La manada policial o c¨®mo no violentar a los violadores
La presunci¨®n de inocencia no est¨¢ re?ida con la protecci¨®n de las v¨ªctimas o la libertad de los contratadores
La violaci¨®n de una menor en Ciudad de M¨¦xico por parte de cuatro polic¨ªas ha desatado la furia y protestas en la calle, no solo por la agresi¨®n de esta manada-patrulla, sino porque el secretario de Seguridad, Jes¨²s Orta, defendi¨® que volvieran a sus puestos de trabajo porque ¡°no se pueden violentar sus derechos laborales¡±. El caso se ha convertido en un agujero negro de las instituciones implicadas al revelarse cada d¨ªa unas contradicciones, inacci¨®n e impunidad de los agentes que bien valdr¨¢n para un documental sobre la perversidad del poder, sobre la mara?a burocr¨¢tica en la que se puede esconder el crimen, pero lo que alimenta aqu¨ª, de momento, es el debate sobre la presunci¨®n de inocencia.
No sobra decir que esta es clave en el Estado de derecho. Como tampoco sobra subrayar que, si los derechos laborales de los investigados se vislumbran como algo superior a la protecci¨®n de las v¨ªctimas, se comprende el esp¨ªritu y los lemas de la protesta: ¡°?Qui¨¦n nos protege de la polic¨ªa?¡±. ¡°La polic¨ªa no nos cuida, nos cuidan nuestras amigas¡±. Las redes horizontales como protecci¨®n ante el abusador son claves para defenderse, s¨ª, pero algo no funciona si suplen la tarea del poder. Las protestas que en Espa?a se desataron contra La Manada de Pamplona fueron claves para abrir el debate legal y poner en guardia a medio pa¨ªs ante una primera sentencia meliflua, pero hemos fracasado si jueces y gobernantes nos necesitan para defender a una chica violada por energ¨²menos que adem¨¢s se jactan de ello.
El caso mexicano ha coincidido con la informaci¨®n sobre el presunto acoso sexual de Pl¨¢cido Domingo. San Francisco y Filadelfia han cancelado ya sus conciertos, mientras Salzburgo y el Palau de les Arts lo mantienen en cartel.
Intenso debate, necesario, que no por viejo resulta menos vigente. De inmediato surgir¨¢n voces que denunciar¨¢n el esp¨ªritu inquisitorial que se cierne contra los Woody Allen o los Kevin Spacey de turno, ahora contra Pl¨¢cido Domingo. Sus obras son lo que importan, s¨ª, desde el pop de Michael Jackson hasta la alta literatura de Thomas Mann, independientemente de sus delitos o ideolog¨ªas. Pero tan v¨¢lida es la libertad para leerlos, escucharlos o ver sus pel¨ªculas como la de los contratadores para cancelarlos, no invitarlos o no producirlos. El Estado de derecho es todo eso.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
M¨¢s informaci¨®n
Archivado En
- Opini¨®n
- Caso La Manada
- Violaciones m¨²ltiples
- Antonio Manuel Guerrero
- ?ngel Boza
- Robos
- Alfonso Jes¨²s Cabezuelo
- Jes¨²s Escudero
- Jos¨¦ ?ngel Prenda
- Ciudad de M¨¦xico
- Violaciones
- Agresiones sexuales
- M¨¦xico
- Delitos sexuales
- Casos judiciales
- Norteam¨¦rica
- Polic¨ªa
- Latinoam¨¦rica
- Fuerzas seguridad
- Delitos
- Am¨¦rica
- Justicia
- Violencia sexual
- El acento