Demasiada cara
No sorprende que la gente est¨¦ aprendiendo deprisa formas eficaces de taparse el rostro
A la agencia de inmigraci¨®n estadounidense (Immigration and Customs Enforcement, ICE) la han pillado con las manos en la masa. En una operaci¨®n secreta, y por supuesto sin pedir consentimiento a las personas ni permiso a los reguladores, la ICE estaba escaneando millones de fotos de los carn¨¦s de conducir con la intenci¨®n de crear una base de datos que luego sirviera, mediante los modernos algoritmos de reconocimiento facial, para detectar y deportar a los inmigrantes sin papeles (salvo el carn¨¦ de conducir). Quienes han descubierto la operaci¨®n no son polic¨ªas estatales ni agentes federales, sino un grupo de investigadores de la Universidad de Georgetown en Washington, pero ya hay varios Estados ¡ªel ¨²ltimo ha sido Ohio, a principios de este mes¡ª que han prohibido a la ICE utilizar bases de datos de reconocimiento facial.
Pero esto solo ha sido porque unos investigadores acad¨¦micos han pillado a la agencia. Y hay m¨¢s agencias en el mundo que estrellas en la noche. Seg¨²n Kate Crawford, investigadora de Microsoft Research y profesora de la Universidad de Nueva York, la agencia norteamericana de protecci¨®n de fronteras (Customs and Border Protection) est¨¢ haciendo lo mismo con las fotos de los pasaportes de todos los pasajeros que salen del pa¨ªs. Y Amazon ha llegado a acuerdos con 200 departamentos de polic¨ªa para crear bases de datos faciales con los v¨ªdeos que toman las c¨¢maras de seguridad caseras. Y esto es solo lo que sabemos. Cabe sospechar que lo m¨¢s gordo se est¨¦ cocinando en las oscuras alcantarillas de Langley, Virginia, a las que ni podemos so?ar con tener acceso, al menos hasta que estalle un cara-leaks de los gordos.
Los algoritmos de reconocimiento facial plantean dos problemas acuciantes. El primero es que la t¨¦cnica es poco fiable por el momento. Las pelis de esp¨ªas, como las de la serie Bourne, donde un jefe de colmillo retorcido y media docena de inform¨¢ticos c¨®modamente sentados en la sede de la CIA pueden localizar a un periodista de The Guardian en una plaza p¨²blica de Par¨ªs atestada de gente en cuesti¨®n de segundos, nos han dado una impresi¨®n err¨®nea. Unos investigadores del MIT (Instituto de Tecnolog¨ªa de Massachusetts, junto a Boston) han demostrado que el reconocimiento facial m¨¢s avanzado es muy preciso con hombres blancos, pero falla el 35% de las veces con mujeres negras. Otros cient¨ªficos de la Universidad de Essex, Reino Unido, han revelado que los algoritmos faciales que utiliza la polic¨ªa metropolitana de Londres solo aciertan en 8 de cada 42 casos, lo que ya es de traca. Un juez tendr¨ªa que estar loco para aceptar ese tipo de dato como una prueba.
Pero los escollos t¨¦cnicos se acaban resolviendo, y esto nos lleva al segundo problema, que es mucho peor. Cuando el reconocimiento facial funcione con alta precisi¨®n, nos enfrentaremos a una bater¨ªa de cuestiones ¨¦ticas y jur¨ªdicas que dan v¨¦rtigo de puro profundas. Crawford y sus colegas del Instituto AI Now de Nueva York creen imprescindible una moratoria para dejar de financiar el reconocimiento facial hasta que las garant¨ªas legales sean adecuadas, cosa que no ocurre ahora ni de lejos, y tambi¨¦n proteger a los delatores que revelen las malas pr¨¢cticas de las empresas y la Administraci¨®n.
Entretanto, no sorprende que la gente est¨¦ aprendiendo deprisa formas eficaces de taparse la cara. En las protestas de Hong Kong, los manifestantes tambi¨¦n apuntan sus rayos l¨¢ser a las c¨¢maras para cegarlas y confundirlas. Si los legisladores no funcionan, las m¨¢scaras lo har¨¢n.
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