Tres Espa?as o m¨¢s
Tres libros publicados recientemente dan pinceladas de un pa¨ªs m¨²ltiple que se repite a s¨ª mismo en sus ilusiones, sus antagonismos y sus condenas. Espa?a es un cuerpo de miembros infinitos
A las dos evocadas por Machado, y a esa tercera de la Guerra Civil audazmente propuesta por Andr¨¦s Trapiello en su work-in-progress Las armas y las letras, se suman otras, como si Espa?a fuese un cuerpo de miembros infinitos. En tres libros recientes hay asomos de un pa¨ªs m¨²ltiple que se repite a s¨ª mismo en sus antagonismos, en sus ilusiones, en sus condenas, y en los tres me he visto reflejado en una esquina del espejo-luna de la realidad espa?ola: tener una avanzada edad facilita estos y otros vislumbres del pasado. Javier Padilla, el joven autor de A finales de enero (Tusquets, 2019, Premio Comillas), me solicit¨® en su d¨ªa una entrevista, de las muchas que forman la arboladura de su amplia investigaci¨®n, pese a que yo le advert¨ª que a su primer protagonista, Enrique Ruano, nunca le conoc¨ª, y a los otros dos, Lola Gonz¨¢lez y Javier Sauquillo, ¨ªntimos de Enrique y v¨ªctimas del atentado de la calle de Atocha, 55, les trat¨¦ poco. Pero, como el detective que todo buen bi¨®grafo ha de llevar dentro, Padilla insisti¨®, quiz¨¢, he pensado al leer su libro, porque mi reducido testimonio daba una imagen lateral y no pol¨ªtica de esos estudiantes de mi edad que conspiraban contra el r¨¦gimen de Franco, ellos con una militancia program¨¢tica que no tuve y un riesgo que apenas sufr¨ª: la imagen de unos comunistas ardorosos que iban mucho, no menos febrilmente, al cine y, en el caso de Javier Sauquillo, que escrib¨ªa cr¨ªtica no ideol¨®gica en la revista especializada Film Ideal, donde coincidimos en la segunda mitad de la d¨¦cada de 1960 poetas cahieristas catalanes, marxistas que no odiaban a John Ford, anarquistas amantes de Bresson, y tuvo incluso cabida una facci¨®n extrema tildada de marciana.
De hecho, Javier Padilla se?ala en su libro que la pareja formada ¡ªtras el vil asesinato de Ruano el 20 de enero de 1969 a manos de la polic¨ªa franquista¡ª por Lola y Javier ten¨ªa pensado ir al cine, como tantas otras noches, al acabar su trabajo de abogados laboralistas el mismo d¨ªa de fines de enero de 1977 en que la banda fascista irrumpi¨® en el despacho de Atocha y acab¨® con la vida de Javier y otros cuatro compa?eros, arruinando irremediablemente la de Lola. Una mujer luminosa ensombrecida por los acontecimientos, para quien, y esto lo cuenta muy bien el autor, el dogma pol¨ªtico nunca abandonado era no s¨®lo una firme militancia personal sino un modo de pertenencia al universo que un¨ªa a esos tres amigos del alma y el cuerpo. Fidelidad a dos credos, la revoluci¨®n comunista y el poder emancipador del s¨¦ptimo arte, que experimentaba en esa ¨¦poca una refundaci¨®n del lenguaje f¨ªlmico.
¡®A finales de enero¡¯ reconstruye con solvencia y suspense los tejemanejes terribles de dos conspiraciones
A finales de enero reconstruye con solvencia y algo de suspense los terribles tejemanejes de las dos conspiraciones, polic¨ªas y matones, tan chapuceras como letales. El Ep¨ªlogo mezcla el perfil pol¨ªtico y sentimental de los tres camaradas con una estampa elegiaca en la que los criminales supervivientes aparecen, en a?os a¨²n recientes, promovidos a cargos oficiales, condecorados, fugados con facilidad de c¨¢rceles y fronteras. A ello, Javier Padilla a?ade en su Coda una sugestiva antinomia respecto a Lola Gonz¨¢lez, que sobrevivi¨® a sus dos novios sucesivos hasta su confusa muerte en otro fin de enero, el 30 del a?o 2015; ella ser¨ªa una hero¨ªna tr¨¢gica de novela rusa, y las dos amigas y correligionarias de aquel tiempo amargo que aparecen frecuentemente en el libro, Manuela Carmena y Cristina Almeida, ser¨ªan personajes de novela de aprendizaje y apertura al mundo en la tradici¨®n alemana tardo-rom¨¢ntica. La distancia que separa las aspiraciones brutalmente truncadas de Lola del logro efectivo que estas dos valerosas mujeres han representado en nuestro pa¨ªs.
Novela de ascenso y ca¨ªda, m¨¢s que de formaci¨®n, fue la de los Panero, contada en la obra maestra de Jaime Ch¨¢varri (El desencanto, 1976), desde otro prisma por Ricardo Franco (Despu¨¦s de tantos a?os, 1994), y ahora plasmada por el periodista Aaron Shulman en un biopic de grupo, The Age of Disenchantments (Ecco Press, 2019). Fascinado por esta familia de la que no lleg¨® a conocer a ninguno de sus componentes, Shulman escribe su voluminoso libro para un lector norteamericano medio que poco ha de saber de la historia espa?ola contempor¨¢nea, por lo que su empe?o, compendiar las vidas ¨ªntimas y literarias de varias generaciones de Paneros ancladas en un cambiante paisaje pol¨ªtico y moral se hace, le¨ªdo aqu¨ª, prolijo y superfluo; la macla de unos seres singulares y un trasfondo com¨²n no acaba de funcionar. Shulman, que se ha informado bien pero incurre a menudo en un ingl¨¦s hinchado, traza un buen retrato del mayor y m¨¢s formidable histri¨®n de los hermanos, Juan Luis, escap¨¢ndosele, creo, Leopoldo Mar¨ªa, el gran poeta de la familia y de mi generaci¨®n, y la persona m¨¢s inteligente que yo haya conocido en mi vida, hasta que el electroshock y los manicomios le desbarataron. Michi (Jos¨¦ Mois¨¦s), el peque?o y el que muri¨® m¨¢s prematuramente de los tres, ha tenido, quiz¨¢ por ello, no seguidores (estos van a raudales a Leopoldo Mar¨ªa) sino ex¨¦getas p¨®stumos, siendo ¡°un chisgarab¨ªs que se val¨ªa de la frivolidad para no pasar desapercibido¡±, como le describe ¨¢cida y acertadamente Caballero Bonald en un breve aparte de su extraordinario libro de semblanzas Examen de ingenios.
En la vida real, en el cine (aunque s¨®lo alcanz¨® a salir en la pel¨ªcula de Ch¨¢varri), y tambi¨¦n en el libro de Shulman, quien m¨¢s brill¨® y a¨²n brilla casi 30 a?os despu¨¦s de su fallecimiento es Felicidad Blanc, esposa del poeta del r¨¦gimen y madre de los tres d¨ªscolos; la elocuencia de sus palabras y su melodiosa vocalidad, entre doliente y burlona, quedaban muy patentes en el filme de Ch¨¢varri y Shulman, que ha le¨ªdo todo o casi todo lo escrito por ella y sobre ella, capta y trasmite los muchos perfiles de esta mujer fuera de lo corriente.
En septiembre de 1983 media docena de se?oritas exuberantes y vestidas de una gala desproporcionada recorrieron, sin caerse ninguna de sus alt¨ªsimos tacones de aguja, la alfombra roja del festival de San Sebasti¨¢n, donde se presentaba la pel¨ªcula de Antonio Gim¨¦nez-Rico Vestida de azul. No eran estrictamente mujeres, sino varones en distinta fase de reconstrucci¨®n femenina, un proceso y una voluntad que todas ellas anhelaban y explicitaban con convincente determinaci¨®n ante la c¨¢mara de este valioso docudrama ver¨ªdico. Casi 40 a?os despu¨¦s de haber sido gestado y realizado, el filme de Gim¨¦nez-Rico es el objeto central del libro Vestidas de azul de la periodista Valeria Vegas (Dos Bigotes, 2019), un exhaustivo c¨®mputo del tema de la transexualidad en el cine espa?ol, que resulta haber tratado el asunto con asombrosa profusi¨®n. Vegas acompa?a su estudio de entrevistas, entre otras con el director del filme y alguna de las supervivientes de aquel grupo de lo que en aquel tiempo a¨²n se llamaba, malamente, travestis.
Recuerdo muy bien esa noche, no s¨®lo por el atrevido car¨¢cter de la pel¨ªcula, que no he vuelto a ver desde su estreno, sino porque, capitaneados por un galanteador Guillermo Cabrera Infante y su no menos favorable comandante Miriam G¨®mez, algunos de los escritores que particip¨¢bamos en unos coloquios sobre cine y literatura paralelos al festival entablamos conversaci¨®n con dos de las ¡°chicas de azul¡±, Eva y Nacha. De aquel encuentro y la velada posterior conservo, adem¨¢s de las fotos festivas con ellas, Fernando Savater y Leopoldo Alas, compa?eros de farra, la impresi¨®n del descubrimiento de una identidad que hoy nos resulta ya consuetudinaria (mientras la Santa Alianza de Ciudadanos, PP y Vox no lo tuerza) y cobra su l¨®gica carta de naturaleza por doquier. Llamativas en su atuendo de fiesta y desbordantes en su f¨ªsico, esas chicas, y en concreto Eva, a la que volv¨ª a ver, rebajado un poco su glamour, despu¨¦s de San Sebasti¨¢n, no ten¨ªan vocaci¨®n de cabareteras y mucho menos de jineteras, aunque la difusa l¨ªnea de sombra entre el cabaret, el transformismo y la exhibici¨®n de ¡°cuerpos divinos¡± fuese para la mayor¨ªa de ellas, por aquel entonces, el ¨²nico recurso. He sabido por el libro de Valeria Vegas que Eva muri¨® joven de c¨¢ncer, en el a?o 2006, plenamente aceptada por su entorno familiar del pueblo albacete?o donde hab¨ªa nacido, aunque sin poder asistir a las transformaciones legales y sociales de la personalidad transexual, ella que no buscaba hacer de su metamorfosis un espect¨¢culo sino una forma de vida integrada. Es muy curioso, o no tanto, que el cine, como un espejo que nos acompa?a en el camino, d¨¦ fe, inspire o haga posibles estas Espa?as viejas y nuevas en las que el fracaso de unos y el dolor de otros abren las puertas del futuro de todos.
Vicente Molina Foix es escritor.
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