Irresponsabilidad consumada

Los l¨ªderes y grupos parlamentarios que han participado en la ronda de contactos mantenida por el jefe del Estado tendr¨¢n muy dif¨ªcil explicar a los ciudadanos el hecho de haber dejado transcurrir cinco meses sin alcanzar un acuerdo para formar Gobierno. Pero m¨¢s dif¨ªcil tendr¨¢n a¨²n dar cuenta de las razones por las que han desperdiciado los ¨²ltimos cinco d¨ªas del plazo constitucional para evitar la repetici¨®n de las elecciones. El candidato socialista, Pedro S¨¢nchez, tuvo en su mano hasta el ¨²ltimo momento aceptar un nuevo debate de investidura que, aunque sabi¨¦ndolo fallido, habr¨ªa permitido al menos mantener la negociaci¨®n hasta el mismo l¨ªmite del plazo constitucional. Y el resto de las fuerzas pol¨ªticas tampoco estuvieron a la altura facilitando esa salida, para la que hubiera bastado con reservar cautelarmente su voto y dar ocasi¨®n a un ¨²ltimo debate. Ni unos ni otros han tenido la dignidad y la entereza de expresar en el Parlamento ante los ciudadanos que les han votado las razones ¨²ltimas por las que han sido dram¨¢ticamente incapaces de cumplir el mandato recibido.

En cualquier caso, no hay que dejarse llevar por las apariencias: no son las instituciones establecidas por la Constituci¨®n de 1978 las que han fracasado por no haber contemplado las situaciones de multipartidismo. Antes por el contrario, son los partidos que estaban obligados a dirigirlas con eficacia y con dignidad los que han faltado a sus deberes m¨¢s elementales. A lo largo de estos exasperantes meses de par¨¢lisis no ha existido negociaci¨®n pol¨ªtica alguna, sino una pugna entre estrategias propagand¨ªsticas con la vista puesta de antemano en la repetici¨®n electoral. En este sentido, la omnipresencia p¨²blica de los l¨ªderes y de los partidos no ha permitido identificar las diferentes prioridades contenidas en sus programas, ni tampoco las respuestas en las que difer¨ªan.

A los l¨ªmites de la acci¨®n que puede desarrollar un Gobierno en funciones hay que sumar desde este mismo instante la tensi¨®n adicional que conllevar¨¢ el inmediato clima de campa?a y de precampa?a, as¨ª como la incertidumbre sobre las posibilidades de que los mismos actores, con las mismas actitudes, puedan dotar al pa¨ªs de un Ejecutivo si los resultados son tambi¨¦n semejantes. El jefe del Estado se ha mantenido escrupulosamente dentro de sus funciones constitucionales, y un mecanismo de excepci¨®n, como es la repetici¨®n electoral en caso de falta de acuerdo entre los partidos, es lo ¨²nico que ha permitido proporcionar una salida al inveros¨ªmil laberinto en el que se ha extraviado el Congreso en su totalidad.

El reparto de responsabilidades entre los diversos dirigentes que han participado en la ceremonia de la confusi¨®n iniciada el 28 de abril habr¨¢ de llegar tan pronto se conozcan los pormenores de las ¨²ltimas horas en las que naufrag¨® definitivamente la legislatura. Pero, entre tanto, el esfuerzo al que obliga la irresponsabilidad pol¨ªtica definitivamente consumada este lunes es levantar una barrera infranqueable entre la cr¨ªtica severa a los partidos pol¨ªticos y el parlamentarismo. Es por ello que el malestar ante la nueva convocatoria a las urnas no debe imponerse al deber de votar el 10 de noviembre.