci¨®n de encubrimiento que fue El puente sobre el r¨ªo Kwai. Alianzas mandan. El genocidio de los jemeres rojos en Camboya, el gulag sovi¨¦tico, recibieron una atenci¨®n menor.
Tal vez porque resulta inc¨®modo pensar en las ra¨ªces del horror y reconocer la propia pasividad, y la de tantos intelectuales y pol¨ªticos que tuvieron conocimiento de los episodios de barbarie sucedidos al correr del siglo. Lo experiment¨® muy pronto Primo Levi, llegado a su Tur¨ªn natal desde Auschwitz, ¡°con una carga narrativa patol¨®gica absoluta¡±. Su primer libro, Si esto es un hombre, fue rechazado en 1946 por editoriales como Einaudi. Vio la luz gracias a un peque?o editor, Antonicelli, siendo recibido con indiferencia.
El ¨¦xito posterior de su relato sobre Auschwitz tuvo mucho que ver con la combinatoria adoptada por Levi para su elaboraci¨®n. Como en otras narraciones del g¨¦nero, en Si esto es un hombre el hilo conductor es autobiogr¨¢fico. El lector se ve introducido en una espiral del horror, que solo resulta soportable por la frecuente detenci¨®n en retratos de personajes y hechos de la vida cotidiana. La mirada de Levi se convierte en c¨¢mara de filmaci¨®n que va registrando circunstancias y an¨¦cdotas, gracias a las cuales va cobrando forma un puzle donde toda la carga de irracionalidad vertida por los verdugos ¡ªSS y kapos¡ª sobre los prisioneros adquiere perfiles precisos, tanto en el plano de los comportamientos humanos como de las reglas que proporcionan una f¨¦rrea cohesi¨®n al sistema concentracionario.
Desde el fondo del abismo de Auschwitz, el escritor eleva los valores de la raz¨®n frente a las ideolog¨ªas totalitarias
De haberse quedado en este nivel descriptivo, la obra de Levi hubiese sido una m¨¢s en el valioso elenco de testimonios sobre el Holocausto. Hay rasgos que, sin embargo, la singularizan. El primero es la voluntad de rigor, aplicando las pautas del conocimiento cient¨ªfico a su estudio sobre la vida y el funcionamiento del campo. ¡°Yo tengo dos ra¨ªces¡± ¡ªaclara¡ª, ¡°una es el sentimiento del lager y otra es el sentimiento de la qu¨ªmica con sus dimensiones¡±. Levi busca en este sentido un distanciamiento del objeto descrito, que haga posible su an¨¢lisis y confiera objetividad al testimonio. Solo que una vez llegado a este punto, es necesario volver a s¨ª mismo y al sujeto colectivo de los condenados a la muerte en el campo. Levi no se hace ilusi¨®n alguna: ¡°Todo nos dice que no volveremos¡±, ¡°convertidos en esclavos, muertos para nosotros mismos antes de morir en la vida¡±. La funci¨®n del lager no es solo el exterminio f¨ªsico, sino una deshumanizaci¨®n radical, la conversi¨®n de los hombres en bestias que luchan entre s¨ª por una supervivencia imposible: ¡°En el lager, la lucha por la vida es implacable porque cada uno est¨¢ desesperado y ferozmente solo¡±.
Es lo que Primo Levi no est¨¢ dispuesto a asumir: ¡°Quiero sobrevivir, antes que nada y sobre todo, para dar testimonio de lo que he visto¡±, explicar¨¢ a?os despu¨¦s a un joven investigador. E imponi¨¦ndose a su inevitable pesimismo, esto supone rescatar la compasi¨®n, la solidaridad que el nazismo ha logrado aniquilar. Desde el fondo del abismo de Auschwitz, Levi alza los valores de la raz¨®n y del sentimiento humanos frente a las ideolog¨ªas totalitarias del odio, que en el siglo XX no se limitaron solo al nazismo alem¨¢n.
En su ¨²ltimo libro, Los hundidos y los salvados, de 1986, Primo Levi vuelve sobre un tema del primer libro: la diferencia b¨¢sica entre los elegidos y los condenados en el lager, ahora entre los supervivientes y las v¨ªctimas. La preocupaci¨®n de Levi consiste, por una parte, en oponerse a la previsible degradaci¨®n de la memoria, y por otra, en ahondar en los aspectos m¨¢s complejos de la estructura de los lager, como en primer plano lo que denomina zona gris que abarca las diversas formas de colaboraci¨®n con el opresor, o la violencia in¨²til, el recreo de los verdugos en el sufrimiento de las v¨ªctimas. Ve en el lager la reproducci¨®n del Estado totalitario. Se asombra, como Hannah Arendt, ante el hecho de que los verdugos fueran gente normal, embaucada por un ¡°profeta¡±. La reflexi¨®n desemboca as¨ª en el tema de la adhesi¨®n de ¡°un pueblo entero civilizado¡± a un histri¨®n que lo llev¨® a la cat¨¢strofe. Por eso es necesario salvaguardar la memoria: ¡°Ha sucedido, y por consiguiente puede volver a suceder¡±. Y rechaza ¡°la trivializaci¨®n de la masacre nazi¡± , propuesta en Alemania por Nolte y Hillgruber.
El intelectual italo-jud¨ªo pensaba que ¡°los supervivientes solo sobrevivieron en apariencia¡±
Una vez cerrado el ciclo de Auschwitz con Los hundidos y los salvados, el suicidio de 1987 sigue a la depresi¨®n que marc¨® tambi¨¦n a otros salvados. Las vivencias del horror eran imborrables. Tambi¨¦n al sentimiento de culpa por seguir vivo, apreciable en poemas como El superviviente. Myriam Anissimov refleja muy bien esa ¡°desesperanza¡± en su biograf¨ªa de Primo Levi, que me hizo llegar la siempre l¨²cida Marianne Ponsford. El intelectual italo-jud¨ªo pensaba que, ¡°a pesar de nuestras ilusiones, los supervivientes solo sobrevivieron en apariencia¡±. El desenlace era sugerido un a?o antes en el poema A los amigos, cuando el tiempo apremia y ¡°los compromisos han acabado¡±.
Compromisos que no hab¨ªan concluido en Espa?a, refugio de nazis desde 1945. En medio de nuestra pasividad, ya en democracia, correspondi¨® a otra superviviente de Auschwitz, la citada Violeta Friedman, acometer la defensa de la memoria tras denunciar la reivindicaci¨®n p¨²blica del doctor Mengele por el nazi belga L¨¦on Degrelle. Su heroico esfuerzo culmin¨® con la inserci¨®n en el C¨®digo Penal del delito de negaci¨®n del genocidio. Tuvo suerte al morir antes de ver anulada en 2007 esa reforma por el Tribunal Constitucional, el cual invoc¨® nada menos que ¡°la libertad cient¨ªfica¡± de afirmar o negar el Holocausto. Tampoco en el caso del terrorismo de ETA, con la ayuda del PNV desde la zona gris, se ha llegado siquiera al reconocimiento generalizado de los cr¨ªmenes. Hay que mirar al futuro, proclama c¨ªnicamente Otegi, mientras los suyos (Bildu) homenajean a criminales (Josu Ternera, uno de los secuestradores de Ortega Lara). El PSOE no puede cerrar los ojos.
La advertencia de Primo Levi mantiene su actualidad: privado de la memoria, ¡°el mundo ser¨¢ m¨¢s vulnerable a un retorno de la barbarie nazi o a cualquier otra barbarie¡±. El responsable del terror ¡°no puede y no debe blanquear su memoria¡±.
Antonio Elorza es profesor de Ciencia Pol¨ªtica
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