S¨¢nchez Ferlosio, pensar hasta la ra¨ªz
El autor de ¡®El Jarama¡¯ construy¨®, con paciencia y erudici¨®n abrumadora, la mejor reflexi¨®n intelectual sobre la psicopatolog¨ªa pol¨ªtica contempor¨¢nea
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Pocos pensadores han llegado tan lejos como Rafael S¨¢nchez Ferlosio en el an¨¢lisis y denuncia de la psicopat¨ªa pol¨ªtica contempor¨¢nea. El reconocimiento un¨¢nime de las excelencias de El Jarama o Alfanhu¨ªest¨¢ menos extendido a su obra ensay¨ªstica y se corre el riesgo cierto de desaprovechar su maestr¨ªa en el pensar a contracorriente, su erudici¨®n abrumadora y el examen met¨®dico de los modos de dominaci¨®n, muchos de ellos ocultos tras los pliegues del lenguaje o de los discursos complacientes de la clerigalla pol¨ªtica, sea laica o sacerdotalmente ordenada. Nadie podr¨¢ decir que Rafael prefer¨ªa equivocarse con la mayor¨ªa antes que acertar en solitario, como dec¨ªa Keynes que actuaban los economistas para no ganarse la animadversi¨®n de sus colegas. Armado de una insaciable curiosidad, de una erudici¨®n abrumadora, de una paciencia reflexiva proverbial y de una curiosidad inagotable, Ferlosio desmenuz¨® la realidad hasta sus ¨²ltimas consecuencias. Esa realidad, pol¨ªtica y antropol¨®gica casi, estaba contenida unas veces en el lenguaje mismo (ejemplo: cuando la flecha est¨¢ en el arco tiene que partir, donde examina la tendencia de los medios a prevalecer sobre los fines); otras, en el an¨¢lisis erudito del pasado, como sus comentarios sobre el conde de Niebla y su frase capital ¡°No los ag¨¹eros, los hechos sigamos¡±, y con mucha frecuencia en las noticias de los peri¨®dicos que escudri?aba infatigable cada jornada; en todo caso, le permitieron construir, con el instrumento de un estilo esforzado y casi po¨¦tico, un pensamiento a contracorriente poco com¨²n entre los intelectuales de los ¨²ltimos 50 a?os.
El germen de totalizaci¨®n hist¨®rica explica su aversi¨®n por ¡°esas Yndias equivocadas y malditas¡±
Como maestro del pensar hasta la ra¨ªz, es posible relacionar a Ferlosio con la tarea cr¨ªtica de Francis Bacon y su denuncia de los ¨ªdolos, fetiches o barreras que, seg¨²n el pensador brit¨¢nico, impiden llegar al conocimiento. El t¨ªtulo ferlosiano por excelencia, Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado, revela su convicci¨®n de que las formas de dominaci¨®n ideol¨®gicas se enquistaban en estructuras de pensamiento teol¨®gico, y viceversa. V¨¦ase, por ejemplo, su opini¨®n sobre los imperativos que se imponen en nombre de la historia: ¡°Historia universal¡¯ no es m¨¢s que el nombre, presuntamente laico, con que la modernidad pretende camuflar su religioso acatamiento de la Suma Omnipotencia y Prepotencia del viejo e iracundo se?or del Sina¨ª, renacido con nuevo vigor y como el Ave F¨¦nix, en la universalizaci¨®n actual del principio de dominaci¨®n¡±. En su opini¨®n, el primer encuentro con el fetiche de la Historia Universal tiene lugar cuando el Imperio espa?ol se encuentra con la tarea de justificar su papel en la historia. Y ese germen de totalizaci¨®n hist¨®rica explica su aversi¨®n por ¡°esas Yndias equivocadas y malditas¡±.
Siempre sugiri¨® Ferlosio una tensi¨®n irresuelta entre la existencia singular y un bien com¨²n, entendido como una coartada para limitar la individualidad. Enti¨¦ndase que su radical individualismo nada tiene que ver con el liberalismo de quincalla que la derecha, en Espa?a o en la potencia imperial, utiliza hoy como coartada ideol¨®gica, ni tampoco con el resentimiento popperiano hacia los mecanismos de regulaci¨®n social; procede del respeto por la capacidad cr¨ªtica y del rechazo de todos los fetiches intelectuales sociohist¨®ricos que imponen condiciones castradoras a la existencia intelectual. La libertad en boca de las Esperanzas Aguirre, Margarets Thatcher o Alberts Rivera habidos o por haber es un fraude. La libertad, como bien sab¨ªan los inventores de la democracia, se manifiesta en el derecho a participar en los negocios p¨²blicos, mientras que en la praxis de la llamada democracia representativa est¨¢ confinada en un reducto estrecho, en cuyo espacio se le reconoce al individuo el derecho a disfrutar de su independencia privada. El militarismo rampante motiv¨® p¨¢ginas de an¨¢lisis donde aparec¨ªa con frecuencia la indignaci¨®n. ¡°Siniestra e irracional es ciertamente la racionalidad econ¨®mica ¡ªprecis¨®¡ª pero podr¨ªa pasar por sensatez frente a la delirante racionalidad militarista¡±.
La Espa?a zarzuelera est¨¢ construida sobre el fetichismo de la identidad y la exaltaci¨®n ret¨®rica
Pensar a contracorriente conduce a la incomodidad de decir en voz alta lo que se esconde por comodidad o resentimiento. Resulta coherente pues, que algunos de sus ¨ªdolos o racionalidades enquistadas, que con m¨¢s sa?a combati¨®, fueron el religioso y el de la identidad. Lector enviciado del suplemento Alfa y Omega, eran muy divertidos sus comentarios sobre la disparatada l¨®gica de los editoriales cat¨®licos a machamartillo, sobre la taimada conducta p¨²blica de Juan Pablo II y sobre la fe como perversi¨®n de la raz¨®n. Las trampas de la identidad nacional (esa ¡°jerga de borrachos¡±, sea espa?ola o independentista) est¨¢n desmontadas sin misericordia en el Discurso de Gerona, que deber¨ªa ser lectura obligada para todos los estudiantes de secundaria e incluso adoptarse como un texto b¨¢sico en las facultades human¨ªsticas. ¡°La identidad es justamente algo que hay que tratar de no tener, como un tumor maligno¡±. La Espa?a zarzuelera est¨¢ construida sobre el fetichismo de la identidad, la falacia de la autenticidad, la exaltaci¨®n ret¨®rica y la ¡°autoconvalidaci¨®n apolog¨¦tica por identificaci¨®n con una historia y unos antepasados¡±. La moral del pedo, seg¨²n su propia expresi¨®n, que se complace en la fetidez propia mientras que hace aspavientos ante la ajena.
Quiz¨¢ uno de sus an¨¢lisis m¨¢s esclarecidos y esclarecedores es la denuncia del farise¨ªsmo como basamento del comportamiento pol¨ªtico. Hipocres¨ªa, enti¨¦ndase bien, orientada a la obtenci¨®n de beneficios reales y ventajas de dominaci¨®n. El farise¨ªsmo, en la reflexi¨®n de Ferlosio, consiste en construir la bondad propia ¨²nica y exclusivamente sobre la maldad ajena. La conciencia virtuosa se declara ¡°leg¨ªtima acreedora que el pecado contrae por su pecado¡±. Para el fariseo, la virtud es un capital acumulado, una especie de cr¨¦dito fiscal, que puede hacer efectivo frente a otros a voluntad. Esta conducta bellaca (un adjetivo que sol¨ªa usar con propiedad), ampliamente extendida, explica muchos de los comportamientos pol¨ªticos y deber¨ªa ser tenido muy en cuenta por quien tenga la caridad y el buen sentido de explicar un d¨ªa la incapacidad de los pol¨ªticos espa?oles para cumplir con sus funciones de diagnosis, pacto y resoluci¨®n de problemas c¨ªvicos. El farise¨ªsmo explica, entre otras cosas, el estomagante recurso a ¡°la dignidad de las v¨ªctimas¡± como granero de votos de la derecha espa?ola y como elemento castrador de la convivencia.
La destrucci¨®n de los ¨ªdolos y de los grumos del pensar no hubiera sido posible sin un estilo de periodos largos, pensado para ¡°no dejar cabos sueltos¡±, apoyado en un conocimiento abrumador de cada asunto desmenuzado, que acaba por constituirse en objeto mismo de la reflexi¨®n. Recorr¨ªa cada meandro del r¨ªo conceptual, remontaba cada afluente argumental y exploraba met¨®dicamente cada anfractuosidad idiom¨¢tica. Despu¨¦s, saltaba a otro curso fluvial inexplorado y agotaba de nuevo la investigaci¨®n cent¨ªmetro a cent¨ªmetro. Bien podr¨ªa decirse que su rechazo a Ortega y Gasset (a los ortegajos) proced¨ªa de la tendencia orteguiana a resumir en el oropel ling¨¹¨ªstico (he aqu¨ª un ejemplo: poes¨ªa es el ¨¢lgebra superior de las met¨¢foras) lo que deber¨ªa ser analizado con esfuerzo y dedicaci¨®n.
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