Katharine Butler, empresaria, hija de pol¨ªtico y nueva novia de Kyril de Bulgaria
La brit¨¢nica participa en una empresa de bicicletas el¨¦ctricas en Londres y su familia se vio envuelta en una gran pol¨¦mica por la divisi¨®n de la cotizada colecci¨®n de arte chino que reuni¨® su padre
El nombre de la brit¨¢nica Katharine Butler, retratada durante el agosto mallorqu¨ªn en pose de novia oficial de Kyril de Bulgaria, no ha tenido casi eco entre los tabloides del Reino Unido, siempre a la caza de los cotilleos estivales. La proverbial discreci¨®n de esta prol¨ªfica empresaria de 51 a?os le permiti¨® entonces eludir la atenci¨®n de unos medios nacionales que han revelado mala memoria: la nueva pareja del pr¨ªncipe de Preslav, radicado en Londres, es la hija de uno de los diplom¨¢ticos m¨¢s destacados de la era Thatcher y sobre todo protagonista de un reciente y publicitado feudo familiar en el Reino Unido por el legado de una excepcional colecci¨®n de porcelana china recabada por su progenitor.
Los focos que consagraron a principios de mes su relaci¨®n con Kyril, a ra¨ªz de la concesi¨®n al pr¨ªncipe sin trono del premio ¡°mallorqu¨ªn del a?o¡± por su fidelidad a la isla balear, convencieron a Katharine de favorecer una rara entrevista con la edici¨®n espa?ola de Vanity Fair. En ella elude cualquier detalle sobre un noviazgo con el hijo del rey Sime¨®n de Bulgaria, fraguado en la capital brit¨¢nica un a?o atr¨¢s, aunque s¨ª se explaya sobre la fractura que le supuso como una de los cuatro hijos de sir Michael Butler la cuesti¨®n de dividir o no la herencia paterna de m¨¢s de medio millar de piezas de las dinast¨ªas Ming y Qing.
La querella ante los tribunales acapar¨® las principales cabeceras de la prensa brit¨¢nica hace tan s¨®lo tres a?os, incluida la del selectivo e influyente Financial Times. Katharine y Charles Butler pugnaron por mantener ese tesoro familiar, descrito por los expertos como una de las mejores colecciones privadas en arte chino del siglo XVII e integrante de un museo en el que se pod¨ªan apreciar los jarrones, teteras y otros delicados objetos antiguos. Sus hermanos, Caroline y James, defend¨ªan a la contra un reparto de las piezas que har¨ªa trizas la vocaci¨®n de sir Michael de exponer al completo un despliegue art¨ªstico de valor incalculable. La justicia acab¨® decretando una divisi¨®n ecu¨¢nime de la colecci¨®n entre los cuatro herederos.
Katharine y Charles han venido compatibilizando el proyecto de reapertura del museo en honor del coleccionismo de su progenitor ¡ªy supliendo la mutilaci¨®n judicial de ese patrimonio a base de nuevas adquisiciones en el mercado del arte¡ª con respectivos y exitosos proyectos empresariales. ?l est¨¢ a punto de cumplir casi tres d¨¦cadas de mudanza a la Rep¨²blica Checa como especialista en inversiones de altos vuelos. Su hermana-aliada ha participado en muchas iniciativas conjuntas de negocio antes y despu¨¦s de su matrimonio (ya disuelto tras un hijo en com¨²n) con el empresario suizo Sebastian Pawlowski, y est¨¢ hoy volcada en un proyecto de uso compartido de bicicletas en el sector financiero de la City de Londres y otros condados ingleses cercanos.
El photocall junto a Kyril proyecta una imagen de completa felicidad. Pero en su in¨¦dita confesi¨®n a tumba abierta, Katharine Butler rememora las todav¨ªa secuelas de aquella dolorosa fractura familiar derivada de dos modos de entender la vocaci¨®n coleccionista de su padre. Los unos como mera inversi¨®n, los otros como un legado a compartir con el p¨²blico. Una divisi¨®n a partes iguales (la mitad de los hermanos contra los otros dos) y que tiene su s¨ªmil nacional y de plena actualidad en el enfrentamiento entre los brit¨¢nicos por la causa del Brexit, azuzada por la inflexibilidad del primer ministro, Boris Johnson, a la hora de negociar con Bruselas. Un ¡°desastre¡± que, seg¨²n la reflexi¨®n de Katharine, habr¨ªa desquiciado al patriarca de los Butler (fallecido en 2013), un alto funcionario brit¨¢nico y europe¨ªsta de pro que pudo convencer a la esc¨¦ptica primera ministra Margaret Thatcher sobre los beneficios del engarce en la UE, procurando un famoso descuento de la contribuci¨®n brit¨¢nica al presupuesto comunitario. Su esfuerzo acab¨® recompensado con la imposici¨®n de la orden de San Miguel y San Jorge, el m¨¢s alto reconocimiento a un miembro del servicio diplom¨¢tico... a requerimiento de la llamada Dama de Hierro. Ambos fueron oponentes en tantos debates internos, pero a la postre c¨®mplices en una causa nacional que hoy ha dejado de existir
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